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Marzo 11, 2017 19:26 hrs.

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Primera lectura

’Haré de ti un gran pueblo’

Lectura del libro del Génesis (12,1-4a):

En aquellos días, el Señor dijo a Abrán: «Sal de tu tierra y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré. Haré de ti un gran pueblo, te bendeciré, haré famoso tu nombre, y será una bendición. Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que te maldigan. Con tu nombre se bendecirán todas las familias del mundo.»
Abrán marchó, como le había dicho el Señor.

Palabra de Dios
Te alabamos Señor

Salmo
’Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros’
Sal 32,4-5.18-19.20.22

R/. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti

La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R/.

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R/.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R/.


Segunda lectura
’Jesucristo, que destruyó la muerte y sacó a la luz la vida inmortal’
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (1,8b-10):

Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según la fuerza de Dios. Él nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestros méritos, sino porque, desde tiempo inmemorial, Dios dispuso darnos su gracia, por medio de Jesucristo; y ahora, esa gracia se ha manifestado al aparecer nuestro Salvador Jesucristo, que destruyó la muerte y sacó a la luz la vida inmortal, por medio del Evangelio.

Palabra de Dios
Te alabamos Señor

Evangelio del domingo
’Este es mi Hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadlo’.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (17,1-9):

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él.
Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bien se está aquí! Sí quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»
Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.» Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto.
Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo: «Levantaos, no temáis.» Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.»

Palabra del Señor
Gloria a ti Señor Jesús

Comentario al Evangelio

Julio César Rioja, cmf
’El que quiera seguirme que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga
Queridos hermanos:

Una montaña alta, la hemos llamado el ’Tabor’, preocupados por situar el hecho y el lugar, cuando de lo que se trata aquí, es de algo simbólico. Es una manifestación de lo divino, que contiene todos los elementos propios de este género literario: la montaña, la luz, las vestiduras blancas, la voz desde el cielo… Para entender el texto, es preciso situarlo en el contexto del Evangelio de Mateo: poco antes ha sido la confesión como Hijo de Dios, que Pedro hace en Cesárea de Filipo y es constituido como roca, inmediatamente después, Jesús hace su primer anuncio de la Pasión y de las condiciones para seguirle.

Los apóstoles no acaban de entender, el mejor exponente es Pedro: ’Nunca jamás te sucederá tal cosa’ a lo que Jesús responde: ’Apártate de mí Satanás’ y a todos les dirá: ’el que quiera seguirme que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga’. En este ambiente, es necesario reforzar la fe de los discípulos, mostrar la gloria del Padre en la humanidad de su Hijo. Lo que llamamos la ’transfiguración’, no es más que la transformación, que se debe realizar en la vida de cada uno de nosotros, los creyentes, para seguir a Jesús, anticipo de lo que después sus seguidores, entenderán con la resurrección.

Tiene que ser en la montaña, lugar de encuentro en toda la Biblia del hombre y de Dios y tienen que estar Moisés y Elías, también hombres de montañas, en el Sinaí con las tablas de la ley y en el monte Horeb. Son dos personajes fundamentales para entender la historia del pueblo de Israel, de hecho, algunos esperaban un nuevo Moisés y Elías es el profeta por excelencia. El evangelista parece tener claro el carácter profético y mesiánico de Jesús, es de él del que hablan las antiguas profecías, es a él al que se debe escuchar. Todo está preparado para ese encuentro profundo, que trasformará nuestras vidas al encontrarnos con el misterio.

’Su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Pedro entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: Señor, ¡qué bueno es que estemos aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías’. Sigue sin comprender, quiere quedarse en ese momento único y necesario: contemplar la luz, ver el rostro de Dios, pero no sabe que ésto sólo puede llevar a la misión, a otro monte que se llama Calvario. No se pueden hacer tres tiendas, estamos en camino, tendremos que subir y bajar, purificar, orar, desinstalarnos, seguir el desierto de la Cuaresma, que nos lleva a la muerte y la vida.

’Una nube luminosa los cubrió con su sombra y una voz desde la nube decía: Este es mi Hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadlo’. Eso es lo determinante, podemos no entender las palabras y los gestos de Jesús, puede haber momentos difíciles para el seguimiento, situaciones de oscuridad, pero hay que escucharle. Estos cuarenta días son tiempo de meditar la Palabra, ponerse en su presencia, superar la tentación de no entregar la vida para que otros tengan vida. No se trata de ser sólo espirituales, sino de vivir una mística de ojos abiertos.

Para lo cual, hay que bajar de la montaña, poner los pies en la tierra: ’Cuando bajaban de la montaña, Jesús les ordeno: No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos’. Dios nos sigue llamando como a Abraham en la primera lectura, para salir de nuestra casa y nuestra tierra y en la segunda, Pablo nos dice que nos llamó a la vida desde antes de la creación del mundo. Es en la realidad de cada día, donde tenemos que buscar la transfiguración de las personas y de la sociedad, tenemos que hacer que la esperanza no decaiga. Que nuestro rostro, como el de Jesús, refleje el rostro de un Dios que busca, que todos los hombres lleguen a la plenitud, digan sí a la vida y a la constante transformación del mundo.

Te espero fuera, dentro hemos recargado las pilas para irradiar luz durante toda la semana.

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’Este es mi Hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadlo’.

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