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Noviembre 03, 2018 16:06 hrs.

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Un Teatro de la Torre Académica de la UAS lleno a reventar, vibró con las notas y acordes del famoso Réquiem, de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), en un concierto especial por el Día de Muertos, a cargo de la Orquesta Sinfónica Sinaloa de las Artes, solistas y el Taller y Coro de Ópera de Sinaloa bajo la dirección artística del maestro Miguel Del Real, como parte del Festival Cultural Puro
Sinaloa 2018.

Brillaron como solistas la soprano Carla Portillo, la mezzosoprano Estefanía Cano, el tenor Alonso Sicairos-León y el bajo Oziel Herrera, para interpretar en continuo diálogo con el Taller y Coro de Ópera (a cargo de Alejandro Miyaki), esta obra con aires de leyenda en torno a su autor, Mozart, quien la escribió en vísperas de su muerte, se dice que para sí mismo.

Previamente al inicio, el maestro Miguel del Real dirigió un mensaje en el que dedicó este concierto, como todos los de la Segunda Temporada 2018, a los violistas de la OSSLA Carlos Guadarrama y Virna Leibny Cornejo, ante la lamentable y reciente fallecimiento de su hijita Mariana, de diez años.

Además, brindó un profundo agradecimiento a la Universidad Autónoma de Sinaloa y a su rector, Juan Eulogio Guerra Liera, por todas las facilidades otorgadas para realizar este concierto en este maravilloso espacio de la Torre Académica, tras lo cual inició el programa, integrado solo por la misa de Réquiem, de Mozart: Día de ira aquél / en que los siglos serán reducidos a cenizas, / como profetizó David…’

La obra consta de 14 pasajes en siete partes, en los que coro y solistas se alternan y se funden de modo maravilloso: Requiem aeternam (Descanso eterno…), Kyrie elesison (Señor, ten piedad), Dies irae (Día de ira aquel...), Tuba mirum (La trompeta..., en la grave voz del bajo), Rex tremendae (Rey de tremenda majestad), Recordare (Acuérdate..., a cargo de los solistas), y Confutatis (Rechazados los malditos...).

Luego, la conocida Lacrimosa (Día de lágrimas aquél...), Domine Iesu (Señor Jesús...), Hostias et preces (Súplicas y alabanzas...), Sanctus, sanctus (Santo, santo...), Benedictus qui venit (Bendito el que viene...), Agnus Dei (Cordero de Dios...) y Luz aeternam (Luz eterna..., para soprano y coro), que mantuvieron al público en vilo, butaquerío ocupados los pasillos llenos con gente de pie y las
escalinatas con gente sentada donde pudo.

La misa de réquiem es un género muy cultivado por muchos compositores, y se basa en los textos latinos para el acto litúrgico católico celebrado tras el fallecimiento de una persona.

Dice la leyenda que Mozart compuso esta magna obra (aunque inacabada) en 1791, y que se trataba de su propio Réquiem, encargado por un mensajero de la muerte. Aunque la realidad es menos poética, ello no resta un ápice a la potencia expresiva ni a la belleza de la partitura, que se cuenta entre lo mejor de la música universal.

La pieza fue intensamente aplaudida al final por la limpidez de la ejecución y por el fervor de una pieza ciertamente terrible, pero llena de esperanza, y tratándose de Mozart, sin duda grandiosa.

Una segunda función con este concierto, se presentará en Guamúchil, este sábado a las 19:30 horas, en la Avenida Ferrocarril, esta vez con un elenco integrado por la soprano Rosa Dávila, la mezzosoprano Estefanía Cano, el tenor Ángel Galindo y el bajo Salvador Rivas.

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Intenso y sublime Réquiem de Mozart con la OSSLA, por el Día de Muertos

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