1

3,011 vistas

Septiembre 20, 2018 18:35 hrs.

Armando Fuentes Aguirre › guerrerohabla.com

Periodismo ›


Pocos objetos en la historia han sido taEstamos en tiempos de las luchas por la Independencia. El 26 de marzo de 1811 salió Rayón de Saltillo al frente de un pequeño ejército de menos de mil hombres a quienes acompañaban mujeres y niños.

En Aguanueva, a unos cuantos kilómetros de esta ciudad, el escaso contingente empezó a ser hostilizado. Iba contra los insurgentes una fuerza de 3 mil soldados bien entrenados que mandaba el jefe realista don José Manuel Ochoa. Con él andaban también más de 500 indios lipanes, conocidos por su crueldad y salvajismo.

Con suma habilidad Rayón logró hurtar sus cortos efectivos a la hostilización del enemigo. Lo rehuyó en Aguanueva y en Carneros, pero al llegar al puerto de Piñones decidió presentar batalla, pues aquel era un territorio cuyas características hacían imposible la táctica evasiva.

Se trabó el combate, feroz por ambas partes. Superiores las fuerzas de Ochoa, pareció en un principio que su victoria sobre los insurgentes sería cosa fácil. Muchos de los soldados de Rayón iban con él más por fuerza que de grado, y ansiaban cuanto antes acogerse al indulto ofrecido por el virrey y por Calleja a quienes desertaran del ejército insurgente. Sólo el tesón de don Ignacio y de aquel Amo Torres valeroso que iba con él como segundo en el mando logró infundir arrestos a los combatientes.

Se luchó cuerpo a cuerpo. El campo de batalla se llenó pronto de muertos y de heridos. La súbita carga de un ala del ejército realista dividió las fuerzas insurgentes, y se perdieron los carros en que éstos traían el agua y la comida. Los cañones atronaban el espacio desde las alturas de los cerros vecinos.

De pronto la artillería de los insurgentes dejó de disparar: los artilleros necesitaban agua para enfriar los cañones, y no la tenían. Entonces una mujer de la que sólo se sabe que le apodaban la Guanajuateña se puso en movimiento con gran celeridad. Armada con una bacinica -singular equipo militar- fue entre sus compañeras pidiéndoles que orinaran en aquel recipiente tan poco bélico. Ella puso la muestra -es un decir-, y en repetidos viajes juntó la cantidad de líquido necesaria para enfriar los cañones.

-¡Meen por la Patria, compañeras! -les decía, seguramente para incitarlas a donar el caudal generoso de sus doradas aguas como valiosa aportación para la causa de la libertad.

Muchos gritos patrióticos se han escuchado en el curso de la historia mexicana, tan llena de estentóreos clamoreos. ’¡Va mi espada en prenda, voy por ella!’... ’¡La Patria es primero!’... ’¡Cabo de guardia, estoy desarmado!’... ’¡Si hubiera parque no estaría usted aquí!’... Pero este grito de la Guanajuateña no sólo fué patriótico: tuvo además la virtud de ser diurético.

Esta curiosa historia (¿historia?) la saqué de un libro de don Carlos María de Bustamante, escritor liberal. Mucho gustaba don Carlos de narrar sucesos como éste, que algunos consideran exageraciones pintorescas -por no decir fantasías, y menos aún mentiras- nacidas del extremado celo patriótico de aquel singular historiador. Hoy los profesionales de le Historia dirían que no era un historiador ’serio’. Pero al menos no era aburrido.

VER NOTA COMPLETA

CONTACTA AL AUTOR

Escribe un comentario directo al autor

Meó por la Patria

Éste sitio web usa cookies con fines publicitarios, si permanece aquí acepta su uso. Puede leer más sobre el uso de cookies en nuestra política de uso de cookies.