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Enero 01, 2019 21:34 hrs.

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01-01-2019
México.- Mientras que para algunos un bazar de antigüedades es un cúmulo de basura, para otros es un tesoro, una manera honesta de subsistir o, simplemente, un homenaje a la nostalgia por ese tiempo que ya no puede volver.

Es la oportunidad de conocer cómo fueron las costumbres de otras épocas, las modas y las tradiciones; significa echarse un clavado a la infancia y volver a tocar aquellos objetos con los que se jugaba y que con tanto anhelo le pedíamos a Los Reyes Magos.

Es como viajar al pasado y hojear las revistas que hablaban del ídolo Pedro Infante, de El Santo o "La Familia Burrón"; es recordar las primeras placas de un automóvil y analizar el tiempo a través de un reloj de piso.

Al caminar por los pasillos del tianguis, también es común toparse con la joyería fina de la abuela, sus dijes, collares y aretes; o con los trastos de cocina y la vajilla de porcelana o vidrio cortado. Es atestiguar el inicio de la tecnología: de los primeros teléfonos, los radios, los televisores, los videojuegos y las cámaras fotográficas.

En la Ciudad de México existen varios mercados de pulgas, como popularmente se les conoce, pero hay uno en especial que atrae a infinidad de visitantes, coleccionistas, extranjeros y curiosos.

Se trata del Bazar Cuauhtémoc o también conocido como el Bazar "Ignacio Chávez", ubicado sobre la avenida Cuauhtémoc, entre las calles Dr. Juan Navarro y Dr. Liceaga, en la colonia Doctores. Justo frente al Jardín "Dr. Ignacio Chávez" se instalan decenas de puestos en los que se ofrece cuanto objeto se pueda imaginar.

En el paraíso de lo retro, lo mismo hay candelabros que muebles, cuadros, máquinas de coser, máquinas de escribir, tocadiscos, fonógrafos, discos de acetato, películas, bicicletas, tapetes, esculturas y espejos.

Buscando más adelante, se hallan muñecas y personajes originales de "Star Wars", juguetes famosos, libros, monedas, billetes, boletos del Metro, navajas, adornos, obras de arte, comics, videojuegos, máscaras, artesanías, ropa de antaño, fotografías, baúles y electrodomésticos antiguos.

’El juguete Butler y copias de muñecos originales es lo que trabajo. También lo de marcas como Lili Ledy, Kenner, Auriken y otras de renombre. Es juguete que consigo en las ventas de garage de zonas como Arboledas, Satélite y Echegaray’, comentó Jorge Hernández, quien desde hace dos décadas monta su puesto en el Bazar Cuauhtémoc.

Sus clientes, incluso, le hacen encargos, por lo que mercados como el de Santa Cruz Meyehualco, El Salado, Las Torres, Tepito, Portales, Puente Negro y San Felipe de Jesús suelen ser sus grandes proveedores, así como otros establecimientos de la República Mexicana.

Sin embargo, admitió que no todo es miel sobre hojuelas, pues a través de las redes sociales los coleccionistas hallan más fácil los objetos que buscan y eso no beneficia a los comerciantes del bazar.

’La clientela disminuye cada vez más, pues la gente ya no quiere caminar y buscar, ahora optan por lo más cómodo. Ponen una palabra en el buscador de internet y les despliega todo lo que quieren. En precio, ellos no nos ganan, pues cobran más caro; pero es algo que hoy en día ya no le importa al coleccionista mientras esté lo que quiere’.

Al Bazar Cuauhtémoc llega todo tipo de gente, sobre todo extranjeros (japoneses y estadunidenses) que tienen la esperanza de hallar lo obsoleto, lo más viejo, las ediciones limitadas o las piezas únicas de algún objeto, instrumento o juguete.

Jorge Hernández, mejor conocido como ’El rey del Butler’, declaró a Notimex que es artesano-decorador en artes pláticas, pero hace 40 años comenzó a comprar y vender antigüedades, lo ’vintage trend’ que ahora le llaman.

