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Febrero 18, 2016 11:39 hrs.

Juan López › codice21.com.mx

Política ›


Chaparrito como era, Napoleón medía la grandeza de su cabeza al cielo. Una de sus estampas favoritas fue aquella de cuando se vio parado frente a la esfinge en Egipto y ufano exclamó para sí mismo: cuarenta siglos os contemplan.

Los faraones fueron en su corta vida avasallados por el sueño de la inmortalidad: entre mayores fuesen las pirámides más seguridad tenían de que su sueño eterno se perpetuaría. Hicieron enormes las estatuas, los arcos triunfales, los templos de dioses paganos. Era la idea crecer en monumentos, en insignias y pendones, cuando no habían podido superar la pequeñez de sus frágiles humanidades.

El Taj Mahal “Palacio de Corona” es un edificio construido entre 1631 y 1648, en la ciudad de Agra, en la India, a orillas del río Yamuna, por el emperador Shah Jahan. El imponente conjunto se erigió en honor de su esposa favorita, Arjumand Bano Begum, Mumtaz Mahal quien murió en el parto de su decimocuarta hija. Se estima que su construcción necesitó el esfuerzo de 20 mil obreros.

El Taj Mahal es considerado el más bello ejemplo de arquitectura mogola. Estilo que combina arquitectura islámica, persa, india y turca.

Este monumento ha logrado especial notoriedad por el carácter romántico de su inspiración. Aunque el mausoleo cubierto por la cúpula de mármol blanco es la parte más conocida, el Taj Mahal es un conjunto de edificios integrados. Importante destino turístico de la India, en 1983 fue reconocido por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad y nombrado una de las Nuevas Siete Maravillas del Mundo Moderno.

Cuando la mirada recorre la estructura ociosa, desquiciada del edificio “Inteligente”, en la costera Miguel Alemán como un alarde de un bordado de fierros y varillas, no se puede evitar que la imaginación atraiga al autor primigenio de la obra: Z. Gobernante huidizo, calculador de mitos, hombre corto, arquitecto de la gula y el desperdicio, quien con esa faramalla haya pretendido disfrazar como Bonaparte su infinita pequeñez humana.

Dicen de los cobardes que mientras más grande es la pistola que usan mayor es el miedo que intentan esconder.

Pero no es el derroche criminal ni la estafa al erario lo que debe ocultarse. Guerrero no es Austria ni Dinamarca. Para cuantas camas de hospitales hubiera servido esa inversión en Cualac o Milpillas. En cuantas becas para estudiantes indígenas se hubiera invertido este despilfarro. Sangre para niños con cáncer. Sanitarios para escuelas públicas. Drenaje y agua potable para seres olvidados que vegetan como cuadrúpedos.

La justicia no es sólo la apelación en un tribunal. Es parte de la vida cotidiana. Es reprobable que se alcen edificios de granito y cristales, climatizados con serpentines solares y luces de día en el trópico solar, ante gente descalza que se marea de parasitosis y anemia.

El Tah Mahal de Z no fue una devoción de amor, sino una burla y una canallada, propia de su espíritu tunante.

Que la Unesco lo declare estrella de la corrupción de un pueblo pobre y asistan los turistas a recrearse de que en Guerrero, en pleno siglo XXI, padecimos gobernantes con mentalidad del siglo XIV.

PD: “Todo lo que el hombre no necesita, se lo roba a los pobres”: Gandhi.

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