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Diciembre 05, 2013 10:29 hrs.

Roberto López Moreno › diarioalmomento.com

Cultura ›


Libro sustancialmente panameño, panameño absoluto desde el más íntimo acento hasta la más remota coma, si hubiere ese tipo de desplazamientos de área en los asuntos del verso y una mujer manejándolo, Gloria Young.

Hablo de Nada que Ocultar (Gloria Young la ordenadora de visiones y sentimientos) y siento que el libro todo se mueve en torno del poema Kubala, y que a agrandes trancos se podría definir como el drama del hombre o como la representación del drama del planeta, a parte de las muy íntimas palpitaciones personales.

Pero regresemos a Panamá como punto de partida. En todo está -línea por línea- la fuerza de la naturaleza, pero esa naturaleza debocada da sobre algo, sobre una de sus partes, la más alucinante, sobre la mujer, y entonces esa naturaleza se convierte en un macho sin bridas que penetra rompiendo los cristales –“el presente aflorando el pasado” dice ella- yo más bien diría el brío de los tiempos desflorando el pasado, el presente y la promesa de lo hecho para venirse. Se trata de un terremoto en el que el cuerpo de la mujer queda abajo “todo el peso del mundo sobre mi cuerpo” sacudido, cercado por un densor que no sabe si la está protegiendo o matando de asfixia. Deben de ser las dos cosas y es noche buena esa noche. Panamá se estremece y Chiriquí se convierte en agua inundando los vericuetos: penétrala naturaleza, hasta convertirla en tu propia gloria. Estremécete y estremécela.

Y continúa el torrente de imágenes, de sentires de la fuerza planetaria convertida en sabia y fuego. En absoluto lo que aquí se dice es multiplicado por el primer uno y el relámpago de su raíz cuadrada.

Va cayendo entonces todo, al idéntico abismo de lo alucinado. No hay nada de lo aquí dicho que no sea resultado y signo iniciático del ábrara que somos cuando nos convertimos en aire para volver materia. Nada que ocultar, nada, ni el protémolo del planeta ni la vashía de la Tierra. En masa somos su movimiento. Entonces asumimos la espiral para volver al mismo punto, pero no. Kubota. Y aquí insisto: en torno de este evangelio gira el libro para no ocultar nada.

Aquí está la Tierra inerme (segundos engañosos de su historia… y aquí está la máquina que la atropella, que la lastima, y un alma femenina que se percata y lo expresa: “Su aspecto agresivo y lacerante /irrumpió con un ruido ensordecedor/amenazante/ el verde alfombra del césped/ junto al piñal/ desapareció bajo sus pisadas de hierro”.

Después vendrá el fuego de los volcanes y las entrañas de la tierra y de los cuerpos, pero empezamos y concluimos con poética denuncia de la antipoética amenaza que con su falso espejismo tecnológico está destruyendo nuestro tiempo. Gloria Young poetisa, no poeta, porque las mujeres tienen una gran dignidad creativa y creadora y no tienen por qué mendigar que se les denomine como si fueran hombres, Gloria Young al ser poetisa de su tierra lo es de la Tierra y al serlo de su tiempo, lo es del tiempo.

Ciudad de México
América
1 de diciembre de 2013

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Nada que ocultar

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