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Septiembre 14, 2018 23:34 hrs.

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En esta categoría entra la ’Guerra de las Vírgenes’, una disputa que se dio a la par del enfrentamiento entre los insurgentes y realistas, y que ‘enfrentó’ a dos de las figuras más arraigadas del catolicismo de la Nueva España: La Virgen de Guadalupe y la Virgen de los Remedios.

Si ambas vírgenes representan a la madre de Dios y eran contemporáneas (sus orígenes se remontan al siglo XVI), resulta inevitable preguntarnos qué desencadenó este conflicto.

Ésta es la historia…

La llegada al Nuevo Mundo
Antes de partir al Nuevo Mundo, Juan Rodríguez de Villafuente, recibió de su hermano una imagen de la Virgen de los Remedios, asegurándole que bajo su amparo logró salir adelante en las batallas donde participó y que ahora se la entregaba para su protección.

Así, Juan Rodríguez de Villafuente llegó junto con la Virgen de los Remedios al continente Americano y se puso al servicio de Hernán Cortés, quien le ordenó colocar la imagen en el Templo Mayor de la capital del Imperio Azteca. Por semanas permaneció ahí hasta que estalló la guerra y no se supo más de ella.

Fue hasta el 30 de junio de 1520, cuando Cortés y su ejército tuvieron que escapar luego de sufrir una avasalladora derrota en Tenochtitlán -pasaje histórico conocido como ’La noche triste’-. La leyenda cuenta que en un pequeño monte, cercano al pueblo de Tlacopan, la virgen se le apareció a Cortés y sus hombres, encuentro que les dio consuelo y esperanza de que tarde o temprano lograrían la victoria.

Un año después caería México-Tenochtitlán.

Guerra de las vírgenes durante la lucha de Independencia
Pintura de la Noche triste (1890) del Museo de Bellas Artes de Badajoz.
La Guadalupana
De acuerdo a la Iglesia Católica, la Virgen de Guadalupe se le apareció en cuatro ocasiones al indio Juan Diego. En uno de estos encuentros, ocurridos en 1531, la Virgen le pidió subir al Cerro del Tepeyac, recolectar varias flores con ayuda de su tilma y llevárselas al obispo como prueba de su existencia. Al estar frente al religioso, Juan Diego extendió la prenda y de forma milagrosa, en ella quedó plasmada la imagen de una virgen morena con rasgos mestizos.

Estas apariciones marianas se sustentan en el Nican Mopohua (Aquí se narra), un relato náhuatl de 1556 atribuido al noble indígena Antonio Valeriano, y que se construyó a partir de los testimonios que el propio Juan Diego dio de viva voz.



Una rivalidad marcada por la desigualdad
La diferencia de ideales en las guerras civiles suele separar a familiares, amigos, vecinos e incluso a los creyentes de una misma religión. Eso fue lo que pasó con el movimiento de Independencia que dio lugar al nacimiento de nuestro país, y que tuvo lugar de 1810 a 1821.

En la época colonial, dos grupos sociales novohispanos se encontraban representados de forma indirecta en dos vírgenes de la religión católica. Por un lado estaba la Virgen de los Remedios a la que rendían culto los españoles y criollos, y que parecía cobijar a los más favorecidos. Por el otro estaba la Virgen de Guadalupe, que intercedía por los más oprimidos.

Los fieles normalmente recurrían a la Virgen de los Remedios. Su imagen era llevada por la Calzada México-Tacuba desde su templo, ubicado en el exterior de la ciudad, hasta la catedral de la Ciudad de México, en medio de suntuosas procesiones donde participaban tanto las autoridades eclesiásticas como civiles.

Guerra de las vírgenes durante la lucha de Independencia
Mural de la Virgen de los Remedios. (Imagen tomada de http://basilicadelosremedios.com)
Sin embargo, cuando había alguna calamidad o desastre que no se solucionaba con el amparo de la Virgen de los Remedios, se recurría como recurso final a la imagen Guadalupana. Cuando las cosas volvían a la calma, la Virgen de Guadalupe nuevamente volvía a ser relegada.

