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Julio 30, 2018 16:35 hrs.

Genaro Portillo › SN Noticias

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Nació en Nagoya, en el seno de una familia que poseía una ancestral fábrica de sake. Fue un estudiante brillante, amante de la cultura occidental en general y de la música clásica en particular. Desde niño tuvo fascinación por los artefactos electrónicos y prestaba especial atención al funcionamiento de los fonógrafos. Se gradúo de la Universidad Imperial de Osaka en 1944. Se alistó en el ejército del Imperio Japonés durante la Segunda Guerra Mundial y allí conoció a Masaru Ibuka con quien se reencontró tras el final del conflicto uniéndose a él en la nueva empresa que este intentaba organizar, la misma que años después pasaría a llamarse Sony.

Formó su primera compañía con un capital de US$500.00. El primer producto fabricado fue una cazuela para cocinar arroz. Produjeron cien y no vendieron una. Fabricaron la primera grabadora en el Japón (cinta de papel, no existía el plástico) y tampoco se vendió. Durante ocho años estuvieron al borde de la quiebra.

Una vez superadas aquellas crisis y con la empresa por buen camino, se empecinó en construir un aparato estereofónico que sus ingenieros y mercadólogos le aconsejaban no hacer, pues sería un total fracaso. Morita insistió contra todo pronóstico, al extremo de llegar a decir: Si no vendemos cien mil piezas para finales de año, renuncio a la presidencia de la compañía.

Hoy conocemos aquel aparato de ’dudoso éxito’ como ’Walkman’. El walkman se fabricó en 1979 y fue uno de los productos más famosos de Sony. Para efectos de resumir su gestión emprendedora, déjenme decirles que Akio Morita, entre 1955 y 1992, elevó las ventas de Sony de 2.5 millones de dólares a 29,000 millones anuales. Y por favor, no olviden que inició con quinientos dólares.

Algo interesante de este señor es que la edad no significó obstáculo alguno para emprender aficiones personales. Empezó a jugar tenis a los cincuenta y cinco, por ese mismo tiempo recibió su licencia de piloto de helicópteros. Aprendió a esquiar en la nieve a los sesenta y esquiar en el agua a los sesenta y cuatro. Después de cumplir los setenta, le gustaba correr en su motocicleta, subir a la montaña rusa y hasta hizo acrobacias en avión.

Fue condecorado con la Medalla Albert, otorgada por la Sociedad Real de Artes del Reino Unido. Fue el primer japonés en recibir este honor. Dos años más tarde recibió la Orden Nacional de la Legión de Honor, y en 1991 fue nombrado miembro de la Orden del Tesoro Sagrado, por el Emperador de Japón.

Morita falleció a causa de neumonía a los 78 años.

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Akio Morita

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