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Septiembre 11, 2018 20:17 hrs.

María Concepción Recio › guerrerohabla.com

Periodismo ›


Septiembre es el mes del año en el que nos concebimos más mexicanos que nunca. Es el mes en que experimentamos la más grande sensación de ser parte de un País y de identificarnos con sus símbolos, que nos representan en el extranjero, haciéndonos sentir especial e integrantes de una comunidad.

Las partes de esa comunidad que se llama México están enlazadas por los rasgos identitarios del lenguaje, todavía la religión, las tradiciones, las costumbres, una manera particular de relacionarnos unos con otros.

En el extranjero admiran mucho nuestras tradiciones y nuestro concepto de familia. Se destaca la idea de que los mexicanos estamos en el momento en que alguien lo necesite, como dicen, en las buenas y en las malas.

Ese concepto de familia fue muy bien explotado en la película ’Coco’, una de las más taquilleras en los últimos tiempos en México. Pesa mucho la idea que se tiene de nosotros y, mucho, ni duda cabe, de lo que nosotros mismos entendemos como lo ideal que deben ser nuestras relaciones.

Sin embargo, en los últimos años ya sea por el consumismo y estado de confort que la sociedades modernas explotan día con día… ya sea por las obligaciones que demandan las nuevas formas de educación: cada vez más grados de estudios, maestrías, doctorados, posdoctorados… ya sea por las obligaciones laborales, y también por la mayor expectativa de vida, donde se ha incrementado el número de personas mayores… ya sea por uno, o combinados todos estos causales, el hecho es que cada vez existen más altos grados de soledad para los adultos mayores.

Y están solos, en gran medida, porque la exigencia de tiempo de aquellos que tendrían la responsabilidad de cuidarlos determina que los abandonen a su suerte. En casos extremos, abandonados completamente por los familiares; en otros, atendidos sólo a medias.

Mucho egoísmo es el que priva; mucho egoísmo en la sociedad ansiosa de triunfos y de éxitos inmediatos, donde el anciano es solamente un estorbo, pues demanda tiempo, cariño y atención. Aplicación y cuidado que algunos miembros de las familias suponen les impedirá desarrollarse profesionalmente o divertirse.

Los gobiernos que procuran atención a los adultos mayores concentrándose en ofrecerles dinero para su seguridad y para su cuidado personal, atienden un importante aspecto de las necesidades de los ancianos. La nueva disposición gubernamental en México de continuar las entregas de apoyo económico, pero a personas mayores de 68 años, en lugar de a las que han cumplido 65, vendrá a afectar a muchos que no tienen posibilidades de encontrar trabajo ni de que los contraten.

Es la cuestión monetaria un tema de importancia e interés, como lo es el de la salud mental. Indispensable pensar en más estrategias de apoyo en el cuidado.

Muchos ancianos, aún siendo autosuficientes en materia económica requieren satisfacciones del orden emocional. Las iglesias son para algunos la solución, pues en ellas encuentran refugio. Pero están muchos que requieren otro tipo de estímulos. La lectura ayudaría, con mucho, a satisfacer necesidades para elevar el espíritu.

Así como existen talleres de bordado y de cocina, cursos de pintura o sesiones de baile, sería muy bueno que se implementaran más actividades del orden intelectual para ancianos que fueran promovidos en sitios estratégicos de la ciudad, con el fin de que se pudiera trasladar a los adultos mayores con facilidad y en horarios cómodos para ellos. Pienso que jóvenes universitarios pudieran sumarse a estas brigadas a fin de propiciar entre ellos importantes grados de empatía y lazos de afecto.

Están, por supuesto, en primera instancia, los hijos, los nietos, la familia entera, los que pueden unirse a estas actividades. Es un hecho que la lectura alegra la existencia, y en esta etapa de la vida resultará además de gran ayuda para estimular el pensamiento y el conocimiento.

Si bien la identidad mexicana lleva el sello del fervor por la familia, hacerlo cada vez más patente en acciones de esta naturaleza, nos convertiría en ejemplares mexicanos. Ojalá que estos rasgos de identidad nos sigan definiendo.

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En nuestros ancianos, nuestra identidad

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