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Noviembre 11, 2018 22:35 hrs.

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LA PALABRA DE DIOS

12 de noviembre 2018

Memoria de San Josafat, obispo y mártir


Primera lectura
Ti 1, 1-9
Yo, Pablo, soy servidor de Dios y apóstol de Jesucristo, para conducir a los elegidos de Dios a la fe y al pleno conocimiento de la verdadera religión, que se apoya en la esperanza de la vida eterna. Dios, que no miente, había prometido esta vida desde tiempos remotos, y al llegar el momento oportuno, ha cumplido su palabra por medio de la predicación que se me encomendó por mandato de Dios, nuestro salvador.

Querido Tito, mi verdadero hijo en la fe que compartimos: te deseo la gracia y la paz de parte de Dios Padre y de Cristo Jesús, nuestro salvador.

El motivo de haberte dejado en Creta, fue para que acabaras de organizar lo que faltaba y establecieras presbíteros en cada ciudad, como te lo ordené. Han de ser irreprochables, casados una sola vez; y sus hijos han de ser creyentes y no acusados de mala conducta o de rebeldía.

Por su parte, el obispo, como administrador de Dios, debe ser irreprochable; no debe ser arrogante, ni iracundo, ni bebedor, ni violento, ni dado a negocios sucios. Al contrario, debe ser hospitalario, amable, sensato, justo, piadoso, dueño de sí mismo, fielmente apegado a la fe enseñada, para que sea capaz de predicar una doctrina sana y de refutar a los adversarios.
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor

Salmo Responsorial
Salmo 23, 1-2. 3-4ab. 5-6
R. (cf. 6) Haz, Señor, que te busquemos.
Del Señor es la tierra y lo que ella tiene,
el orbe todo y los que en él habitan,
pues él lo edificó sobre los mares
el fue quien lo asentó sobre los ríos.
R. Haz, Señor, que te busquemos.
¿Quién subirá hasta el monte del Señor?
¿Quién podrá estar en su recinto santo?
El de corazón limpio y manos puras
y que no jura en falso.
R. Haz, Señor, que te busquemos.
Ese obtendrá la bendición de Dios,
y Dios, su salvador, le hará justicia.
Esta es la clase de hombres que te buscan
y vienen ante ti, Dios de Jacob.
R. Haz, Señor, que te busquemos.

Aclamación antes del Evangelio
Cfr Flp 2, 15. 16
R. Aleluya, aleluya.
Iluminen al mundo con la luz del Evangelio
reflejada en su vida.
R. Aleluya.

Evangelio
Lc 17, 1-6
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "No es posible evitar que existan ocasiones de pecado, pero ¡ay de aquel que las provoca! Más le valdría ser arrojado al mar con una piedra de molino sujeta al cuello, que ser ocasión de pecado para la gente sencilla. Tengan, pues, cuidado.

Si tu hermano te ofende, trata de corregirlo; y si se arrepiente, perdónalo. Y si te ofende siete veces al día, y siete veces viene a ti para decirte que se arrepiente, perdónalo".

Los apóstoles dijeron entonces al Señor: "Auméntanos la fe". El Señor les contestó: "Si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a ese árbol frondoso: ’Arráncate de raíz y plántate en el mar’, y los obedecería".
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús

Reflexión del Evangelio de hoy
TE DESEO LA GRACIA Y LA PAZ DE DIOS PADRE Y DE CRISTO JESÚS, SALVADOR NUESTRO
El comienzo de la carta a Tito, que hoy escuchamos en la liturgia, me parece que nos permite descubrir -entre una larga serie de instrucciones y recomendaciones- dos aspectos sobre los que preguntarnos y ahondar.

- El objetivo de la misión: promover la fe en un Dios fiel que nos da la vida para siempre, y que se manifiesta de manera definitiva en Jesucristo nuestro salvador.

- Los medios o instrumentos para llevarla a cabo: una organización de la comunidad creyente que se configure respondiendo a ciertos criterios.

La carta no utiliza nuestro lenguaje. Y el contexto nos resulta lógicamente lejano.

Quizá nos puede venir bien detenernos a observar ’desde fuera’ nuestra manera habitual de situarnos -con la palabra, pero sobre todo con la vida- como miembros de la Iglesia, personal y comunitariamente. ¿Nos percibirán los otros como personas que han experimentado la salvación de Dios? ¿Anunciamos sentido de la vida o tal vez normas de conducta?...

Por lo que respecta a los criterios para la configuración de la comunidad de los que creen en Jesús, aparece claramente la necesidad de organizarse de modo que algunas personas realicen la tarea de acompañar, de ’cuidar’, de garantizar la fidelidad al mensaje original.

Estamos en los tiempos de la Iglesia naciente. Los Apóstoles, testigos y garantes del mensaje de Jesús y sobre Jesús, desaparecen y es preciso encontrar los medios para que la Buena Noticia se conserve fielmente (no había escritos aún). Serán los presbíteros (los ancianos) quienes se hagan cargo de esta tarea. Pero para ello es preciso reunir ciertas cualidades que no provienen precisamente de una alta preparación académica, sino de la realización de un proceso de maduración humana y espiritual permanente, que se traduce en un estilo de vida en sintonía con el mensaje que anunciamos. Más allá de todas nuestras debilidades y fragilidades.

Y lo que vale para los presbíteros y el obispo (en la época no existe una organización eclesial como la actual) es aplicable a cada uno de los creyentes, que tenemos nuestra cuota de responsabilidad en la formación de una comunidad que responda al mensaje y al deseo de Jesús de Nazaret.

Auméntanos la fe
Es posible que detrás de la palabra ’escándalo’ tengamos conceptos, interpretaciones, representaciones… variadas. Muchas veces decimos que hay gente que se escandaliza por muy poca cosa, o por cosas que apenas tienen importancia.

En el evangelio que escuchamos hoy, es seguro que cuando Jesús habla del escándalo no se está refiriendo a ese tipo de cosas. La rotunda afirmación que realiza nos está indicando que habla de aquellos que, con su actuación, están causando un daño grave a los pequeños, los débiles, los que no tienen posibilidades de defensa. En cualquier ámbito o esfera de la existencia. Y nuestra comunidad eclesial no está libre del escándalo producido por sus miembros… ¡qué importante será no mirar para otro lado y saber poner el remedio posible!

Del escándalo, Jesús pasa de inmediato al tema del perdón. Un perdón que tendríamos que ser capaces de otorgar siempre. Los apóstoles se dan cuenta de que la propuesta de Jesús supone muchas veces dificultades casi insuperables, y se dirigen a Él, esta vez sí, con la petición más adecuada: auméntanos la fe.

Y dado que tenemos tantas ’moreras’ que arrancar de raíz, personales y sociales, ¡qué bueno será que sepamos hacer nuestra, de corazón, esa oración!

Hna. Gotzone Mezo Aranzibia O.P.
Congregación Romana de Santo Domingo

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’Auméntanos la fe’

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