1

3,540 vistas

Abril 07, 2019 17:11 hrs.

Mario Andrés Campa Landeros › diarioalmomento.com

Cultura ›


¿Quién es ella? La mujer que no teme decir su edad: 77 años.
La joven que se interesó por las artes. Le atrajo la literatura, el cine y la fotografía. Una artista de la cámara. Su obra representada en una muestra sólo se titula; ’Cuando habla la luz’. Sí, es Graciela Iturbide, la mayor de trece hermanos, nace en la ciudad de México, el 16 de mayo de 1942 en el seno de una familia de clase media-alta de origen español.
A través de 20 módulos presentados en el Palacio de Iturbide, Palacio de Cultura Citibanamex, Graciela presenta los temas que le han interesado a lo largo de su trayectoria. Poder ver su obra estética. Un tránsito desde sus obras de corte retratístico hasta llegar a una serie de imágenes en que la creadora contra su interés por la geometría estructural de las cosas que aborda. Una exposición a partir de 1972 hasta 2017. Cuarenta y cinco años de trabajo.
Se cuenta que la primera imagen profesional que captó, titulada Zihuatanejo, Guerrero, México, llamó la atención del fotógrafo Manuel Álvarez Bravo, quien percibió el potencial de la artista y la eligió como su asistente.
El centro de la exhibición se integra por un apartado que congrega la obra que le ha dado fama mundial. La muestra cierra con un tópico que la distingue y ha logrado posicionar como propio: las aves.
Graciela se hizo acreedora en 2008 al Premio Internacional de la Fundación Hasselblad, considerado el más importante en el ramo de la fotografía. Sus trabajos han sido publicados en una veintena de fotolibros. Sus obras se han presentado en los museos más importantes del mundo; en 1982 en el Pompidou de París y en 1990 en el Museo de Arte Moderno de San Francisco.
’Aunque inclinada hacia un modelo de vida bohemio, contrae matrimonio en 1962. En los años siguientes da a luz a sus tres hijos: Manuel Claudia y Mauricio. Su periodo de formación se inicia de forma tardía en 1969, cuando ingresa al Centro Universitario de Estudios Cinematográfico de la universidad Nacional Autónoma de México con la intención de estudiar cine. Allí tiene lugar su encuentro fundamental con Manuel Álvarez Bravo, maestro de la fotografía mexicana.
Carlos Monsiváis escribe en ’Las formas y la memoria’… En la obra de Graciela, los niños constituyen una línea descriptiva y narrativa y, por lo común, ofrecen algo más que la inocencia, un concepto tan difícil de situar por tan sacralizado. En los niños de Graciela, y allí se entreveran su sabiduría fotográfica y su emoción vital actúan la inocencia, la continuidad de la especie, el gozo cómplice con la risa (se ríen para encontrarse con la risa que es el método del descubrimiento) y, también, la tragedia.

VER NOTA COMPLETA

CONTACTA AL AUTOR

Escribe un comentario directo al autor

Graciela Iturbide: Una pulsación es suficiente

Éste sitio web usa cookies con fines publicitarios, si permanece aquí acepta su uso. Puede leer más sobre el uso de cookies en nuestra política de uso de cookies.