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Agosto 24, 2016 18:31 hrs.

Jorge Herrera Valenzuela › diarioalmomento.com

Política ›


A tan corta distancia para elegir a su candidato presidencial, la dirigencia nacional del Partido Revolucionario Institucional pierde su tiempo en hacer creer a la ciudadanía que ya le entró a la lucha contra la corrupción y la impunidad de que hacen gala muchos de sus ’ilustres cuadros’, para con ello restaurarle credibilidad al tricolor. Nada más incierto.
El PRI cerró el siglo XX con el triunfo del hombre que cavó la fosa para el partido que naciera en enero de 1946, antecedido por el PNR de Plutarco Elías Calles y el PRM de Lázaro Cárdenas del Río. Ernesto Zedillo Ponce de León, que nunca militó en el partido que lo postuló, se enorgullece de haberle levantado el brazo en señal de vencedor a Vicente Fox Quesada, la noche del 2 de julio del año 2000 y comenzar ’el gobierno de la alternancia’.
Hoy, Enrique Peña Nieto quiere ver que se ocupe la tumba y para ello trabaja con ahínco el empeñoso moreliano Enrique Ochoa Reza, de intachable prestigio académico, de nula carrera partidista y de falta de experiencia política. ’Le pedí al señor Presidente que me dejara presidir el PRI’, palabras más, palabras menos, en su primera declaración que nadie le creyó. Pertenece al equipo de quien de hecho figura como ’jefe del gabinete peñanietista’, Luis Videgaray Caso, que recién colocó a tres de los suyos en las direcciones generales del Seguro Social, de Petróleos Mexicanos y de la Comisión Federal de Electricidad.
En este sexenio caracterizado por la corrupción y la impunidad. Ocho Reza llegó a la presidencia del PRI, el pasado 12 de julio, amparando su militancia con una credencial que dice le fue expedida en tiempos de Luis Donaldo Colosio. Fue una imposición. Ese ’dedazo’, nombramiento o designación, tiene un papá: el primer priista de México, el Presidente Peña Nieto. La ’elección’ fue aplaudida por el sector obrero desarticulado desde que murió don Fidel Velázquez; recibió el respaldo de la casi extinta CNC, por falta de campesinos en el país; y recibió el apoyo de las invisibles organizaciones populares. Muchas figuras del priismo, por respeto asimismas, no participaron en la farsa de elección.
El más eufórico en torno a Ochoa Reza, es el autoprecandidato presidencial Eruviel Ávila Villegas, gobernador del Estado de México. Sin embargo la mayoría de los priistas, ’por disciplina’, no hacen público su desacuerdo, no quieren enfrentarse con Peña Nieto. En pocas palabras, son agachones. Desean conservarse en las listas de invitados a determinados actos. No quieren ’quemarse’ con Peña Nieto ni con el ’vicepresidente’ Videgaray Caso, aunque ambos viven en su mundo y nada les importa, ni se preocupan por su futuro. Sus gruesos escudos impiden que ser heridos por la crítica y sus lentes obscuros no les dejan ver la realidad.
Pues bien Enrique, el tocayo del Presidente de México, desde su despacho en la Ciudad de México, abrió fuego contra los priistas que están en la picota pública o sean los gobernadores salientes de Veracruz, de Chihuahua, de Quintana Roo y el reciente ex de Nuevo León. También anunció que llamará al Señor Licenciado Don Alfredo Castillo Cervantes, director de la CONADE, para que le rinda cuentas a los priistas de lo que pasó en los Juegos Olímpicos de Rio 2016. Tal vez el dirigente priista –que no líder—está olvidando que Don Alfredo es de los verdaderos protegidos de Peña Nieto.
César Duarte Jacquez, Javier Duarte de Ochoa y Roberto Borge están a un paso de ’la expulsación’. Serán los primeros que en calidad de exgobernadores queden fuera del partido que por seis años los acogió. La última sonada expulsión fue la de Porfirio Muñoz Ledo y de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, ex presidente nacional del PRI y exgobernador de Michoacán, respectivamente, pero no por corruptos. ¡Ah!, también por razones políticas, expulsaron a la profesora Elba Esther Gordillo Morales, quien fungió como secretaria general del comité ejecutivo nacional.
A Rodrigo Medina de la Cruz, hasta los mismos priistas se lo quieren comer vivo. Ya está bajo proceso penal. Le imputan un desvío o faltante en el presupuesto estatal por 3,600 millones de pesos, equivalente al 10 por ciento de lo que ’se perdió’ en el sexenio del ilustre profesor de primaria Humberto Moreira Valdés, quien como gobernador de Coahuila heredó el cargo a su hermano Rubén. Ochoa Reza jamás habrá de proponer que ese distinguido coahuilense sea expulsado del PRI.
En épocas pasadas tampoco se sancionó a los priistas que traicionaron al partido y se fueron a otro para ser gobernadores: Ricardo Monreal Ávila, Leonel Cota Montaño, Arturo Núñez Jiménez, Rafael Moreno Valle Rosas, Ángel Heladio Aguirre Rivero, Alfonso Sánchez Anaya, entre otros. Los más recientes que dejaron el PRI para ser gobernadores, próximos a tomar posesión: en Quintana Roo, Carlos Manuel Joaquín González; José Rosas Aispuro Torres, en Durango y el de negra historia Miguel Ángel Yunes Linares, quien en Veracruz hará trizas a los del actual gobierno.
PREGUNTA PARA MEDITAR:
¿Quién será el ingenuo que acepte ser candidato presidencial del PRI, el próximo año, con el académico Ochoa Reza como presidente del partido?
jherrerav@live.com.mx



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"Expulsación" priísta a unos y olvidémonos de otros

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