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Mayo 25, 2015 13:03 hrs.

Araceli Ordoñez Cordero › diarioalmomento.com

Cultura ›


Recuerdas cuando una sonrisa era el alimento que necesitaba nuestro cuerpo; las burlas debajo de la mesa, las miradas escapadas del cerco de papá. Recuerdas las trampas para escapar, los murciélagos que tarde se paraban en el cuello de lirios que adornaban los ojos de tu pensamiento, un viento que cobijaba las esperanzas de siembra y de temporal propicio para la cosecha, una tierra fértil que durmió de día. Se hizo a la mar comió y bebió, mañanas disfrazadas de olvido.
Las hiedras donde deteníamos los costales para dividir, mi tiempo en tu tiempo, mí, era tú y tú eras tú ¿Recuerdas?
Notas en casas ajenas, las manos en la boca cortando la queja, el frio esperando una cobija de madrugada, una merienda de gestos cansados, un rechazo a la modosita cabellera entregada a tus manos, las sábanas adornadas con sumisión. (Herencia de familia) unas goteras que nunca se taparon, el desazón del caudaloso e imperioso destino se coló como una enfermedad degenerativa. No hay proceso ni magistrado que dicte sentencia, solo cuatro manos que al cruzar la calle buscan refugio en las bolsas personales, las niñas con las niñas, los niños con los niños.
Eso no es mujer, grita le experiencia, eso es solo un pañal mal puesto, es un pecado no saber que él tiene necesidades biológicas, y no detendrá el río, las lluvias son fuertes, pero solo tenemos una tina para llenar; las lágrimas no caben. –Anda, con eso riega las flores que marchitas te di el día en que te conocí.
Has esperado más de diez años, te has esmerado en ser lo que la sociedad manda; él y tú. Has cargado la cruz que te toco vivir, como buena Cristiana; Cristi-Ana; ellas también derrumbaron cerros sin raíces que se deslavan como el rojo que bombeaba en nuestro pecho, se tiño de gris; sonrisas forzadas, comidas con el rabillo de ojos que busca en esa bolsa membranosa que nunca se abrió, se cubrió de hielo y ni el sol gimió. Un gemido apresado por la faldas de tu árbol genealógico, “no es correcto sentir” Calla y deja que el colibrí tome lo que le pertenece, abre la puerta de par en par y se dichosa porque alguien te miro. Se agradecida, pues serás mujer, alguien se digno a tener tu callada excelsitud, tus virtudes apagadas antes de que equivoques el camino, antes de que seas lo que todas, nada, nada, nada, solo una esquina que detiene sueños dormidos, solo comida de carnicería, solo unas manos de metate donde los dedos se tronaban cuando la primera vez. Esa vez que paso como el vuelo de un ave con prisa por encontrar resguardo, un volar muy corto, ese fuego que se extingue antes de prenderse, esas comisuras que no son necesario abrir, solo es procrear ideas que mañana nos alimentarán.
¿Recuerdas?
Yo recuerdo
Eso que nunca se sembró y que hoy en unas alforjas ajenas encontré.

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Cargando la cruz que te toco

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