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Octubre 03, 2025 15:04 hrs.
José Velasco H. › Informativo Nacional
Biografías ›
Al indagar en los negocios de sus ancestros, se revela un patrón persistente de abusos y corrupción, aplicado sistemáticamente a socios, gobiernos y clientela que han caído —y siguen cayendo— bajo su influencia.
El origen empresarial de esta casta aún considerada ’divina’ se remonta al bisabuelo del célebre ’Tío Richi’, Benjamín Salinas Westrup, quien comenzó vendiendo camas de latón a familias pobres. De ese negocio surgió la modalidad de los ’abonos chiquitos’, que con el tiempo se convirtieron en deudas eternas. También se desempeñó como vendedor de telas en Monterrey a inicios del siglo XX.
Años después, Benjamín se casó con la hermana de su amigo, el empresario Joel Rocha. De esa unión nació la empresa Salinas y Rocha, dedicada inicialmente a la fabricación y venta de muebles, introduciendo el crédito al cliente como modalidad innovadora. Paralelamente, aprendieron a evadir al fisco mediante el cambio de domicilio fiscal o la modificación de la razón social.
De la familia Salinas Rocha nació Hugo, abuelo de Ricardo Salinas Pliego, quien fundó una fábrica de radios paralela a Salinas y Rocha. Para seguir evadiendo impuestos, declaró la empresa en quiebra y, con los recursos ’ahorrados’ al incumplir sus obligaciones fiscales, fundó Elektra, dedicada en principio a fabricar muebles que luego comercializaba a través de Salinas y Rocha.
Su hijo, Hugo Salinas Price —padre de Ricardo— heredó la perniciosa habilidad de eludir impuestos. Sus adeudos eran gestionados por abogados que sobornaban jueces y prolongaban indefinidamente los litigios. Esa costumbre fue aprendida y perfeccionada por Ricardo Salinas Pliego.
Hugo Salinas Price escribió varios libros de corte empresarial en los que se jactaba de ser empresario y consejero de gobiernos en turno. Una de sus obras más conocidas es La zozobra del papel moneda y la plata, donde aconsejaba al entonces presidente Felipe Calderón (2008) acuñar moneda mexicana en plata. No por interés en la economía nacional, sino porque su fortuna estaba —¿o está?— respaldada en oro y plata, lo que le beneficiaría directamente. El consejo no prosperó.
Ricardo Salinas Pliego consolidó una estrecha y oscura relación con los círculos de poder ejecutivo, judicial y legislativo. El resto de la historia es conocida por el público, y fue hasta 2018 cuando López Obrador le puso freno.
Datos duros
1. Se afirma que Ricardo Salinas Pliego y la familia Salinas de Gortari no tienen parentesco, aunque ambas provienen de entornos donde se consideran prohombres, distintos al resto de los mexicanos —como lo deja entrever el actual gobernador Samuel García en sus discursos.
2. A pesar de ello, Raúl Salinas, hermano del expresidente Carlos Salinas, quien inició la privatización de empresas, le prestó 30 millones de dólares —presuntamente de la caja chica de los Salinas de Gortari— para que Ricardo comprara Imevisión, los canales 7, 13 y 22, los teatros del Seguro Social y los estudios Churubusco.
3. Para entonces, Ricardo ya había amasado una fortuna cercana a los nueve mil millones de dólares y figuraba entre los tres hombres más ricos de México.
4. Entre sus asesores se encontraba el político zedillista Felipe Solís Acero, quien antes de las elecciones de 2018 le aconsejó acercarse a Andrés Manuel López Obrador, cuyo ascenso político era evidente.
5. Salinas Pliego apoyó a AMLO facilitándole sus medios de comunicación durante la campaña, esperando obtener los privilegios que disfrutó con gobiernos anteriores. Se equivocó. De ahí deriva su virulento rechazo a López Obrador y a quienes lo respaldan.
La estirpe salinista se ha considerado indispensable para México, argumentando que genera miles de empleos y practica una filantropía de prosapia. Lo que nunca mencionan es el tipo de empleos que ofrecen: explotación laboral extrema, como impedir ausencias durante la pandemia bajo amenaza de despido; abusos sistemáticos a trabajadores y clientes; hostigamiento a quienes adquirieron muebles o préstamos, con amenazas de embargo.
Tampoco se debe olvidar cómo, en complicidad con Vicente Fox, obtuvo el canal 40 de televisión mediante violencia y presión, entre otras tropelías, burlas y ofensas al pueblo, al gobierno y a la ciudadanía. Hoy, este personaje enfrenta procesos judiciales tanto en México como en Estados Unidos.
Nadie busca desaparecer empresas que generan empleos, pero sí someterlas a las normas fiscales y laborales dignas que el Estado, en nombre del pueblo de México, establece.
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