La indigencia

Esa tormenta de dudas; los porqués que no alcanzan a responder los padres, la falta de un te quiero, la recurrencia del alcohol buscando un escape y solo halla cadenas que matan, encierros de mente entre elefantes rosas… Una gota de misericordia entre el parpado desgreñado por el sol, un refugio de hospicio sin sábanas blancas, un desdén de la sociedad, un decapito de la familia, un degüello del mundo. Un suspiro que se evapora entre las buenas intenciones… Los desnudos sueños que pisan sin saber qué línea alejados de la realidad, buscando comida, buscando una sombra que cubra sus heridas externas, violaciones, golpes; atraídos por la noche que sonsaca un cobijo de droga. Un escape más a la soledad del alma, una queja interna sin eco, una esperanza de los brazos maternos:
¿Cómo llegará eso, si es producto de una violación?
Así, al caer la tarde entre casuchas de cartón, entre los gritos de mamá, entre los juegos de vecinos, entre el humo de cada esquina, se deciden a volar, sin nada más que el hambre de buscar comprensión, ¿Dónde? ¿Cómo? Interrogantes que no se elaboran jamás, preguntas que se viven al soltar amarras que de igual modo enmudecen. ¿Qué es mejor la calle o la hostilidad del hogar?
Cómo sacar la pena que de embrión sembraron en ti, cómo desarmar la incomprensión, como desarmar la mano que acalla tus ideas, como quitarse la venda que tapa una llaga, cómo , cómo, cómo pensar algo coherente estando solo. Cómo con esquizofrenia bipolar, nombres de ciencia, que la misma no sabe curar.
¿Habremos hecho algo por ellos, por el entorno nuestro, por nuestra familia, por nosotros mismos?
Hoy las risas de infancia
ya no son más
leños verdes que ahogan
una caricia
deseo que sobra
una espera detrás de la puerta
una puerta por cerrar