Encuentro Mesoamericano de Poesía "Roberto López Moreno"

En el municipio de Unión Juárez, en lo más alto de la explosión tropical soconusquense se clausuró el Encuentro Mesoamericano de Poesía, que en este año llevó mi nombre. La experiencia vivida no tiene parangón por la cantidad de confluencias que le dieron vida en medio de la atmósfera centroamericana.
La juventud de los poetas participantes es una moneda al aire que revolotea en su juego y rejuego de caras alternándose una serie de sorpresas y novedades de las que el tiempo nos irá dando razón en el debido momento.
En este acontecimiento que tanto me entusiasma jugó papel fundamental el poeta Ameth Rivera, quien ya antes había vivido esta pasión organizativa que le invitó a reeditar la proeza, que tal fue el Encuentro del que hablo.
Existe un significado mayor que salta a la vista, la participación de poetas provenientes del istmo centroamericano: Guatemala, Honduras, El Salvador… bueno, incluso hubo un representante de Las Antillas, específicamente de la República Dominicana.
Por lo que respecta a México, participó una buena parte de los municipios que constituyen la región del Soconusco: Puerto Chiapas, Tuxtla Chico, Cacahoatán, Tapachula, Huixtla, etc., y esto tiene un peso mayor, como decía letras arriba.
Se trata de la región más centroamericana del estado de Chiapas, la que históricamente “más somos nosotros”, ello, y que otra de las sedes haya sido la ciudad de Quetzaltenango en Guatemala, carga el acto de un profundo significado, le dota de un perfil histórico que me llena de máximo orgullo el haber participado en él con mi nombre y con mi acción de poeta, de poeta del Soconusco, de poeta de Centroamérica, de poeta del centro de América Latina.
La materia cambia de forma pero ahí está en sus sustancias primarias, repitiéndonos que es átomo de aire y fuego, porque de eso es de lo que tratan las consideraciones cuando se habla de Centroamérica y del Soconusco.
El pensamiento de Ameth Rivera llevado a la consolidación de un Encuentro Mesoamericano de Poesía nos instala en el centro de nuestra historia misma que se expande significativo si sumamos a los poetas enviados por el estado de Oaxaca con su cargamento de propuestas líricas.
Podría decirse, persiguiendo la metáfora correspondiente, que todo sucedió a las orillas del gran Volcán, que las faldas del volcán fueron testigos de esa combustión de la palabra que se adelantaba hasta ahí proviniendo de diversos sitios de la misma patria, la patria del agua y del fuego.
Y la metáfora de la que hablo nos fue convirtiendo en quetzales al pie mismo del volcán, o para decirlo sin mayor pretensión, nos fue enterando poetas, que en realidad es la pretensión mayúscula, poetas marcados por la tierra y el viento que al pie del Tacaná hicieron su fiesta.
Cada quien traía su verdad bajo del brazo (¿bajo del ala?) para compartirla en astillas verbales que nos fueron reafirmando en lo que somos, un soplido de pensamientos y palpitares, una ráfaga indetenible sobre Centroamérica, que nacía desde la fuente misma de nuestra historia, desde nuestras más enraizadas tradiciones para dialogar con los tiempos nuevos.
Fuimos más hermanos que nunca porque nos ató la sangre. Y la palabra también, que de la sangre ha nacido desde los primeros siglos en los que nacimos por primeras veces. Gracias le damos a Ameth y a su eficaz apoyo, Astrid Iturriaga Falcón, (yo en jornada doble) por reunir esta hoguera que grandes esfuerzos le debe haber costado en asuntos de logística.
El Soconusco y Centroamérica son una misma brasa, todo junto es simplemente Centroamérica y ya. Y la verdad en vuelo de uno es la quetzal verdad en todos. Que tenga vida perenne el Encuentro Mesoamericano de Poesía. Cada vez que se alce volcán de nuestra tierra, ahí estaremos de nuevo, todos, ya convertidos en agua, ya convertidos en viento…