¡Esa añeja costumbre de quemar a Judas..!

Antonio Gutiérrez Trejo

1

1,733 vistas

Abril 18, 2014 19:50 hrs.

Antonio Gutiérrez Trejo › diarioalmomento.com

Religión Nacional › México Ciudad de México


México es un país con una amplia riqueza histórica y cultural que se expresa a través de múltiples manifestaciones y tradiciones populares, muchas de ellas como resultado del encuentro de dos mundos: el europeo y el indígena.

Quema de judas tradición popular
Un ejemplo de los significados culturales que aún se niega a morir es, sin duda, la festividad que representa “la quema de Judas”, un espectáculo que combina sabiamente las artesanías de la pirotecnia y la cartonería plena de colores vibrantes y brillantes.

Se trata de una celebración que ante todo busca alcanzar la expiación colectiva, es decir, limpiar, mediante un tercero, el mal de la comunidad y al mismo tiempo darle la bienvenida al bien, a la renovación, al salvador.

Es recordar a Judas Iscariote, el traidor, en el momento en que se cuelga por el sentimiento de angustia después de haber vendido a Jesús por 30 monedas, pero también es la oportunidad que el colectivo tiene para denostar y burlarse de personajes públicos que son caricaturizados en cartón, papel y pintura, debido a la crítica social derivada por sus malos actos.

Historiadores y crónicas de antaño señalan que la costumbre de quemar Judas en México durante la Semana Santa se inició a partir de la labor evangelizadora de los misioneros españoles, quienes quisieron aprovechar esa tradición de su país para hacer comprender mejor el mensaje bíblico a los nativos de América.

Ya en la Nueva España, la tradición se fue adaptando a las costumbres y características de cada grupo étnico, dando como resultado una rica diversidad en la forma de expresarla.

En la ciudad de México, durante la época colonial, la quema de Judas se efectuaba en la Plaza del Empedradillo, junto a la desaparecida Capilla de Talabarteros, a partir de las 10 de la mañana, cuando las campanas de la Catedral anunciaban la apertura de La Gloria.

Se dice que la singular fiesta era patrocinada por los panaderos de la ciudad, quienes colgaban de los Judas y chamucos piezas de pan, embutidos y botas henchidas de vino, aguardiente o chinguirito, que el pueblo se arrebataba luego de que los Judas eran destruidos por los tronantes y silbantes cohetones.

Otros textos señalan que a principios del Siglo XIX, en los rumbos de Tacuba y San Francisco, ahora Madero, se quemaba un tipo especial de Judas, al que se rellenaba de zapatos, ropa y monedas que caían al estallar el monigote elaborado de carrizo y palma. La gente festejaba y se peleaba por recoger lo que podía.

La quema del Judas es una tradición en la que no existe un libreto que ordene el ritual y por lo tanto es libre y creativa. No es igual la una a la otra, cambia en el tiempo y de lugar en lugar.

A pesar de su origen histórico-religioso, y de la permanencia en el tiempo de elementos tradicionales, la quema de Judas es una celebración del pueblo y para el pueblo. Es parte de nuestra herencia. Es una tradición que en muchas ocasiones busca mostrar que la justicia social no está en los tribunales, sino en las cautivantes miradas de las personas que queman a las figuras de cartón.

En la actualidad, la figura del diablo se sustituye por la de reconocidos políticos mexicanos que protagonizan la vida pública del país. La quema se ha convertido entonces en una especie de catarsis para la gente que la contempla, ya que representa la visión del fuego purificador destruyendo los instrumentos del mal, para dar paso a la esperanza de un futuro mejor.

La censura en torno a los Judas en nuestro país, principalmente los que representaban personajes de la política, no ha estado al margen de la celebración, pues ya desde 1853, cuando su “alteza serenísima” Antonio López de Santa Anna ordenó por decreto prohibir la venta y quema de Judas, especialmente cuando se trataba de ridiculizar a algunos personajes públicos.

Al paso de los años, y pese a la censura caracterizada por algunos gobiernos, los Judas han adoptado muchas formas, desde charros y diablos, hasta figuras de la talla de Carlos Salinas de Gortari y Vicente Fox; el año pasado, por ejemplo, el personaje de moda fue Elba Esther Gordillo, generando con ello hilaridad y deseo de “justicia”, aunque sea por unos cuantos minutos.

Aun cuando esta ancestral tradición ha sobrevivido a muchos embates, partiendo de la persecución y amonestación que sufren los artesanos por manejar juegos pirotécnicos, prohibidos en gran parte de la república, hasta la censura por satirizar a personajes de la vida política nacional, la realidad muestra que a partir del último cuarto del siglo XX la quema de Judas ha entrado en franca decadencia.

Si bien es cierto que el ritual languidece y tiene un futuro incierto, también es importante destacar que se debe promover su permanencia, porque de lo contrario se perdería un importante trozo de las tradiciones más populares de nuestro México.
@yoinfluyo

agutierrez@yoinfluyo.com

VER NOTA COMPLETA