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Diciembre 31, 2013 21:47 hrs.

Roberto López Moreno › diarioalmomento.com

Biografías ›


Hoy 31 de diciembre, se cumple un aniversario más del natalicio de uno de los más grandes músicos sinfónicos del mundo, Silvestre Revueltas. Durante mucho tiempo se le tuvo marginado en México, por ser hermano del escritor José Revueltas, quien estaba siendo perseguido y encarcelado, una y otra vez, por sus ideas políticas (Movimiento del 68, etc.). Entonces escribí muchos textos con el fin de rescatar la figura de Silvestre de la marginación a la que el oficialismo le había condenado. Fue cuando publique mi libro Crónica de la Música de México, Editorial Lumen, en el que fui el primero en sostener que Revueltas fue el compositor sinfónico de vanguardia que correspondió absolutamente al Movimiento Poético llamado Estridentismo, también marginado y ninguneado hasta la fecha y que sin embargo dio grandes escritores como Manuel Maples Arce y Arqueles Vela.


SILVESTRE REVUELTAS
El Estridentismo


En el breve espacio de 1m X 1.20m. Leticia Ocharán trazó sobre su tela unas franjas de misteriosa curvatura congregando en ellas una familia de tonalidades que van del morado al rosa, cubriendo vibrante gama de índigos y violetas. Se trata de un cuadro titulado Planos y que fue realizado como un homenaje a Silvestre Revueltas. El cuadro de Leticia pertenece a su período abstracto (su trabajo figurativo va desde el caballete hasta el mural, pasando incluso por el grabado, de contenido político, que desarrolló durante su paso por el Taller de Gráfica Popular) y para homenajear con su obra abstracta al músico, escoge precisamente la obra en la que el compositor incursiona en terrenos que ya no son estrictamente del asunto nacionalista.
Incluso, durante su mismo período nacionalista, Revueltas nunca dejó de hacer propuestas revolucionarias, de promover novedades dentro de un mundo en el que trabajaban con tesón similar autores como Varese, Stravinsky, Béla Bartók, etc. Una de las primeras obras para piano del músico duranguense es una pequeña broma que le juega a Erik Satie, el gran bromista francés lleno de propuestas, de innovaciones, de provocaciones, de ironías. Satie escribe sus Tres piezas en forma de pera y aquí en México, el joven Revueltas, derrochador también de un ingenio inagotable escribe su Tragedia en forma de rábano, con la explicación en el mismo título: “no es plagio”.
Al contrario de Chávez, que era autodidacta, Revueltas poseía formación académica, ya que después de haber estudiado violín y composición bajo la prestigiada dirección de los maestros Gustavo Campa y José Rocabruna, partió a Estados Unidos para ingresar en el Saint Edward College en Austin; posteriormente pasó al Chicago Musical College en donde fue alumno de Vaslav Kopchansky y Otokar Sevcik. Estudió violín con Sametini y composición con Felix Borowsky; su hermana Rosaura opinaba que era una lástima que no hubiera grabado discos, porque Silvestre al violín era genial –decía ella, quien lo había escuchado desde niña- como luego lo fue en la composición.
Pero ambos, Chávez y Revueltas, eran dos preocupados de lo que pasaba en el mundo y los dos nacionalistas estaban en contacto con las expresiones de vanguardia que se estaban dando en las metrópolis musicales, información que sirvió plenamente para el desarrollo de la genialidad revueltiana, que en 1930 había producido su primera obra sinfónica, Cuauhnáhuac.
Disonancias violentas, cambios súbitos y acentos irregulares, señala Malmström al intentar la explicación de partes representativas de la música de Revueltas. Son una gran cantidad de elementos que rompen con lo tradicional, con los que el compositor expresa su visión moderna aun dentro de la corriente del nacionalismo, basada ésta en la exploración de las tradiciones. Es muy importante señalar esta dualidad de Revueltas: el hombre fincado poderosamente en sus raíces mestizas pero en inquieto uso de los elementos expresivos que su momento en ebullición vanguardista le daba. Por ello, mexicano y contemporáneo en el mismo golpe sinfónico, en la flor de su contemporaneidad, en su inquieta tercera década del siglo XX, en medio del ruidoso inicio de la era industrial, y en el sufrimiento de un pueblo sobre cuyas espaldas se empotraba el inicial desarrollo de esa era, Revueltas es el compositor legítimo de un movimiento estético de espíritu vanguardista que se inició en esas fechas en México con la acción de un grupo de literatos que crearon el Estridentismo.
