Juan Pablo II: tres eventos relevantes

Ana Teresa López de Llergos

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Abril 19, 2014 14:10 hrs.

Ana Teresa López de Llergos › diarioalmomento.com

Religión Nacional › México Ciudad de México


En un pontificado tan largo como el de Juan Pablo II (1978 a 2005) y con una personalidad tan atractiva, es muy difícil hacer justicia al elegir unos eventos y dejar otros. Sin embargo, pido benevolencia a quienes consideren poco acertada mi selección, pero no puedo ser imparcial, ni tampoco puedo prescindir de mi historia, ni del modo de percibir las huellas de Su Santidad.

Su entrega total, dentro de su personal estilo, al servicio de Dios y de la Iglesia. La naturalidad para mostrarse joven, jovial, vibrante, con dotes histriónicas, y de seguir siendo así, aunque decreciera la capacidad física, es indicio de que la fuerza no estaba solamente apoyada en el cuerpo, sino en el cultivo de la espiritualidad, muy sobrenatural, muy cercano a Dios y, evidentemente, lleno de ternura hacia Santa María...

Como todos sus antecesores, fue un pastor que, como ahora dice el Papa Francisco, tenía olor a oveja, tan cercano a su grey que inauguró un estilo que llenó de alegría al mundo, viajó e hizo posible que muchos que no habían soñado ir a Roma pudieron estar cerca de él.

Con su vida sella todo lo que predicó, un gran luchador de la justicia, de la paz y del combate al pecado. Sufrió pérdidas desde muy tierna edad: su madre, su hermano; pero, sin dejar de padecer, aprovechó y amó la compañía de su padre. Cuando también muere su padre, sabe convivir, hace amistades profundas y se adapta a todos los niveles, como es el caso de sus compañeros obreros, quienes también le cuidan y le ayudan a dedicar tiempo a sus estudios.

Supo tomar decisiones que en conciencia le competían, aunque le dejaran solo o le ocasionaran problemas. El Rabino David G. Dalin dice: Durante la década de 1980, Juan hablo II hizo fuertes declaraciones de condena a los actos de terrorismo contra sinagogas y comunidades judías, tanto en Viena como en Roma, enviando mensajes de simpatía a sus víctimas. Por ejemplo el 29 de agosto de 1981 condenó el ataque con bombas a una sinagoga de Viena, calificándolo de acto absurdo y sangriento, que constituía un asalto a la comunidad judía de Austria y del mundo entero, y advirtió del peligro de una nueva ola del mismo tipo de antisemitismo que provocó tanto duelo durante siglos. (“El mito del Papa de Hitler”, p. 225).

George Weigel en el prólogo de la biografía de Juan Pablo hace ver el absoluto dramatismo de la vida de Karol Wojtyla, que desafía la imaginación de los más afamados guionistas; fue un hombre moderno con la convicción de que en los designios de la Providencia no existen meras coincidencias. Es el Papa que orienta al mundo para adentrarse en el tercer milenio.

Los tres eventos elegidos son: la publicación del Código de Derecho Canónico y del Catecismo de la Iglesia, y la propuesta de los misterios luminosos del Santo Rosario. En estas decisiones ejerce su legítima autoridad y su clara conciencia de ser el Vicecristo en la tierra, vinculado a sus antecesores y responsable de llevar a término todo aquello que por las circunstancias espacio-temporales requerían del toque final.

El Código de Derecho Canónico

El Derecho Canónico responde a la necesidad de toda institución de contar con un “kanon”, regla, norma o medida. El Derecho Canónico es una rama del Derecho General. El Código vigente es promulgado por Juan Pablo II, el 25 de enero de 1983, con la Constitución Apostólica “Sacrae Disciplinae”. Hasta entonces regía el Código de Derecho Canónico del año 1917. Juan XXIII al convocar al Concilio habló de la necesidad de actualizar el Código.

Pablo VI, después de la muerte de Juan XXIII, abre la segunda sesión del Concilio y expresa sus deseos de que esos trabajos sean un despertador primaveral de las inmensas energías espirituales y morales latentes en el seno de la Iglesia. Comprende que el desarrollo en el mundo superaba las normas de entonces y había que rejuvenecerlas. Por eso, señala que el nuevo período legislativo se inicia con el término del Concilio Vaticano II.

Juan Pablo II asume el arduo trabajo de impulsar la traducción a las leyes de la doctrina eclesiológica. Es una luz que la Iglesia irradia al mundo, porque la ley divina es fermento para la ley humana y hacía falta una mejor sintonía. Hacía falta abordar la teología del laicado, la búsqueda de la santidad en medio del mundo, el ecumenismo, las nuevas formas de la vida consagrada… El nuevo Código ordena y estructura las directrices del Concilio Vaticano II y pone fin al período de indeterminación. Los Pastores ya tienen normas seguras para ejercer su sagrado ministerio.

La aplicación de esas normas se concreta el 28 de noviembre de 1983, al aplicar la doctrina y encontrar que esas normas son vida en el fenómeno pastoral que venía trabajando desde 1928, en variados sectores del mundo: el Opus Dei. En palabras de su Fundador, San Josemaría Escrivá de Balaguer, necesitaba “un traje a la medida”. Juan Pablo II se lo da al erigir esta institución como Prelatura Personal, primera de este tipo en la vida de la Iglesia.

