La Revolución Mexicana

Porfirio Díaz
La férrea dictadura de este militar y estadista dio nombre a todo un periodo de la
historia moderna de México: el Porfiriato (1876-1911). Aunque logró a sangre y fuego
la pacificación del país y su despegue en muchas áreas, hacia el final de su mandato su
política había abierto una enorme brecha entre ricos y pobres; en 1910, su decisión de
mantenerse en el poder prendió la mecha de la Revolución Mexicana.


Francisco I. Madero
Hombre de firmes convicciones democráticas y sincera preocupación social, Francisco
I. Madero quiso superar mediante las urnas la anquilosada dictadura de Porfirio Díaz,
presentando su candidatura como cabeza del Partido Antirreeleccionista en los comicios
de 1910. Tras ser detenido en plena campaña, lanzó desde el exilio el Plan de San Luis,
un programa político que incluía un llamamiento a alzarse en armas contra el régimen
dictatorial de Díaz el 20 de noviembre de 1910. La clave del éxito de su proclama en las
zonas rurales radicaba en el punto tercero del Plan, que contemplaba la restitución a los
campesinos de las tierras de que habían sido despojados durante el Porfiriato.

Victoriano Huerta
El triunfo revolucionario elevó a Francisco I. Madero a la presidencia (1911-1913).
Incapaz de contentar a los líderes agraristas y presionado a la vez por los sectores
conservadores y por los Estados Unidos, Madero acabó siendo traicionado y asesinado
por uno de sus generales de confianza: Victoriano Huerta (1913-1914). Hombre de
mezquina doblez, ambicioso y sin escrúpulos, su figura y su mandato llenan una de las
páginas más negras de la historia mexicana.

Venustiano Carranza
El líder constitucionalista logró aunar las voluntades de los distintos caudillos frente a la
dictadura contrarrevolucionaria de Huerta. Tras una rápida victoria, hubo sin embargo
de enfrentarse a las reivindicaciones de los revolucionarios agraristas que le habían
apoyado: Pancho Villa y Emiliano Zapata. Después de imponerse a ellos por la fuerza
de las armas, convocó un Congreso Constituyente en Querétaro del que saldría la
Constitución de 1917 y que lo eligió como presidente de la República (1917-1920),
poniendo fin a la fase más desgarradora de la Revolución Mexicana.

Emiliano Zapata
En el transcurso de la Revolución, los llamados líderes agraristas recogieron las justas
aspiraciones de las clases rurales más humildes, que se habían visto abocadas a la
miseria por una arbitraria política agraria que los desposeía de sus tierras. De todos
ellos, Emiliano Zapata sigue siendo el más admirado. Frente a la ambición sin
escrúpulos o la inconsistencia ideológica de Pancho Villa o Pascual Orozco, y frente a
una idea de revolución más ligada a la guerra por el poder que a la transformación
social, Emiliano Zapata se mantuvo fiel a sus ideales de justicia y dio absoluta prioridad
a las realizaciones efectivas.

Pancho Villa
Dedicado al bandolerismo, gozaba de la admiración de los campesinos por sus acciones
contra los hacendados ricos cuando estalló la Revolución, a cuyo rápido triunfo
contribuyó con su ejército. El más poderoso de los líderes agraristas combatió luego la
dictadura contrarrevolucionaria de Huerta, al que logró derrocar en colaboración con
Venustiano Carranza. Tras la victoria de esta segunda revolución, las insalvables
discrepancias llevaron a un nuevo enfrentamiento entre ambos, que se saldó con la
victoria de Carranza en 1915. Villa fue asesinado en 1923; la misma suerte había
corrido, cuatro años antes, Emiliano Zapata. Pese a la justicia de sus reivindicaciones
(se calcula que, en 1910, un millar de terratenientes daba empleo a tres millones de
campesinos sin tierras), ni siquiera sus ideales sobrevivieron a su fracaso. Los sucesivos
presidentes se reclamaron herederos de la Revolución, pero ni Carranza ni sus
inmediatos sucesores (Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, que dominaría la escena
política hasta 1936) llegaron nunca a emprender una verdadera reforma agraria.

______________________________________