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Agosto 25, 2018 19:13 hrs.

Por: Juan López › guerrerohabla.com

Biografías ›



Me enteré cuando su féretro iba ya rumbo a Las Cruces, su destino final. No fui a la "Manzanares" a despedir su inerte humanidad. Lo lamento. No existirá una segunda oportunidad. Una vez en la vida se nace y también sólo una vez se muere.
Fue un periodista exitoso en el género de sociales cuando Trópico el Diario non del puerto llevaba la agenda informativa de Acapulco. Puntual, receloso, protagónico para nada. Incluso era un ser marginal Arturo Escobar García, fue un tipo solitario como pocos, humilde, sensato, capaz de haber dominado en vida la pedantería de su egolatría.
Perteneció a la casta de esos individuos conocidos por jamás hacer mal a nadie. No dejó querellas sembradas en el camino ni en el zurco arado por todos en la vida, quedaron regadas semillas de odio ni resentimientos.
La vejez se aproximó a su vida con esa lentitud espectral nunca por nadie presentida. La fuerza de la gravedad encorvó su figura. Fue lentamente convirtiéndose en la sombra de su persona y, el ingrato deterioro paulatino con el cual la vida acosa y pega hasta vencernos, a él lo derrotó ayer cuando con un suspiro por última ocasión se encomendó al Creador.
Dios debió haberlo recibido con una sonrisa: gratia plena. Indulgencia especial para las almas nobles.
Después de Trópico el oficio informativo y el glosario del columnista ocupó un sitial en la añoranza. Las golondrinas sabedoras de nuestros nombres esas, no volvieron. Otras oportunidades se repitieron: El Novedades y El Diario 17, rotativos sin equivalencia con aquella época romántica de impresos artesanales: linotipo, crisol, tipo movible, metal caliente, el santo olor de la tinta. Ya no habría primaveras ni veranos dichosos, sino unicamente acumulados otoños e inviernos como los vimos ayer en la funeraria de Cuauhtémoc.
Arturo Escobar García con la muerte cierra un ciclo. En su lápida se puede escribir con orgullo: "Fue un periodista íntegro, vivió y murió pobre, nunca aprovechó la ocasión para vender indulgencias, ventajas ni silencios ni adquirir complicidades con amos y capataces".
Las nuevas generaciones no lo conocen -¡excelente!-. Es un ejemplo del oficio enaltecido por el anonimato.
ZIC-ZAG se llamó su columna matutina. Una obligación social fue leerla todos los días.
Adiós, Arturo.
PD: "Morirse es, como dejar un vicio": Anton Chejov.

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Adiós Arturo

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