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Agosto 25, 2018 16:42 hrs.

José García Sánchez › diarioalmomento.com

Política ›


La prensa quiere recuperar el cuarto lugar en el ejercicio del poder por la puerta trasera. Dicta de amena unilateral, las reglas del juego ante el poder y determina los campos de batalla.

Quiere imponer criterios sobre el quehacer de los hombres y mujeres de la presente y de la próxima administración, comáis se tratara competir con adversarios y no reflejar la realidad que los políticos permiten asomarse a los protagonistas de la política.

La cerrazón de los políticos sobre sus actividades públicas y personales fue rígida, incluso autoritaria. La relación entre el poder y la prensa tienen en calidad de asignatura pendiente la investigación real y profunda de los asesinatos de los periodistas asesinados, cuya cifra rompió récord en los últimos años.

Sin embargo, los comunicadores se han dado a la tarea de definir como ’agenda’ a una serie de actividades políticas que deben también tener un líder. Este líder, es decir, quien encabece la agenda a través de la trascendencia de sus actividades se convierte, por obra y gracia de los comunicadores, en el más poderoso.

La fama, porque no puede llamarse de otra manera al número de impactos en los medios de un político no puede ser sinónimo e eficacia o poder. Si hubiera un político de bajo perfil, éste sería el que —según los medios— el poseedor de una menor cantidad de poder.

Acusan los medios, por ejemplo, que por un tiempo, dejó de llevar la ’agenda’ López Obrador y la llevó Elba Esther, en un intento por colocar en un campo de batalla de espacios periodísticos a quienes no pelean entre sí sino por su propio proyecto, interés, necesidades, inquietudes, etc.

La ’agenda’ es un movimiento informativo interno, delimitado a las fuentes y secciones, a la especialidad y a la calidad de los contenidos. Sacar de un contexto meramente periodístico a una visión nacional o mundial es reducir la dimensión de una realidad que todavía algunos comunicadores no dimensionan.

Llega el momento en que los comunicadores dan prioridad a la imposición de una agenda imaginaria que en informar, concentran todo su esfuerzo en un par de personas que no reflejan la realidad que deben dar a conocer, ni determinan la participación de los mexicanos a través de sus noticias, sino que regresan en el tiempo, para dar a conocer sólo datos de los personajes más importantes, en su intento por definir quién es el propietario de la ’agenda’.

El que determina la agenda es el espectador, el radioescucha, el lector, es su derecho. El comunicador tiene la obligación de ofrecerle las opciones informativas para que la otra parte escoja su prioridad e interés.

Esta manera de clasificar la información refleja una visión desde la prensa de una monarquía donde el rey y la nobleza eran los únicos que podrían dar noticias, el resto de la población, simplemente no existe, y es precisamente en ese segmento de la población donde debería estar esa ’agenda’ que tienen extraviada muchos.

La creación ficticia de esa ’agenda’ facilita la venta de publicidad, porque dependerá de los personajes que se promuevan, voluntarias involuntariamente, para que los que adquieren esos espacios se animen a comprarlos.

La jerarquización de la información la determinan los hechos, no los periodistas; sin embargo, la agenda marcada por los comunicadores deciden lo trascendente de la paja sin más criterio que sus intereses personales o los de su director o patrón.

Así, lo que han dado en llamar la ’agenda’ es una manera de recuperar el lugar del cuarto poder, pero por la puerta de la servidumbre.

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La ’agenda’ ficción

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