Fuera de lo literario (Manuel Maples Arce, Germán List Arzubide, Salvador Gallardo, Arqueles Vela, Luis Quintanilla) el Estridentismo recibió la contribución dentro de las artes plásticas, del escultor Germán Cueto; del grabador Leopoldo Méndez (fundador del Taller de Gráfica Popular); de los fotógrafos Edward Weston y Tina Modotti; de los pintores Fermín Revueltas, David Alfaro Siqueiros, Jean Charlot y otros; de los cubismos de Ramón Alva de la Canal y Diego Rivera. Pero en música, el gran estridentista, sin que hasta la fecha se haya abordado esta realidad en la historia contemporánea de nuestra música, fue Silvestre Revueltas.
La preocupación por el origen (por la raíz popular de la que se procede), pero también por la suerte del pueblo en su vida contemporánea (el contenido social de la obra), pero también por el dominio de los lenguajes contemporáneos y vanguardistas para expresar todo ello (“hay disonancias violentas, cambios súbitos y acentos irregulares”), la explosión de una civilización en movimiento, la voluntad de subversión estética, definen el estridentismo revueltiano. En él, en su solo golpe sinfónico, conviven la espada del maguey, que acaba de saber de los recientes combates revolucionarios y los émbolos de la locomotora y el aeroplano con los que está amaneciendo el día, algo también de lo que está moviendo los murales de Diego.
Silvestre Revueltas es el gran compositor del Estridentismo (su excelente música para ballet Troka, está inspirada en Troka, el poderoso, un libro de cuentos para niños escrito por el estridentista List Arzubide), es el que abre y corona esta propuesta estética dentro de los terrenos de la música, propuesta en acto, sin necesidad de mencionarla como tal, y que se viene a cerrar diez años después (hablo ya de la década de los cuarenta) con un músico popular, genial como el primero, pero dentro de los ámbitos de lo que Malmström clasificaría como lo “comercial”, Dámaso Pérez Prado, quien nacido en Cuba radica en México en donde culmina y da fama para el mundo, en medio de un agudo estallido de trompetas e instrumentos de percusión, su estridente producto llamado Mambo. Los dos habían hecho una auténtica revolución; uno, en la música de arte, el otro, en la comercial. No hubo quien pudiera oponerse a la tanta fuerza de ambos.
El Estridentismo en la música (dentro de las características que he señalado) se cierra en los años sesenta; Pérez Prado, el encargado de clausurarlo, fallece en la ciudad de México en 1989, ya hacia las postrimerías del siglo XX. Silvestre Revueltas, en forma por demás simbólica, había nacido justamente en la noche del 31 de diciembre de 1899, de cara al siglo que con él se iniciaba. Y con el siglo se inicia también su realidad y su leyenda.
En pintura Revueltas es tinta de un mural de Diego Rivera o de Aurora Reyes, pero en Planos, la obra que inspira el cuadro de Leticia Ocharán, late un Revueltas abstracto que, sin embargo, sigue siendo mexicanísimo; ¿timbres?, ¿colores?, ¿cuál el secreto?, ¿en dónde? Está ahí el Revueltas lanzado a otros planos de la experimentación. Con su “implacable” sentido del humor el propio autor escribió sobre esta obra: ...se dividieron las opiniones. Algunos pensaron que era Stravinsky; quién sabe qué pensaría Stravinsky. Como se usaron dos pianos y unos gongs, los acordes del principio y del final recuerdan la sonoridad de los últimos acordes de Las bodas, de Stravinsky; sin embargo, no son ni las últimas notas ni los mismos intervalos; lo que probablemente les da mayor semejanza. Planos: arquitectura “funcional” que no excluye al sentimiento. Los fragmentos melódicos brotan de un mismo impulso, de una misma emoción que lo de otras obras del mismo autor. Cantan dentro de un ritmo obstinado siempre en marcha, dentro de una sonoridad tal vez extraña, por desacostumbrada, que es como su ambiente. Ritmo y sonoridad reminiscentes de otros ritmos y sonoridades, probablemente como un material de construcción se asemeja a otro, o es el mismo, pero sirve a construcciones diferentes en sentido, en forma, en expresión”. ¡Ah, el genio y el ingenio de Revueltas!
En Planos (Danza geométrica) Revueltas se desprende del nacionalismo (en el que sin embargo, no usó melodías ni canciones folclóricas para sus obras, si no que creó sus propios temas y éstos siempre sonaron a un México profundo, a veces alegre, a veces hondamente adolorido), toma distancia de ese nacionalismo y decide transitar por los terrenos de la abstracción, con base en combinaciones sonoras que responden a un espíritu siempre innovador, obligando a nuevas técnicas expresivas. Esta obra fue estrenada por el propio autor al frente de la Orquesta Sinfónica de México, el 5 de noviembre de 1934. Ahí estaba el otro Revueltas y el mismo. Siempre tan memoria, siempre tan contemporáneo y futuro.

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Hoy se cumple un aniversario más del natalicio de Silvestre Revueltas.

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