Entre lo más sobresaliente de su mercancía se encuentra una muñeca Lili Ledy de 1970, que oferta por encima de los mil pesos, pero también hay soldaditos de plástico con un costo de 10 pesos.

’Cuando llegué aquí, hace 20 años, éramos como cinco o seis puestos, ahorita ya es una plaga, somos demasiados y cada vez llegan más, pero para todos hay, nos apoyamos siempre y trato de enseñarle a vender a los nuevos’, destacó mientras señalaba el precio de 100 pesos de una alcancía de barro.

El bazar se instala los sábados y domingos de las 7:00 horas y hasta las 19:00 horas. Aunque la alcaldía Cuauhtémoc otorga los permisos para que los comerciantes se instalen, si bien es cierto, los vecinos ya no quieren que estén.

’Cada vez se complica más ponernos, los vecinos se unen y no nos quieren. Hemos buscado en otros lugares, pero ya no hay, así que aquí aguantamos hasta que se pueda. Creo que no les afectamos, sólo estamos dos días y ellos tienen la semana libre de nosotros, pero en fin’, expresó Juan Ortiz, que también vende juguetes.

Mientras en el puesto aledaño se escucha el último éxito de Bruno Mars, Roberto Esquivel espera a quien se interese por los radios antiguos que oferta, aquellos que tocaban las melodías de Agustín Lara y Pedro Vargas como lo más nuevo en materia musical.

También expone los relojes, billetes, monedas viejas y hasta algunos boletos rosas que se usaron para subir al Metro de la Ciudad de México, allá por la década de los 70.

’A veces vienen y ni me compran, pero sí se ponen a platicar conmigo y me preguntan cosas. Aunque no lo parezca, hay mucha gente interesada en saber cómo fue nuestro pasado, sobre todo, los llamados ’millennials’. Tocan todo y buscan la manera de hallarle cómo se usaba’, relató.

Originalmente, recordó, el bazar se caracterizaba por vender arte y antigüedades. ’Pero aquellas personas que iniciaron con este tipo de venta, se han ido, ya sea porque se mueren, porque ya no se vende como antes o porque se les acaba la mercancía.

’Ahora es poco común encontrar muebles de finales del siglo XIX o principios del XX, pues ya sólo están en las galerías finas. Aquí sí hay varios, pero abundan más los juguetes retro, las primeras ediciones del Atari, Nintendo o El fabuloso Fred.

’Son los objetos de los años 70 y 80 lo que más está pegando, pues ahora pasa a ser de lo más viejo que hay y lo que más llama la atención de los coleccionistas. Los tiempos cambian’, aseguró.

Joyería en ámbar, coral y piedras semipreciosas como el ópalo y cristales de murano de los años 70 que usaron los hippies es de lo que más vende Roberto Esquivel.

David López Murillo no se especializa en nada, básicamente vende de todo, desde publicidad, anuncios luminosos, juguetes y cosas exóticas.

’Durante la semana me levanto muy temprano para buscar. Estoy pendiente de quienes se cambian de casa y desean deshacerse de chácharas, también reviso el Segunda Mano y las ventas de garage. A veces le doy una manita de gato a lo que consigo y lo vendo a un mejor precio, pues hay muchas cosas que llegan sucias o semirrotas’.

Los utileros de películas y decoradores de interiores acuden mucho a este tipo de tianguis.

’Cuando filmaron la de ‘Frida’ (2002) vinieron a buscar artefactos de cocina antigua. Se llevaron un molino, una estufa y trastos. También ha venido gente que viste las obras de teatro o decora los negocios a un estilo vintage. Son productos que, por lo regular, pasan hasta por tres manos para llegar al interesado’, indicó.

Al lado de su puesto, se encuentra Luisa Ramírez. Ella vende pulseras y aretes de la época actual. Dentro de algunos años quizá continúe en el bazar, pero ahora ofertándolos como objetos antiguos.

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Bazar Cuauhtémoc de antigüedades, un homenaje a la nostalgia

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