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Julio 02, 2019 20:52 hrs.

Ramón Zurita Sahagún › guerrerohabla.com

Periodismo ›


En los anales de la historia reciente no existe un presidente que haya festejado su triunfo electoral un año después de ocurrido, aunque antecedentes sí los hay, en los tiempos en que los presidentes celebraban con una salutación su primer año de gobierno.

Claro que se podría decir que el primero de septiembre, en la rendición de su primer informe de gobierno, se traducía ese logro, ya que entonces existía el culto a la personalidad, con largas filas en Palacio Nacional para felicitar al mandatario en turno y hay de aquel empresario o político de importancia que no asistiera.

También existían aquellos grandes recibimientos que se hacía de los presidentes emanados del PRI en que se formaban vallas a lo largo de las calles que desembocaban en grandes concentraciones en el Zócalo, para festinar los logros que conseguía el Ejecutivo federal en sus desplazamientos al extranjero.

Otros recibían en Los Pinos a quienes quisieran acudir a una salutación, con los que abrían la residencia oficial al pueblo en general.

Esos ritos y tradiciones del pasado parecían terminados, aunque fueron revividos ayer con la nostalgia de un pasado aparentemente ido y con un Presidente que bregó durante largos 12 años para obtener la victoria en las urnas.

De lo ocurrido en los 12 meses anteriores se pretende hacer un corte de caja, para evaluar el gobierno que apenas tiene siete meses, pero que muchos quieren remontar como si gobernara desde el mismo día de su victoria.

Es cierto que Andrés Manuel López Obrador es un ave de tempestades, que sus seguidores defienden a capa y espada, mientras sus detractores intentan crucificarlo, responsabilizándolo de todos los males que aquejan al país.

Los primeros siete meses de gobierno traen de todo, principalmente porque el país siempre se rigió por dos partidos el que gobernó durante 76 años y el que lo hizo por 12 años, ambos relegados y masacrados en las urnas el pasado primero de julio de 2018.

Dos cosas han distinguido al actual gobierno en ese tiempo, los grupos vulnerados por sus decisiones y los creados alrededor de sus dichos y hechos y otros que ni siquiera le dan el beneficio de la duda sobre sus acciones.

La marcha en contra de su accionar gubernamental y la concentración en el Zócalo para la conmoración de su victoria electoral contrastan notablemente, mientras las encuestas y las ’benditas redes sociales’ muestran que el bono democrático que le otorgaron los 30 millones de votos a su favor continúa vigente.

Algunos tratan de presentar a México como un país en crisis por los problemas de migrantes, desaparecidos, inseguridad, violencia, recortes de presupuesto, falta de medicamentos, despido de empleados de gobierno e inacción en materia de obra pública, aunque el Presidente asegura contar con otros datos sobre los mismos temas.

Y aunque ayer se hizo un corte de caja de los primeros siete meses, habrá que esperar para conocer la rendición de su primer año de gobierno ante el Congreso de la Unión, para cotejar los números fríos.

Un año después de su derrota electoral, dónde están los otros candidatos: José Antonio Meade trabaja en el sector privado; Jaime Rodríguez regresó a gobernar Nuevo León y Ricardo Anaya desapareció del escenario político y de la vida pública.

ramonzurita44@hotmail.com
zurita_sahagun@hotmail.com

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El festejo presidencial

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