1

5,004 vistas

Noviembre 23, 2018 20:05 hrs.

Armando Fuentes Aguirre › guerrerohabla.com

Periodismo ›


Vi anoche en mi casa –cine en pantuflas- ’Le bal’ (’El baile’), una película de Ettore Scola. Filmada en 1982, fue nominada para recibir el Óscar a la mejor película extranjera. De ella dice Jim Craddock, el famoso crítico: ’...No encontrarán ustedes muchos filmes con música de Chopin y Paul McCartney, y menos aún sin diálogos...’.

En efecto, de no ser por la música ’Le bal’ sería una película muda: a todo lo largo del film no se dice una sola palabra. Pero la música lo expresa todo. Así como se ha dicho que una imagen dice más que mil palabras, en este caso bien puede señalarse que una pieza de música bailable dice más que muchas páginas de historia para reseñar el espíritu de un tiempo.

Tal es el acierto de Scola. Pone la escena de su película en un salón de baile de París, y usando una y otra vez los mismos actores hace la reseña del pasado siglo en un período de más de 50 años, desde los anuncios iniciales de la Segunda Guerra hasta llegar casi a los noventas. No sólo vemos los cambios de atuendos y costumbres: observamos también la mudanza de las mentalidades, de los valores que privan en una sociedad en un determinado momento de su vida.

Pienso que así como en el siglo diecinueve la novela fue el principal testigo de la historia, en el siglo pasado, y en lo que va del nuestro, el cine es su principal cronista. En ese contexto Etore Scola hizo grandes aportaciones. Pensemos, por ejemplo, en ’Una giornata particolare’ (’Un día muy especial’, 1977), obra maestra del cine italiano, con esos dos superastros que son Sophia Loren y Marcelo Mastroianni. Este último quizás entregó aquí su mejor actuación.

’El baile’ es una gran película. Nos muestra cuántas cosas se pueden decir sin decir nada, y nos enseña que los pequeños gestos cotidianos tienen su origen en los grandes acontecimientos: las mujeres francesas de tiempos de la guerra se pintaban una raya en la parte trasera de sus piernas para hacer creer a quienes las miraban que traían medias de náilon -entonces con raya en medio-, pues ese material escaseaba con motivo del conflicto.

Yo me pregunto cómo sería una película que tuviera como escenario los bailes de Saltillo, y que abarcara desde la ceremoniosa cortesía con que los bailadores de mi tiempo le pedíamos a una muchacha el honor de bailar una pieza con ella, hasta la desparpajada campechanía de los bailes de ahora.

Mucho nos diría esa película sobre la vida saltillera y acerca de las costumbres de sus habitantes. Yo incluiría en ese filme una escena -o varias mejor, de preferencia- sobre los modos de bailar en las casas de mala nota, pues muchas notas buenas podrían salir de ahí. En este caso la pieza bailable obligatoria sería ’Amor perdido’, cuya música suscitará en muchos saltillenses recordaciones de cosas -¡ay!- que fueron, y que se fueron ya.


VER NOTA COMPLETA

CONTACTA AL AUTOR

Escribe un comentario directo al autor

El baile

Éste sitio web usa cookies con fines publicitarios, si permanece aquí acepta su uso. Puede leer más sobre el uso de cookies en nuestra política de uso de cookies.