La estructura del Código de Derecho Canónico es el siguiente:

• Libro I. Normas generales: leyes eclesiásticas, costumbres, decretos, preceptos, prescripciones. Privilegios, actos jurídicos…
• Libro II. Del Pueblo de Dios: fieles cristianos, jerarquía, iglesias particulares, vida consagrada…
• Libro III. La función de enseñar de la Iglesia: Palabra de Dios, predicar, formar…
• Libro IV. La función de santificar de la Iglesia: los sacramentos, actos de culto…
• Libro V. Bienes temporales de la Iglesia: adquisición, administración…
• Libro VI. Las sanciones de la Iglesia: delitos, penas…
• Libro VII. Los procesos: juicios, tribunales…

El Catecismo de la Iglesia

Con el Concilio Vaticano II, Juan XXIII desea hacer más accesible el depósito de la fe, lo señala en el Discurso de apertura. Y, el modo como Juan Pablo II concreta esta necesidad es pidiendo la elaboración del actual Catecismo. Con la Constitución Apostólica del Papa “Fidei Depositum”, del 11 de octubre de 1992, sale a la luz el nuevo Catecismo de la Iglesia Universal.

Consta de:

• Prólogo
• Primera Parte. Profesión de fe
- Primera Sección. El Credo (en tres capítulos)
- Segunda Sección. Los Símbolos de la fe (en tres capítulos)
• Segunda Parte. La celebración del Misterio cristiano
- Primera Sección. La economía sacramental (en dos capítulos)
- Segunda Sección. Los siete Sacramentos de la Iglesia (en cuatro capítulos)
• Tercera Parte. La vida en Cristo
- Primera Sección. La vocación del hombre: la vida en el espíritu (en tres capítulos)
- Segunda Sección. Los diez Mandamientos (en dos capítulos)
• Cuarta Parte. La oración cristiana
- Primera Sección. La oración en la vida cristiana (en tres capítulos)
- Segunda Sección. La oración del Señor: “Padre nuestro”

El Catecismo tiene una estructura didáctica y profunda, con un índice temático que facilita encontrar los temas que se desean conocer o profundizar en ellos. Ofrece un acercamiento a santos y teólogos por las citas seleccionadas y, por supuesto, el apoyo en los textos de la Sagrada Biblia: Antigüo y Nuevo Testamento.

Los misterios luminosos del Santo Rosario

Indudablemente la piedad mariana de Juan Pablo II quedó plasmada en su escudo papal: al pie de la Cruz la letra M, con el lema “Totus tuus”, todo tuyo. También era de todos sabido que en las reuniones de cualquier tipo, mientras daban inicio o había un compás de espera, Su Santidad rezaba partes del Rosario. En los bolsillos de la sotana llevaba rosarios que regalaba cuando lo veía oportuno.

El 16 de octubre de 2002, Juan Pablo regala al mundo la Carta Apostólica “Rosarium Virginis Mariae” en donde incorpora los misterios luminosos, a las ya conocidas partes del Rosario: misterios gozosos, dolorosos y gloriosos. Con ello, hace que el Santo Rosario sea más plenamente compendio del Evangelio. Después de considerar los misterios gozosos de la Encarnación y, antes de ver los de la Pasión (misterios dolorosos), contemplar algunos momentos significativos de la vida pública del Señor: el Bautismo, las bodas de Caná, el anuncio del Reino de Dios, la Transfiguración del Señor y la institución de la Eucaristía.

El Papa deja establecido que se recen los misterios gozosos el sábado y el lunes, los luminosos el jueves, los dolorosos el martes y el viernes, y los gloriosos el domingo y el miércoles.

Reflexión final

Con el Código de Derecho Canónico queda muy bien señalado el camino a seguir y los criterios para conducir las actividades y juzgar los sucesos a la luz de la Ley de Dios. Toda persona de buena voluntad encuentra vías seguras para un buen gobierno.

En el Catecismo de la Iglesia está contenido y abierto, a quien le interese, todo lo que un cristiano ha de creer, ha de vivir, ha de practicar, para estar más cerca de Dios. Es un recurso accesible para la propia formación.

Los misterios luminosos ayudan al pueblo fiel a contemplar algunas manifestaciones de la divinidad de Jesucristo durante su paso por la tierra, en momentos muy concretos. De la mano de la Virgen nos acercamos a Jesús.

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FUENTES

Catecismo de la Iglesia Católica, Librería Juan Pablo II, Colombia.
Dalin, Rabino David G. “El mito del Papa de Hitler”, Ciudadelalibros, Madrid, 2006.
Hervada, Javier. “El nuevo Código de Derecho Canónico. Visión de conjunto”, SCRIPTA THEOLOGICA 5 (1983/3), p.p. 743 – 750.

Weigel, George. “Biografía de Juan Pablo II. Testigo de esperanza”, Plaza & Janes Editores, S.A., Barcelona, 1999.
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