1

2,669 vistas

Julio 22, 2019 20:28 hrs.

Agencia de noticias Plata Pura › guerrerohabla.com

Religión ›


Martes 23 De Julio 2019


La Palabra de Dios

Primera lectura
Ex 14, 21–15, 1
En aquellos días, Moisés extendió su mano sobre el mar, y el Señor hizo soplar durante toda la noche un fuerte viento del este, que secó el mar, y dividió las aguas. Los israelitas entraron en el mar y no se mojaban, mientras las aguas formaban una muralla a su derecha y a su izquierda. Los egipcios se lanzaron en su persecución y toda la caballería del faraón, sus carros y jinetes, entraron tras ellos en el mar.

Hacia el amanecer, el Señor miró desde la columna de fuego y humo al ejército de los egipcios y sembró entre ellos el pánico. Trabó las ruedas de sus carros, de suerte que no avanzaban sino pesadamente. Dijeron entonces los egipcios: ’Huyamos de Israel, porque el Señor lucha en su favor contra Egipto’.

Entonces el Señor le dijo a Moisés: ’Extiende tu mano sobre el mar, para que vuelvan las aguas sobre los egipcios, sus carros y sus jinetes’. Y extendió Moisés su mano sobre el mar, y al amanecer, las aguas volvieron a su sitio, de suerte que al huir los egipcios se encontraron con ellas, y el Señor los derribó en medio del mar. Volvieron las aguas y cubrieron los carros, a los jinetes y a todo el ejército del faraón, que se había metido en el mar para perseguir a Israel. Ni uno solo se salvó.

Pero los hijos de Israel caminaban por lo seco en medio del mar. Las aguas les hacían muralla a derecha e izquierda. Aquel día salvó el Señor a Israel de las manos de Egipto. Israel vio a los egipcios muertos en la orilla del mar. Israel vio la mano fuerte del Señor sobre los egipcios, y el pueblo temió al Señor y creyó en el Señor y en Moisés, su siervo. Entonces Moisés y los hijos de Israel cantaron este cántico al Señor:
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor Jesús

Salmo Responsorial
Éxodo 15, 8-9. 10 y12. 17
R. (1a) Alabemos al Señor por su victoria.
Al soplo de tu ira
las aguas se agolparon,
el oleaje se irguió como un gran dique
y el mar quedó cuajado.
R. Alabemos al Señor por su victoria.
El enemigo dijo:
’Iré tras ellos a alcanzarlos,
repartiré el botín, saciaré mi codicia,
empuñare la espada, los matará mi mano’.
R. Alabemos al Señor por su victoria.
Pero sopló tu aliento
y el mar cayó sobre ellos;
en las temibles aguas
como plomo se hundieron.
Extendiste tu diestra
y se los tragó la tierra.
R. Alabemos al Señor por su victoria.
Tú llevas a tu pueblo
para plantarlo en el monte que le diste en herencia,
en el lugar que convertiste en tu morada,
en el santuario que construyeron tus manos.
R. Alabemos al Señor por su victoria.

Aclamación antes del Evangelio
Jn 14, 23
R. Aleluya, aleluya.
El que me ama cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará
y haremos en él nuestra morada, dice el Señor.
R. Aleluya.

Evangelio
Mt 12, 46-50
En aquel tiempo, Jesús estaba hablando a la muchedumbre, cuando su madre y sus parientes se acercaron y trataban de hablar con él. Alguien le dijo entonces a Jesús: ’Oye, ahí fuera están tu madre y tus hermanos, y quieren hablar contigo’.

Pero él respondió al que se lo decía: ’¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?’ Y señalando con la mano a sus discípulos, dijo: ’Éstos son mi madre y mis hermanos. Pues todo el que cumple la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre’
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús

Reflexión del Evangelio de hoy
El salto mortal
Cualquiera que en algún momento de su infancia haya asistido a alguna atracción circense, posiblemente vivió momentos de verdadero suspense cuando los trapecistas originaban unas increíbles volteretas en el aire, los espectadores sentíamos el vértigo de un verdadero ’salto mortal’: o no fallaban en el salto o se precipitaban al vacío. El suspense y el vértigo del salto provocan un sentido profundo de libertad, como el que ha sido capaz de desafiar la línea del espacio. La libertad es la raíz de la dignidad y solo es libre quien ha descubierto que en el salto mortal de la vida, el ’amor’, se escribe con mayúsculas. O amas o se te arruga el alma, que es el vacío existencial de quien no lo ha logrado.

