1

3,820 vistas

Julio 13, 2016 00:49 hrs.

Jorge Herrera Valenzuela › diarioalmomento.com

Política ›


Carlos Salinas intentó desaparecer al Partido Revolucionario Institucional. Ernesto Zedillo entregó el tricolor al principal opositor político. Enrique Peña Nieto impone, en la dirigencia nacional del otrora invencible y hoy abatido PRI, a un cuarentón que presume su militancia partidista con una credencial que supuestamente le firmó Luis Donaldo Colosio Murrieta, como presidente del comité ejecutivo nacional.

Peña Nieto, primer priista de México, demuestra, una vez más, que su soberbia le impide actuar congruentemente. Deja abierta la puerta a las especulaciones y a las versiones que cada quien pueda circular. Entre estas últimas está la referida a que ’el vicepresidente’ Luis Videgaray Caso sigue designando a los hombres, de su equipo, haciendo creer que trabaja la candidatura presidencial de José Antonio Meade Kuribreña, cuando él es quien pretende ganarle terreno a Miguel Ángel Osorio Chong.
En sus 70 años el PRI –fundado en enero de 1946- ha enfrentado guerras internas que lo han desgastado política y electoralmente.

La primera fue cuando en 1988 tuvo que ’caerse el sistema’ para que Salinas de Gortari llegara a la Presidencia de la República. En su sexenio quiso eliminar al PRI y crear el Partido de la Solidaridad, pero los expresidentes del instituto, encabezados por el general y licenciado Alfonso Corona del Rosal no se lo permitieron. La reunión tuvo lugar en la residencia de Los Pinos. Ernesto Zedillo, que nunca militó en el PRI, además de mostrarse siempre ’apartidista’, no intervino en la elección del candidato presidencial, mostró total indiferencia en la campaña del sinaloense Francisco Labastida Ochoa y la noche del 2 de julio del 2000 fue el primero en celebrar la victoria del PAN.

Durante el actual sexenio, luego de dos gobiernos panistas consecutivos, es indiscutible el declive del partido. Hoy apenas gobierna en la mitad del país, perdió en las pasadas elecciones las presidencias municipales de ciudades capitales y no tiene mayoría en varias legislaturas locales. El Presidente Peña Nieto y su secretario de Hacienda y Crédito Público, el hombre fuerte del gabinete, dejaron a su suerte a los candidatos en los 12 Estados donde eligió gobernador, siendo derrotado el PRI en siete. Por supuesto que la maniobra tuvo como propósito exhibir al sonorense Manlio Fabio Beltrones Rivera para alejarlo de la política y principalmente descartarlo como candidato en el 2018.
Tras la renuncia de Beltrones, no era lógico que la prima hermana del primer priista y secretaria general del PRI quedara como presidenta sustituta, pese a que la señora Carolina Monroy del Mazo tiene amplia carrera política. La mexiquense, expresidenta municipal de Metepec, cubrió el interinato y disponía de 60 días para convocar a elección del nuevo dirigente. Hubo convocatoria, cuando ’el dedazo’ de Peña Nieto era del dominio público y se consumó la farsa con ’el respaldo unánime’ de las entelequias conocidas como ’sectores obrero, cenecista y popular’, todo mal hecho y no como sí se hizo en el siglo pasado.

Si el PRI perdió en 1997 la joya de la corona, la Capital del País, fueron sus propios militantes los autores de la derrota. Recuérdese que Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, desde una década antes, dieron vida al PRD. El pasado domingo 5 de junio, los electores le cobraron las facturas a un gobierno federal corrupto, incapaz de solucionar los problemas nacionales, que ha otorgado impunidad a gobernadores acusados públicamente de varios delitos. Ya en las elecciones del 2015 la ciudadanía repudió los partidos políticos, pero el primer priista no lo entendió o no le interesó actuar, teniendo a un político-político al frente del PRI, porque Manlio Fabio no es de su toluquense equipo y debía ser marginado de posibles aspiraciones mayores.
Seguramente Peña Nieto no piensa en que el 30 de noviembre de 2018 dejará de ser el Presidente de México y para entonces el partido político que lo encumbró, estará pulverizado. Decidir que el PRI quede en manos de una persona que luce indiscutibles méritos académicos, pero que es neófito en tareas partidistas, que nunca ha participado en campañas electorales, que tiene como contraparte a un ansioso y delirante joven panista, así como a un obstinado moreno ’salvador de la patria’, es una determinación suicida.

PREGUNTA PARA MEDITAR:
¿Tendrá, estimado lector, la curiosidad de investigar quién es el licenciado, maestro y doctor Enrique Ochoa Reza?
jherrerav@live.com.mx

VER NOTA COMPLETA

¿Llegó el final del vapuleado PRI?

Éste sitio web usa cookies con fines publicitarios, si permanece aquí acepta su uso. Puede leer más sobre el uso de cookies en nuestra política de uso de cookies.