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Enero 15, 2017 23:00 hrs.

Fernando Irala › diarioalmomento.com

Periodismo ›


La era de la bonanza petrolera terminó hace tiempo en México, pero la conciencia generalizada de su fin nos llegó apenas, de manera tan abrupta como tardía, por el súbito incremento de los precios de las gasolinas.
La caída de las reservas y la producción de crudo en nuestro país coincidieron con el reciente desplome del mercado petrolero internacional, pero ahora que el producto sube en el mundo, México no tiene capacidad para exportar más, y en cambio importa desde hace años más de la mitad del combustible refinado.
El Presidente resumió lo ocurrido con la cita del viejo cuento infantil de la gallina de los huevos de oro, que ’se nos fue acabando’.
La referencia es desafortunada, pues en la conocida fábula el ave no se muere, la mata su dueño en la ambición de apoderarse de golpe de los huevos que supone tiene dentro.
En fin, muerta, acabada o las dos cosas, la riqueza petrolera que sostuvo varias décadas al país no existe más.
Mal que bien y pese a ello, la economía mexicana se ha ido transformando y ha tenido un constante crecimiento, si bien lento y con altibajos, insuficiente para superar los rezagos sociales evidentes y la pobreza de un sector importante de la población.
La lección ya está dada: la estructura productiva del país ha sobrevivido a la debacle petrolera y se advierte sólida, no obstante Trump y otros nubarrones que pueden afectarla.
Sin embargo, la pérdida del refugio petrolero y la veneración de la empresa estatal que era propiedad de todos, han derivado en un trauma social que no será tan fácil superar.
Por lo pronto, el gobierno intentó un fallido acuerdo, similar a los viejos pactos inventados en el régimen de Miguel de la Madrid, para amortiguar el impacto económico e impedir el desorden de precios y los abusos de comerciantes.
Pero ya no existen las estructuras corporativas, la docilidad obligada de los líderes y la fuerza del Estado para imponer su línea.
Sólo nos queda el recuerdo. De eso y del petróleo.

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Gallinas, petróleo y recuerdos

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