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Agosto 10, 2017 22:05 hrs.

Psicóloga Marina Castro Ricaño › diarioalmomento.com

Educación ›


Aprendiendo a poner límites a nuestros hijos La disciplina es una parte fundamental de la crianza de nuestros hijos. Imponer límites al comportamiento del niño, significa enseñarle cómo debe o no debe actuar en función de la situación o del lugar en que se encuentre.
La disciplina es una parte fundamental de la crianza de nuestros hijos. Imponer límites al comportamiento del niño, significa enseñarle cómo debe o no debe actuar en función de la situación o del lugar en que se encuentre.
Los niños deben aprender que su mal y su buen comportamiento tienen consecuencias. Un niño que entiende lo que debe o no debe hacer, es un niño que podrá vivir en sociedad y será respetado, porque él mismo aprendió a respetar. Los hábitos y las normas familiares claras, ayudan a que el niño se sienta seguro. Sin estas reglas, permisos y prohibiciones, los niños creen que lo pueden y que son omnipotentes, porque nadie les enseñó lo contrario.
¿Desde cuándo?
Muchas veces nos preguntan desde cuándo es aconsejable comenzar a poner límites. Siempre respondemos: desde el día en que nuestros hijos nacen.
No es exagerado. Poner límites no tiene que ver con la violencia, con los gritos ni con las peleas. Las familias vivimos bajo ciertas reglas que el bebé va aprendiendo desde que nace. Los hábitos son una parte importante de los límites, y desde muy temprana edad, acostumbramos a los niños a integrarse a los hábitos familiares más básicos. A medida que los niños crecen, adquieren nuevas habilidades (motoras y lingüísticas) y pueden comenzar a regular sus emociones, los desafíos son mayores. Los límites se complejizan y debemos reforzar nuevas rutinas. Poner límites es una tarea para toda la vida, porque educar y ayudar a nuestros hijos también lo es.
¿Cómo hacerlo?
Para poner límites correctamente, lo primero que tenemos que hacer es conocer a nuestro hijo. Parece algo muy simple, pero uno de los errores más frecuentes que cometemos los padres, es confundir las causas del mal comportamiento de nuestros hijos, y aplicar penitencias donde no corresponden.
Por ejemplo, si el niño tiene hambre o sueño, tenderá a comportarse mal, porque tiene necesidades básicas que no han sido satisfechas. Este es un ejemplo muy común en donde castigamos algo que el niño no puede controlar. Como papás, lo que podemos hacer es alimentarlo o ponerlo a descansar, y ese berrinche seguramente cederá.
Conocer a nuestro hijo y entender por qué hace lo que hace nos ayudará a aplicar la disciplina con mejores resultados.
Poner límites no sólo se trata de aplicar penitencias o castigos. Aprender a observar cuando el niño está realizando la conducta que queremos lograr y felicitarlo, es una técnica muy eficaz a la hora de educar a nuestros hijos.
Estos consejos podrán ayudarnos a poner límites eficazmente:
 Ignorar los actos que busquen llamar la atención
 Tener una serie de normas familiares claras, y hacer que se cumplan sistemáticamente.
 Hablar con un lenguaje sencillo, de manera que el niño entienda.
 Desaprobar a la conducta, no al niño:es importante marcarle el comportamiento inadecuado sin insultar o desmerecer al niño.
 Ponerse serios y no ceder frente al mal comportamiento.
 Observar el buen comportamiento y premiarlo.
 Aplicarlos con consistencia: los límites no deben variar según nuestro cansancio o estado de ánimo.

Cuidado con las expectativas…
No podemos pretender que un niño obedezca siempre. Es necesario comprender que enseñar a un niño a conducirse de determinada manera es un proceso que lleva tiempo, dedicación y paciencia. También es importante darnos cuenta que la evolución del niño juega un papel fundamental en el tipo de conducta que queremos modificar. Por ejemplo, no podemos pretender que un niño de dos años ordene sus juguetes cuando termina de jugar.
Recuerda que un factor clave para ayudar a regular el comportamiento y las emociones de tu hijo, es la capacidad de controlar los tuyos propios.
Poner límites es un acto de amor y es parte de una crianza responsable. Un niño sin límites es un niño triste e inseguro. Y crecerá como un adulto triste e inseguro, sintiendo que en algún aspecto, sus adultos de referencia ’lo dejaron solo’. Los niños necesitan saber que sus padres son emocionalmente fuertes y están al mando de sus vidas. De eso se trata la infancia.
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Hay que ponerles límites a los hijos

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