Esta distinción, que incluso se reflejaba en la fisonomía de ambas figuras (una blanca y con rasgos europeos, la otra de tez morena y facciones indigenas) comenzó a crear rivalidad entre sus seguidores.

La patrona de la libertad
Aunque cada vez se popularizaba más, el culto a la Virgen de Guadalupe realmente tomó fuerza hasta que su imagen se usó para enarbolar el movimiento insurgente que inició el 16 de septiembre de 1810 y que estuvo encabezado por Miguel Hidalgo.

Cuando este grupo salió del pueblo de Dolores con dirección a San Miguel el Grande y pasó por Atotoniloco, Hidalgo se topó con un lienzo de la Virgen de Guadalupe en el interior de una sacristía. Lo tomó y se dirigió a la muchedumbre que lo seguía para gritar:

¡Viva la América, muera el mal gobierno! ¡Viva Nuestra Madre Santísima de Guadalupe!’

Hidalgo comenzó a llamarla ’Patrona de la Libertad’. La adhesión de este lienzo al naciente movimiento contribuyó a que los desamparados se identificaran.

Varios rebeldes comenzaron a usar imágenes y estampas de la llamada ’Morenita del Tepeyac’ y Miguel Fernández Félix, jefe insurgente, cambió su nombre por el de ’Guadalupe Victoria’, en honor a la Guadalupana.

La Generala
Recordando el ’milagro’ ocurrido durante el pasaje de la Noche Triste y al tanto de que los insurgentes habían vuelto a la Virgen de Guadalupe su símbolo, el virrey Francisco Javier Venegas le otorgó el grado de ’General’ a la Virgen de los Remedios.

Para ello invistió su imagen con los escudos y distintivos correspondientes, y las fuerzas realistas empezaron a llevarla en sus recorridos.

Al respecto, Francisco de Florencia escribió en La milagrosa invención de un tesoro escondido:

Conforme fue pasando el tiempo la protección de la Generala fue solicitada contra las fuerzas insurgentes buscando tanto la derrota total como la protección de la Ciudad de México cuando el ataque a ella por las fuerzas capitaneadas por Miguel Hidalgo era inminente. La Virgen de los Remedios se convirtió en la protectora de los insurgentes. A lo largo de la lucha de Independencia, estas dos advocaciones se veían si no como enemigas, sí como contrarias’.

Guerra de las vírgenes durante la lucha de Independencia
Grabado de la Virgen de los Remedios.
Rehenes de los intereses
Ambas vírgenes pasaron a convertirse en herramientas para difundir y operar los intereses sociopolíticos de uno y otro bando.

Tanta importancia adquirió, que cuando alguno de los bandos se hacía con la imagen de la virgen de los rivales, ésta era enjuiciada, acusada de traición y fusilada.

Hablar de una vencedora resulta estéril, aunque también es cierto que tras esta lucha la Virgen de Guadalupe desplazó, por decirlo así, a la Virgen de los Remedios en la preferencia de los fieles.

En Camino a la Insurgencia, el escritor e historiador Fulgencio Vargas escribió:

La Virgen de Guadalupe simbolizaba la religión de los naturales oprimidos. Ella no fue agraciada con títulos militares por el poder virreinal… ella era toda india y toda para el indio. Al ver su imagen en la bandera flotante alzábanse las gentes, acrecíanse, sospechando tal vez que aquella compasiva y buena protectora estaba también vejada y perseguida como ellos’

Esta confrontación anecdótica trascendió al tiempo y junto al movimiento de Independencia también sirvió para formar la identidad nacional de México, un país en donde, a pesar del laicismo, tiene en la Virgen de Guadalupe a uno de sus más grandes símbolos.

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La guerra de las vírgenes durante la lucha de la Independencia

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