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Junio 01, 2015 11:04 hrs.

Lilia Cisneros Luján › diarioalmomento.com

Periodismo ›


Una colorada (vale más que cien descoloridas)
Con la variables propias del sujeto emisor, lo mismo chamanes, videntes, teólogos, filósofos, astrónomos, astrólogos, científicos –matemáticos, físicos, químicos etc.- o humanistas de muy diversas disciplinas han abordado el tema del fin del planeta, la humanidad, la civilización e incluso el sistema solar que nos alberga. Muy cercano tenemos todo lo rescatado, analizado y estudiado sobre la visión maya de cambios fundamentales que suponen justamente un término de lo conocido, aun cuando siguen siendo un misterio las causas que dieron origen al abandono de ciertos espacios[1] manteniéndose vivas la teorías de hambrunas, sobre-población, sobre-explotación de la tierra e incluso fenómenos naturales incontrolables, como lo que la mayoría de las culturas consignan al referirse al diluvio universal.
Imaginar un escenario sin esperanza, como resultado de conflagraciones bélicas –los dos guerras del siglo pasado o lo que hoy ocurre en todo el mundo por la confrontación entre musulmanes y no afectos a esta corriente- crisis económicas incontrolables derivadas de un sistema global capitalista sin contrapesos que por una lado ofrece excesos y por el otro obliga a miles de personas a migrar en busca de alimento[2]; ¿Se estará repitiendo el milagro del maná para todos los miserables que luego de alcanzar un territorio más allá de los campos de refugiados solo deben esperar el acceso a la tierra prometida, sin hacer otra cosa que comer, dormir, envejecer y morir?
Los riesgos de un final global han sido documentados también por escritores, guionistas y productores de medios, desde la advertencia del destino que puede alcanzarnos para regresar a un canibalismo sofisticado, en donde nuestros restos se convierten en galletas verdes, incluyendo la inminencia del choque de algún objeto sideral –meteorito, cometa, nave de otro plantea- las consecuencias del ciclo de vida solar o el riesgo de los avances biotecnológicos sin el control de la ética que conducirían a los humanos a convertirse en “pilas de recarga” de máquinas insaciables -Matrix- o en enemigos de inteligencia artificial cuyo afán es hacer la guerra a la humanidad, como en la zaga terminator.
Desde Julio Verne pasando por Aldous Huxley hasta los diversos profetas –religiosos y seculares- del siglo XXI, lo que parece haber de trasfondo en este afán de imaginar el fin del mundo es un temor innato en el ser humano acerca de su probabilidad o no de trascender el tiempo y el espacio de su esencia material. En los escenarios catastróficos actuales derivados del cambio climático –deshielo, huracanes, tsunamis, inundaciones- los escépticos se cobijan en su impotencia para lograr algún cambio, los preocupados buscan una forma de incidir para revertir el deterioro y la gran mayoría se mantiene ajena asumiendo que es improbable que les afecte o pregonando la supremacía de vivir el hoy, despojarse de toda responsabilidad o preocupación rescatando, métodos “antiguos” para la meditación y la sublimación del pensamiento.
En la corriente del riesgo de que la vida inteligente sea diezmada o de plano aniquilada –por enfermedades como el SIDA, cáncer, bacterias que sea imposible combatir, desordenes mentales- la Fe desde hace miles de años ha dado lugar a la posibilidad de remanentes –como el caso de los israelitas que regresan luego de cuando menos tres dispersiones -A de C- o los sobrevivientes de azotes producidos por extremos socio-políticos como lo fueron las monarquías, el colonialismo, el socialismo de Estado, la revoluciones internas y el mercado sin cortapisas- que según han documentado teólogos serios se ha constituido en la garantía de la continuidad de la raza humana y su civilización.
El best seller más grande del mundo, consiga en varios de los sesenta y seis libros que le integran[3] ciertos escenarios concomitantes a la destrucción del entorno. Los excesos, la insatisfacción vital a pesar de estos, la multiplicación de casos bestiales –violaciones, pederastia, homicidios, robos, engaños, búsqueda del poder por el poder mismo, invasiones de territorio, mutilaciones etc.- y los oídos sordos a las advertencias acerca de las consecuencias por mantenerse en conductas destructivas parecen ser la “misma piedra” con la cual la humanidad se tropieza una y otra vez.
Negar la supremacía y el amor divino es tan igual en la era de Noé que en pleno siglo XXI, donde el ateísmo es un orgullo y la credulidad trascendente motivo de burla y denostación. ¿Por qué es más fácil creer en la opinión de una cartomanciana o vidente[4] que en documentos objeto de muchos estudios teológicos y filosóficos serios? ¿Qué fuerzas malignas se mueven para construir herramientas bélicas –bomba atómica, drones, cañones, lanzallamas etc.- en vez de escuelas, casas o centros de cultura? ¿A que le teme el humano cuando prefiere allanarse a visiones justicieras destructivas en vez de aceptar el amor? ¿Será esta incapacidad de discurrir la separación entre la imperfección humana –las iglesias son creación interesada y muchas veces aberrante- y la oferta espiritual que Jesucristo encarnó? Si aun los profesionales de lo judicial están pervertidos y la corrupción protegida por la impunidad parecen no tener remedio, solo Usted y nadie mas que Usted puede, en su más intimo entorno, producir un auténtico cambio, para que el fin del mundo -el de cada quien o el de todos- no sea algo catastrófico sino una auténtica resurrección.
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[1] Prácticamente en todas las culturas prehispánicas el fenómeno se repite y si bien en algunas se da el caso de la recuperación de ciertas áreas con manifestaciones culturales renovadas, lo que no es posible negar es un verdadero fin de un ciclo.
2] Además de los africanos y asiáticos que navegan hacia Europa muchos de los cuales mueren en le intento, un fenómeno interesante es el de los mas de cien mil refugiados que Australia ha confinado en una isla, proveyendo un presupuesto millonario para llevarles comida diariamente, sin que estas personas tengan posibilidad de integrase a los sistema productivos, o sociales del país que les apoya.
[3] Génesis, Jeremías, Lamentaciones, Ezequiel, Daniel, Primera de tesalonicenses, Apocalipsis entre otros. La Biblia.
[4] Baba Vanga, ha sido reconocida por la "exactitud de sus predicciones” y antes de morir dijo que el mundo se acabaría en el 5079

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El fin del mundo

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