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Diciembre 14, 2017 20:20 hrs.

Carlos Ravelo Galindo › diarioalmomento.com

Entretenimiento ›


Es un siglo de guerras Europeas incesantes, la de siete años de Austria salió algo positivo y fue el hecho de pensar sobre problemas de Derecho Internacional como la obra del Holandes, Grocio, titulada, -De Juri Belli et Pacis-, dotada de una erudición formidable, agregaríamos a don Fernando Calderón Ramírez de Aguilar.
Mezcla en ella la opinión de filósofos griegos, jurisconsultos romanos con ejemplos de la Biblia y sentencias de los Padres de la Iglesia. Hay que recordar que los españoles, Victoria, Vázquez y Suarez se adelantaron por poco a esta obra por la misma causa.
El profundo cambio en las ideas políticas, no solo de Derecho Internacional, sino de Derecho público realizadas en la mitad del siglo XVIII se nota ya en la obra de Montesquieu sobre el Espíritu de las Leyes, que son relaciones necesarias, justificadas por la índole de cada pueblo y siempre creyó haber descubierto reglas fijas , casi matemáticas de la política.
Los pseudofilósofos franceses siempre aluden como obsesionados al gobierno constitucional Ingles, aun sin considerarlo el remedio para los males del mundo.
La filosofía de la naturaleza de Newton condujo a una filosofía de la sociedad humana y a sus derivados, las ciencia morales y políticas.
El primer filosofo que trato estas cuestiones fue Hobbes en sus numerosas obras como el hombre, el estado De Cive y sobre todo el Leviatán, aunque sus ideas podían ser disparatadas pretendía no apoyarse en la Escritura ni en la Filosofía Escolástica, sino en la Razón.
Locke en su ensayo Del Entendimiento contradijo a Hobbes. Dijo que siendo el hombre libre y virtuoso el gobierno era casi un mal.
Con lo anterior puede verse el efecto tan exótico que debían causar estas discusiones a los franceses que iban a Inglaterra sobre todo ver como esas flemáticas discusiones descabezaban a reyes, reinas y válidos o sea aquellos consejos o amigos en que confiaba el soberano.
Voltaire estuvo ahí desterrado. Anteriormente había estado encerrado en la Bastilla por escribir versos satíricos y muy imprudentes, además de haber sido apaleado por los criados del Duque de Rohan.
Regreso del destierro con un escrito llamado Las Cartas Filosóficas que era su venganza y le valió que fueran condenadas y quemadas.
Buscado para aprisionarlo nuevamente, lo protegió su amiga Madame du Chatelet y durante ese periodo escribió ensayo sobre las costumbres y los discursos sobre el hombre. Siempre fue un crítico mordaz y agudo calumniador. Fue amigo de la Madame de Pompadour quien junto con Madame de Chatelet desearon que Voltaire fuera el Newton Francés.
A la muerte de la Chatelet aceptó la invitación de Federico el Grande de Prusia para continuar su obra filosófica, pero la considero una corte de poca categoría y escapo buscando refugio en Ginebra en donde logro tener su propia mansión en Ferney.
A los 60 años, era hábil y acrecentó su fortuna con hábiles especulaciones Hasta su muerte fue agresivo, sarcástico e intencionado, superior a los posteriormente llamados Volterianos. Continuación de Voltaire se menciona siempre a Rousseau como si fueran gemelos y no es así: Rousseau peco por excesiva franqueza y por demasiada sinceridad, nació en Ginebra y sin hogar viajo por bosques y praderas hasta encontrar una viuda despreocupada a la que en el futuro llamo madre, Madame de Guarens en Chambery de quien en sus confesiones hace una descripción detallada.
Lo empujo a viajar y conoció Venecia, Turín, Montpellier y Lyon pero no conquisto la reputación que deseaba. Ganó un premio de la academia de Dijon por su ensayo sobre si la ciencia y las artes habían mejorado la vida. Su tesis fue que el hombre primitivo era más feliz e inocente lo otro solo había proporcionado satisfactores sensuales, estimulando el egoísmo y organizando la explotación social, dicho ensayo cayo en terreno propicio.
Por segunda intención quiso ganar el premio con su obra sobre la Desigualdad Humana pero esta vez no fue así. Posteriormente escribió sus famosas obras El Contrato Social y Emilio o de la Educación, además Eloísa.
Mientras Voltaire y Rousseau ponían en el yunque los principios elementales de la sociedad humana, en pinitos de antropología, sociología o ciencia política, los verdaderos científicos arrancaban nuevos secretos a la materia que hasta Newton había parecido la eterna y enemiga del hombre.
Cavendish en Inglaterra descubrió el hidrogeno describió con acertada precisión su caracteres físicos y químicos, Priestley descubrió el oxígeno y Lavoisier completo el descubrimiento explicando el fenómeno de la combustión y la parte que desempeña el oxígeno en la respiración.
Priestley descubre como las plantas regeneran el aire viciado.
Las ciencias naturales tiene un gran impulso con la simple idea de Linneo de clasificar los seres vivos valiéndose de dos nombres uno genérico y otro específico y acepta el famoso axioma o sea una proposición que no requiere demostración. – Natura non fecit saltus-. Su obra en Suiza, es continuada en Francia por Buffon quien se arriesga a dar una serie de ideas que en la actualidad llamaríamos hipótesis., añade don Fernando, con sapiencia y conocimiento.
Todos estos conceptos y muchos más fueron incluidos en el Gran Diccionario tendencioso, filosófico y radical, llamado Enciclopedia publicada a principios del siglo. Pero encargaron a Diderot y D´Alembert estos dos filósofos comprendieron rápidamente la posibilidad de difundir la nuevas ideas y este último lo llamo Diccionario Razonado que consto de 17 volúmenes y 18,000 páginas de texto.
craveloygalindo@gmail.com



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El siglo de la Filosofía (dos y fin)

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