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Octubre 26, 2017 19:38 hrs.

Michel Olguín › diarioalmomento.com

Medio ambiente ›


* Los rayos del Sol no entrarían; la temperatura bajaría extremadamente y no habría veranos ni primaveras

El invierno nuclear no es una fantasía, asunto de una película de ciencia ficción o un simple invento, sino una realidad que en el planeta podría tener un efecto devastador. La pregunta no es si algún día ocurrirá sino cuándo, dijo Epifanio Cruz, investigador del Instituto de Ciencias Nucleares.
Actualmente, varios países poseen armas de este tipo, y si alguno de ellos decide atacar a una ciudad mediante bombas atómicas o de hidrógeno, seguramente otras naciones responderían y tendríamos un gran problema.
Un invierno de este tipo podría generarse con cerca de tres a cinco megatones, una cifra pequeña que podemos comparar con casi un quinto de la potencia atómica que hay en el mundo, afirmó.
De acuerdo con cálculos, si se arrojan 600 bombas entre los cinco países bélicos (Estados Unidos, Rusia, China, Israel e India) unos mil millones de personas morirían de esa manera y dos mil 200 bombas serían suficientes para acabar con la especie humana.

Sombras

Cuando un arma de este tipo explota, sus millones de partículas, que son muy finas, vuelan a la atmósfera, luego a la estratosfera y tendría como efecto una capa de aislamiento térmico. En casos extremos cubriría toda la Tierra.
De esa forma podría ocurrir el tan temido invierno nuclear, en el que tendríamos un mundo de sombra y oscuridad, porque no entrarían los rayos del Sol, la temperatura bajaría extremadamente y no habría veranos o primaveras, narró el profesor universitario.
Se contaminarían lagos, ríos, medio ambiente; las plantas no harían la fotosíntesis. En consecuencia, habría mortandad de las especies vegetales, la cadena de vida se afectaría y así morirían lentamente todos los seres vivos. Sería una penumbra casi eterna que podría extenderse decenas de años, añadió el entrevistado.
Y si quedaran sobrevivientes, la radiación sería tan intensa que sufrirían quemaduras en la piel y tendrían una muerte muy lenta a lo largo de los años.
Entonces se estima que el peor efecto no sería de fallecimientos instantáneos, sino el deceso de mil millones de personas posterior al lanzamiento de las bombas.

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El invierno nuclear, una amenaza real

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