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Octubre 18, 2018 23:00 hrs.

Carlos Ravelo Galindo › diarioalmomento.com

Entretenimiento ›


Uno de ellos, a nombre de todos los militares, envía una misiva al ungido. Transcribirla, doña Rosa Chávez Cárdenas, como usted nos sugiere, será nuestro honor y del general Guillermo Ravelo Anaya, nuestro extinto padre:
’Señor presidente electo: Me dirijo a usted con el respeto que impone su próxima investidura como Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas. No le escribe un periodista, columnista, analista o especialista en fuerzas armadas, no le escribe un adversario político. Le escribe un militar. Comenzaré por manifestarle que desde que tengo uso de razón, siendo apenas un niño, deseé fervientemente pertenecer al Ejército Mexicano y desde ahí servir a mi país. Así que con ese amor a mi país y a mi ejército le escribo. Primero, quisiera que le quedara claro que ser militar es una profesión; así como usted es un licenciado en derecho, yo soy un militar; así como otros son médicos, yo soy militar; así como otros son ingenieros, yo soy militar y no se puede cambiar una profesión por decreto o por ley. Usted estudió en la UNAM. Yo decidí ser militar y estudié en el Heroico Colegio Militar. Equivocadamente, usted piensa que un soldado ejerce su profesión únicamente en la guerra, es decir, en la lucha armada entre naciones. No, un militar aplica sus conocimientos y los ejerce aún sin que el país esté en un conflicto armado. En sus últimos discursos, usted ha planteado dar un giro a la naturaleza de las Fuerzas Armadas Mexicanas, cambiarles, o, mejor dicho, quitarles su razón de ser: la defensa exterior. Esta función está mandatada para usted en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en su artículo 89 y, una vez que tome el cargo, será su facultad y obligación. Con el respeto que merece, le digo que usted se equivoca al pensar que solo porque no hay guerra, no se necesita un ejército. Análogamente, sería como pensar que sólo porque en México está erradicado el sarampión, ningún niño debería ser vacunado contra esta enfermedad. Usted plantea la posibilidad de una guerra al decir que si esta ocurre en México todos los mexicanos realizarán la defensanacional. Efectivamente, así debe ser, solo que su concepto de defensa nacional es erróneo. La defensa nacional y la guerra requieren que los médicos curen y salven vidas, que los ingenieros diseñen y construyan, que los obreros y campesinos produzcan, que los maestros eduquen y enseñen, que los banqueros sigan en el sistema financiero, que los empresarios inviertan, que los abogados sigan en el litigio y así, todos los profesionistas y técnicos sigan en las actividades para las que fueron preparados mientras los militares hacemos la guerra. Equivocadamente, también afirma que en nuestra historia la defensa del país la ha hecho todo el pueblo, si así hubiera sido, tendríamos hoy un territorio más grande que el de los Estados Unidos de América. La defensa del país durante las invasiones únicamente la realizó el ejército, pero sin armas suficientes, sin municiones, sin comida, sin equipo para el frío o el calor y sin demás pertrechos. ¿La razón? En la defensa no participó todo el pueblo. No había quien diseñara las armas ni quien las fabricara; la economía era raquítica, no había quien produjera todo lo que se necesitaba para la guerra; no había unión. En 1847, el Ejército Mexicano fue vencido en combate y el resto del pueblo solo observó cómo el invasor izaba su bandera en Palacio Nacional después de que miles de soldados mexicanos murieron en el intento de detenerlo. Usted pretende convertir al Ejército en guardia civil, eso sería un gravísimo error. Ningún gobernante que quiere pasar a la historia como un estadista se deshace de su ejército. Por el contrario, lo emplea como el más fuerte instrumento a su disposición para proteger al Estado. Así ha sido siempre.
Convertir a un militar en un policía es como querer convertir a un ingeniero en un médico; a un biólogo en un arquitecto; a un matemático en un sociólogo o a un electricista en un carpintero, en todo caso, en el intento de ejercer su nueva actividad, fracasará. Los militares no debemos y no queremos ser convertidos en policías. No cometa un error elemental de política, deshacerse del ejército es poner en riesgo la propia existencia del Estado mexicano. Permita que los militares ejerzamos nuestra profesión; usted como jefe de Estado lo necesitará y ahí estaremos para cuando eso suceda. Deshacerse de sus fuerzas armadas o de su esencia lo hará prescindir de la institución más sólida, en la que más confía el pueblo de México y la más leal a las instituciones, que incluye la que usted representará. Sea líder de los soldados, pilotos y marinos, no los menosprecie, no los confunda, no los divida, no los difame, ellos sabrán ser leales a usted. No cambie la esencia de las fuerzas armadas, aprenda a usarlas. Diríjase a ellas como su comandante, no como su capataz. Aprenda a ser líder de tropas, las necesitará, no como guardias civiles, no como policías, sino como lo que son: soldados de la República leales, siempre leales. Firmaría esto con mi nombre, pero no soy el único que piensa lo que acabo de escribir, así que tome estas líneas con la rúbrica y respeto de todos los militares mexicanos’.
ceraveloygalindo@gmail.com

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De todos los militares

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