“Por motivos de salud…”

Joel Hernández Santiago/

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Julio 28, 2014 10:56 hrs.

Joel Hernández Santiago/ › todotexcoco.com

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La salud de toda persona es parte de su privacidad. De su intimidad. Del secreto vital. Y cada uno decide a quien se lo dice y quien debe involucrarse. Es así…



Pero cuando se trata de un funcionario público, de cualquier nivel el personaje, cuyas decisiones afectan a la comunidad, entonces volvemos a la historia del principio ¿Debemos estar enterados los ciudadanos del estado físico y mental de quien gobierna? ¿Podemos decidir si sigue ahí, o no?



Conocemos de casos de políticos nacionales o de extranjia que gobiernan enfermos, ya física o mental. Adolfo Hitler estaba enfermo de la maceta y de ahí que contagiara a medio Alemania y cometiera las atrocidades que hicieron; Boris Yeltsin llegó a la presidencia de Rusia con un alto grado de alcoholismo, a saber: esto le provocaba depresión permanente; François Mitterrand se mantuvo en la presidencia 14 meses con cáncer de próstata; Hugo Chávez tuvo que ausentarse del mandato presidencial al conocerse su enfermedad terminal y en esas condiciones le heredó a los venezolanos a Nicolás Maduro… Y así, muchos más.



En México también se cuecen habas. La salud del señor Vicente Fox, durante su gestión presidencial como post presidencial, ha dado muestras de no estar en sus cabales, de hecho el Prozac nos gobernó un buen rato; o presunta tendencia a los tragos del señor Felipe Calderón lo que probablemente devino en algunas decisiones importantes para la vida de muchos en el país.



O quizá recuerden aquella vez que Josefina Vázquez Mota se desmayó durante su campaña para ser presidenta de México. O la enfermedad cardiaca que afectó a Andrés Manuel López Obrador, quien hoy encabeza al nuevo partido político MORENA y quien ya anunció que competirá por la presidencia de la República en 2018… Y qué tal que Fausto Vallejo quien desgobernó Michoacán debido a su enfermedad hepática, por lo que finalmente tuvo que renunciar.



Hace años era usual que cuando corrían a un funcionario público, en lugar de dar a conocer las razones ciertas, de cara a la calle el ancient regime declaraba que era “Por motivos de salud”.



Así que humanos que son, los políticos, funcionarios públicos, legisladores, gobernadores, presidentes municipales y ujieres son como nosotros: con cualidades y defectos: ni más, ni menos. Sólo que unos mandan porque la presunta democracia mexicana así lo decidió: y otros no.



Esto viene al caso porque el caso del Instituto Nacional Electoral, acaba de informarnos que ni sus consejeros electorales, ni su secretario ejecutivo o el contralor del Instituto están obligados a comprobar su estado de salud físico y mental: y punto: y háganle como quieran. Esto, en respuesta a una solicitud de información (UE/14/00592) dirigida al aun IFE, que devino en INE.

Niega contar con la hoja clínica de todos estos personajes porque el ‘otrora’ Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (COFIPE) no lo consideraba necesario: “No se encuentra prevista la facultad de contar con los expedientes clínicos del personal del Instituto”.



El Instituto Federal de Acceso a la Información Protección de Datos (IFAI) dice que son confidenciales los datos clínicos de servidores públicos porque contienen datos personales de índole de salud. Bien.



No estará por demás reiterar que sí importa conocer el estado de salud de hombres y mujeres que tienen responsabilidad pública; que mandan o deciden: ya en la administración pública, como en el Ejecutivo o el Legislativo o gobiernos municipales o estatales: todos aquellos a quienes pagamos para que gobiernen deben estar sanos y salvos: del cuerpo y de la maceta.



Será conveniente que se revise la regulación legal que tiene que ver con la información de la salud de quienes ocupan cargos importantes en este país, pues sus decisiones afectan vidas, obras, patrimonios, recursos y futuros nacionales. Si hay que respetar la privacidad de todos los seres humanos; pero al mismo tiempo garantizar que no haya discapacidades perturbadoras en el gobierno.



Todo empleado de a pie que ingresa a la administración pública, se le exigen constancias de salud física y mental; a los policías se les hacen ahora pruebas de salud y de capacidad física y si no se han ‘metido’ alguna cochinadilla para ser felices… Todos pasan por ese filtro de contratación.



¿Por qué no los políticos o funcionarios públicos de mirada superaquilina? Desde su calidad de aspirantes deberían informarnos su ‘hoy si circula – hoy no circula’. Así podríamos decidir si sigue-pasa-comienza: o no.



El riesgo de enfermedades en los políticos es natural. “No olvides que eres humano” le cantaban al César para que en todo su poder no lo olvidara.



Gobernar con baja calidad en la salud mengua calidad de gobierno, mengua toma de decisiones acertadas, acaba con la posibilidad de razonar de forma apropiada respecto del futuro de la nación y de sus hombres: podrían cometerse locuras.



Hay que revisar la salud de importantísimos personajes para cuidar sus decisiones.



Acaso, en un acto de ética y moral, esos mismos gobernantes-funcionarios-legisladores nacionales-consejeros electorales-magistrados electorales, debieran firmar un documento por el cual autorizan hacer público su estado de salud durante su gestión. A lo mejor por ahí está la salida a toda duda y a todo posible daño a la nación.

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