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Enero 16, 2020 09:19 hrs.

Jorge Herrera Valenzuela › diarioalmomento.com

Política ›


Las tragedias en que los niños son los protagonistas aumentan cada día y estamos enfrentando un problema muy grave, del cual no debemos responsabilizar al gobierno ni a los profesores, éstos últimos tienen la noble misión de enseñar a leer, a escribir, darnos a conocer la historia, la geografía, el civismo, mientras que a papá y a mamá les corresponde educar a sus pequeños, formarlos con principios y atenderlos permanentemente durante la niñez, procurarlos en la adolescencia y no olvidarlos en la juventud.
El lamentable suceso en una escuela privada de Torreón, Coahuila, debe ser el detonante para que los padres de familia entiendan cuál es la intensa e importante vigilancia a los hijos de 7 a 12 años de edad, el trabajo que se incrementan cuando pasan a la adolescencia y más al entrar en la compleja etapa inicial de la juventud. Desconozco las estadísticas de huérfanos, de niños cuyos progenitores se divorciaron y de menores que viven solo con su madre o con el padre, así como abuelos o tíos.
Está muy claro que este grave y complicado problema social se deriva de la disolución familiar, de los irresponsables, hombres y mujeres, que juegan con la vida de los hijos y se automarginan de ellos. Los dramas se viven a diario, en todo el país, y se reflejan en las cintas cinematográficas –desde el cine mexicano en blanco y negro o en los filmes norteamericanos--, pero de nada sirven para repensar en cada uno de los casos.
De ninguna manera los padres de millones de niños (el término abarca a niños y niñas) pueden justificar la violencia intrafamiliar que se da frente a los hijos, el descuidar la vida que llevan dentro y fuera del hogar, disponer de armas de fuego, pistolas, sin mantenerlas en sitios seguros en casa. Los casos más recientes de menores que actuaron violentamente o determinaron quitarse la vida, tienen un fondo muy profundo y es una protesta por la vida que tuvieron en su hogar o el mal trato que les dio la sociedad.
Según comentó Roberto Zamarripa en su editorial del lunes pasado, en el diario Reforma, lo ocurrido en Torreón, Coahuila, tuvo como situaciones precedentes tres acontecimientos en el Estado de Chiapas. En un municipio de la Selva Lacandona el jueves 9 de este mes fue encontrada muerta una niña de 14 años, presentaba lesiones en el tórax. Al siguiente día en Ocozocoautla, una jovencita de 13 años se colgó en un árbol y en el fronterizo municipio de Cacahoatán de Juárez, un hombre fue quemado vivo por haber violado y matado a una niña.
Más estrujante y que conmovió al país, no porque los otros casos no fueran impactantes, cuando un niño de 11 años, alumno brillante en sexto año de primaria disparó 8 tiros con una pistola de calibre 40 y un noveno tiro lo hizo con una de calibre .25, para agredir a una profesora, a cinco de sus compañeros y a un profesor. Luego el mismo inocente victimario se suicidó. Un niño sin padre al lado, su madre falleció hace tiempo y él vivía con sus abuelos. Surgen muchas interrogantes, pero lo importante no es darle contestación sino analizar el por qué y evitar imitaciones.
Las autoridades coahuilenses han ordenado la aprehensión del abuelo, propietario de las armas, acusándolo de homicidio por omisión. No cabe duda que desde el gobernador de apellido Riquelme hasta el procurador o fiscal, como lo llaman ahora, se van por el camino más fácil y pretenden procesar a un anciano para justificarse ante la sociedad. ¿Por qué no ponen a un sociólogo, a un psicólogo, a un psiquiatra, profesionales especializados, para diagnosticar el problema y dar soluciones prácticas?
Reitero que la responsabilidad de estos hechos no recae en el gobierno (federal, estatal o municipal), pero también debe la autoridad preocuparse por este problema que afecta a muchas familias desintegradas. Que se pongan a trabajar en el DIF nacional y en los estatales, aunque ahora esas tareas no interesan a los de la Cuarta Transformación.
La revisión de las mochilas no corresponde al profesorado, es un deber intransferible de los padres, que no de los abuelos, desde el punto que quiera verse. Hacerlo en la puerta de la escuela no implica violación a derechos humanos ni muchos menos, pero no faltan los que politizan un problema en lugar de buscar soluciones adecuadas, reales y tangibles.
jherrerav@live.com.mx

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La Educación en el Hogar y Los Conocimientos en la Escuela

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