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Abril 19, 2018 15:00 hrs.

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La palabra otomí proviene del vocablo náhuatl totomitl, cuyo significado es ’flechador de pájaros’. Sin embargo, algunos pueblos del Valle del Mezquital utilizan hñahñu para referirse a su etnia, ’los que hablan otomí’.

El origen de esta lengua se dio en la familia lingüística del otopame, dividiéndose ésta en tres ramas: pame – chichimeca, otomí – mazahua y matlaztzinca – ocuilteco.

Durante la conquista, los frailes misioneros se encargaron de estudiar las diferentes lenguas autóctonas, realizando notables trabajos, tal es el caso de los vocabularios, gramáticas y traducciones.

Sólo por mencionar algunos; Arte de la lengua otomí de Fray Pedro Cáceres; Arte breve de la lengua otomí y vocabulario trilingüe de Fray Alonso Urbano; y Reglas de Ortographia, diccionario y arte del idioma otomí de Luis de Neve y Molina.

Si bien, la historia está marcada por diversos acontecimientos, las lenguas vernáculas no son la excepción.

Éstas han sufrido el contexto social, político y cultural de nuestro país. Desde las reformas conservadoras que veían en ellas un signo de retraso, hasta las discusiones entre ’puristas del español’ contra ’indigenistas’. Gracias al Instituto de Lingüística de Verano -del Instituto de Antropología e Historia– entre otros, se ha logrado hacer una revaloración de todo este bagaje cultural.

En Naucalpan de Juárez aún existen otomí hablantes en los pueblos de Santiago Tepatlaxco y San Francisco Chimalpa. Empero, debe ponerse atención en ellos, pues la lengua otomí está a punto de extinguirse en dichas comunidades, cada vez el número de hablantes disminuye, siendo la mayoría personas de la tercera edad. Desafortunadamente, las políticas actuales no incluyen programas de rescate, difusión y conservación de manifestaciones indígenas, lo cual es lamentable.

Muchos de los estudios etnolingüísticos se gestan en la Universidad Nacional Autónoma de México y en la Escuela Nacional de Antropología e Historia; no obstante, su presupuesto es austero.

Actualmente, la Dra. Yolanda Lastra, del Instituto de Investigaciones Antropológicas, ha realizado trabajos acerca del otomí del Valle de México, aproximaciones a una gramática de esta lengua, por ende, sus variantes dialecticales, tal es el caso de Chimalpa y Tepatlaxco.

La importancia de estudiar de manera especializada al hñahñu es vital, ya que en países como Alemania, valoran la gran diversidad lingüística en México; por ejemplo, en la Universidad de Bremen hay seminarios sobre lenguas vernáculas. Por tanto, debemos sentirnos orgullosos de poseer diversidad cultural, debemos pugnar por una educación bilingüe, debemos evitar el racismo, pero sobre todo, debemos estar conscientes de que Naucalpan tiene una cosmogonía prehispánica y occidental, ya que ambas son parte de nuestra identidad.

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El político de Naucalpan; Rodrigo Reina Liceaga, habla la lengua otomí que esta apunto de extinguirse en dichas comunidades del Municipio.

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