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Marzo 13, 2018 13:19 hrs.

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En un centro de acogida cerca de Guta oriental, los civiles evacuados por el ejército sirio del último bastión rebelde a las puertas de Damasco se preocupan por sus familiares asediados por el régimen.



Las fuerzas del presidente sirio Bashar al Asad avanzan rápidamente en las zonas controladas por los insurgentes en Guta, gracias a la ofensiva lanzada hace más de tres semanas para reconquistar este bolsón de resistencia.

Rima Cheij, de 40 años, huyó de los combates y se refugió en el sector de Al Dueir, en poder del régimen. Pero sin su hija, que sigue en el enclave rebelde.

"Llevo un mes sin ver a mi hija", afirma con tristeza esta mujer, evacuada con su marido y sus otros cuatro hijos. Antes de huir, "fuimos a buscarla a un sótano en el que se había refugiado pero ella y su marido ya se habían marchado.

No la pude traer conmigo ni decirle adiós", declara, sentada sobre una alfombra.

Rima y los suyos forman parte de las 17 familias llegadas desde el sábado al centro de Al Dueir, administrado por las autoridades sirias. El ejército sirio reconquistó su ciudad, Misraba.

Antes del estallido de la guerra en Siria hace siete años el centro de acogida era un campamento scout, con varias salas deportivas.

Cada familia cuenta con una habitación y se les proporcionó colchones, mantas, comida, utensilios de cocina y productos de limpieza con el emblema de la Media Luna roja. El centro está equipado con cuartos de baño comunes. Los residentes ataron una cuerda a dos árboles para tender la ropa.

- Entre alivio y tristeza -

Rueida Abdel Rahim, de 45 años, se siente aliviada de haber huido de los combates pero está triste porque no puede ver a su hija que dio a luz en Duma, la principal ciudad de Guta, el día que empezaron los bombardeos.

"Estoy feliz de haber salido pero triste de no poder contactar con mi hija que dio a luz", dice llorando, junto a sus otros hijos.

El régimen sirio y Rusia, su aliado, lanzaron una ofensiva el 18 de febrero contra el enclave rebelde de Guta oriental, bombardeando a diario la zona. Desde entonces reconquistaron el 60% del bastión disidente.

En otra habitación, Maysa Uyun, de 32 años, reza por su madre y hermanos que se encuentran todavía en zonas bajo control de los rebeldes. "No aspiro a más que a su seguridad", dice levantando la vista al cielo.

- ’El sabor de un plátano’ -

Frente al avance del ejército, muchos habitantes abandonaron su casa.

Arafat Farhat, de un pueblo de Guta, se fue a Misraba, antes de verse obligado a huir otra vez.

"Hemos sufrido mucho (...) Mis hijos venían y me decían ’papá no queremos morir aquí’ (...) ¡no me puedo creer que sigamos vivos!", cuenta el hombre con la voz entrecortada por el llanto.

Arafat trabajaba en la construcción y confía en encontrar un empleo para comprar a sus hijos "todo lo que quieran". "Uno de ellos ni siquiera conoce el sabor de un plátano o una manzana". Las zonas rebeldes de Guta sufren un asedio desde 2013 y escasez de comida.

En el exterior del centro, unos niños juegan con otros desplazados de su edad.

Hasan Yehya, de 72 años, tiene el corazón en un puño por haber dejado a su familia en Duma. "Espero regresar para verlos", afirma este pastor. "¿Acaso puedo vivir sin mis hijos a mi edad?", "lo único que quiero es verlos. No pido nada más".

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Civiles sirios evacuados de Guta

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