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Enero 10, 2014 17:04 hrs.
Carlos Ravelo Galindo › diarioalmomento.com
Política ›
Todos y tantos discursos en la política nacional en donde predominan las promesas a corto, mediano y largo plazo ---el prometer no empobrece; el dar es lo que aniquila, diría nuestro amigo el tendero don José--- recuerda una simpática narración, que trasladada a este tiempo, permite satisfacer la ironía del que paga, y paga bien, los impuestos y nada recibe a cambio. Imaginemos, después de la nueva ley energética, al siguiente sujeto como Pémex y a sus descendientes como el pueblo: El hombre que está moribundo, reúne a sus dos hijos, a su hija, a su esposa y a su enfermera. Rodeado por todos ellos, decide repartir su herencia y muy serio les dice: A ti, Cesar, te dejo las casas del Norte y las fábricas. A ti, hijita, te dejo todos los apartamentos del Conjunto Cerrado! A ti, Andrés, por ser mi hijo menor con un gran porvenir, te dejo todas las oficinas y Departamentos. Y a ti, querida Elba Esther, amada esposa, el edificio más grande, el del Centro y las casas del sur. La enfermera, impresionada por tal magnificencia del marido le afirma a la esposa: ¡Su esposo ha de ser muy rico, les está dejando muchas propiedades! A lo que la esposa, sin perder el tiempo le responde: ¡Qué rico ni que ojo de hacha! Esas son las rutas donde reparte garrafones de agua...
carlosravelogalindo@yahoo.com.mx
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