A Pablo no le fue fácil ser libre. El suyo fue un salto mortal vertiginoso. Cuando la ley es la única ley, la muerte puede considerarse una inseparable compañera de camino; sobre su espaldas pesaban muchas sentencias de muerte justificadas por la ley. Pablo fue un hombre de objetivos, lo fue en el judaísmo con una precisión increíble y lo fue en el seguimiento de Jesús con una audacia que descoloca. La libertad de Pablo supuso el salto mortal de la ’ley por la ley de Dios, a la ley del amor de Dios’. Esta libertad tiene su raíz en el perdón; se sintió perdonado y experimentó en primera persona la libertad de la ley, que es el amor y la misericordia. Se descubrió vivido por Dios: ’es Cristo quien vive en mí’, y cambió el horizonte de la legalidad que mata por la ley del amor que se entrega hasta dar la vida. Este aprendiz de libertad descubrió que la herida profunda de la misericordia de Dios le había crucificado con Cristo, encadenando su vida a los cristos de la historia, "¿Quién desfallece sin que desfallezca yo? ¿Quién sufre escándalo sin que yo me abrase?"- nos dirá en la segunda carta a los corintios- ; los cristos de la historia que en los recodos del camino buscan una mano tendida que les rescate de las consecuencias del verdugo de la ley: pobreza, desahucios, explotación, maltrato, abusos, soledad, silencios de muerte que sesgan vidas y corrompen historia etc. El corazón de Pablo se bañó tanto en la misericordia que muerto a la ley vivió para Dios en la fe del Hijo que le amó hasta entregarse por él. Sin Cristo Pablo habría acabado destruido por su misma ’ceguera legal’.

El doble salto mortal
Si el vértigo de un salto mortal es increíble, el doble salto mortal coloca al espectador en un profundo desasosiego, ¿podrá mantener el equilibrio? ¿Caerá?...y ¡qué seguridad tan fuerte se experimenta cuando se evidencia que el doble salto se realizó con éxito!

No hay libertad sin identidad. La fuerza de la fe nos configura con la raíz de nuestro ser: Cristo. La invitación de Cristo a permanecer en Él, es como un grito cósmico que desde el primer ’hagamos’ ha dado consistencia e identidad a la realidad creada. Para el ser humano, y más concretamente para el cristiano, la vinculación es ’esencial’ y configurante: ’permaneced en mí y yo en vosotros’ ’porque sin mí no podéis hacer nada’. Llamado a dar fruto abundante, el ser humano es invitado a buscar en las aceras de la vida el rostro del Crucificado; de lo contrario, sucumbiremos en la ’nada de la vida’ (quizá no es una idea muy ortodoxa), que es situarse en el montón de los sarmientos secos…y dejar que las horas sequen la raíz y nos coloquen en el vértigo paralizante del miedo a darnos. La identidad que nos transfiere ser sarmientos de Cristo, es una identidad que nos configura hasta la eternidad. Somos herederos/as del Reino y no podemos vivir de las ataduras de la ley que nos convertirían en ’hackers de la historia’, estructurados para mirar el mundo escondidos en seguridades egoístas. La libertad del cristiano es la fiesta del ’banquete’ donde se parte y se reparte el Pan de la Vida, que es Cristo y donde abrazados a su misión pregonamos que Él es la razón de nuestra existencia, porque sin Él no podemos hacer nada. Es el doble salto mortal que va más allá de lo creíble y que tiene como garantía: el amor, la otra mejilla, la oración por los que nos persiguen y calumnian, el amor a los enemigos y como única referencia la cruz. Si lo logramos con Él y por Él, en nuestras vidas siempre se escuchará el ’aleluya del Resucitado’. ’Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante, así series discípulos míos’.

El taburete o el trapecio
Existe un subsuelo humano sobre el que pasamos cada día en nombre de la ley y de la justicia, de la falsa y adormecida economía, que expande el tentáculo de la pobreza sobre una parte cada vez más creciente de la humanidad. Acostumbrados a escuchar el dolor, el gemido de la guerra y del hambre, el oído del corazón apenas lo percibe, el tímpano del alma se ha protegido y el corazón humano ya no llora. O saltamos desde el trapecio, como lo hicieron Pablo y santa Brígida, sin miedo a perder la vida y dejar en el camino la huella del amor, de la otra mejilla, del perdón y la misericordia, de la búsqueda del bien y de la bondad, de la justicia, la libertad y la dignidad para los pobres, o nos acomodamos en un mediocre taburete de seguridades y miedos, de indiferencia y migajas de egoísmo. Si no hemos descubierto que la belleza de Dios es la belleza del ser humano, comencemos desde ahora a dejarle paso a Él, para que los sarmientos de nuestra vida nunca, nunca, dejen de permanecer en el que es el AMOR por excelencia. La humanidad necesita la audacia del trapecio, los taburetes mediocres ya los encuentra en los escaparates de Ikea o en la mensajería de Amazon.
Sor Mª Ángeles Martínez, OP
Monasterio de la Inmaculada. Torrente - Valencia

VER NOTA COMPLETA

CONTACTA AL AUTOR

Escribe un comentario directo al autor

’ Así seréis discípulos míos ’

Éste sitio web usa cookies con fines publicitarios, si permanece aquí acepta su uso. Puede leer más sobre el uso de cookies en nuestra política de uso de cookies.