Los ataques contra Palestina también dejaron reporteros muertos

José Antonio Aspiros Villagómez

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Agosto 31, 2014 12:33 hrs.

José Antonio Aspiros Villagómez › diarioalmomento.com

Política Nacional › México Ciudad de México


En su calidad de corresponsales o enviados al escenario bélico, los reporteros de diversos medios y países estuvieron informando al mundo en julio y agosto sobre la sanguinaria respuesta de Israel a las provocaciones armadas del grupo palestino Hamás (acrónimo, en árabe, del yihadista Movimiento de Resistencia islámico), con tal riesgo para su seguridad que hubo quienes perdieron la vida.

En efecto, las balas israelitas aportadas por Estados Unidos y lanzadas contra los civiles palestinos desde que comenzaron los ataques, alcanzaron también a los periodistas.

Cuando cayó la primera víctima, el ejército hebreo advirtió que como “Gaza y las áreas cercanas son campo de batalla… en ningún caso Israel es responsable de las heridas y los daños que se pueda producir como resultado de informar sobre el terreno”. Y alegó que los periodistas extranjeros “están siendo usados como escudos humanos” por Hamás.

El del gobierno judío pidió a los enviados y corresponsales que firmaran un documento que lo absolviera de toda responsabilidad si resultaban víctimas de sus bombardeos, lo cual fue calificado por el Sindicato de Periodistas de Andalucía como una “clara violación” del respeto a la libertad de expresión y del “derecho internacional humanitario”, ya que atacar objetivos civiles “es un crimen de guerra”.

En noviembre de 2013 la Asamblea General de la ONU aprobó una resolución según la cual, los periodistas y el personal conexo que realicen misiones profesionales peligrosas en zonas de conflicto armado, deberán considerarse civiles y ser respetados y protegidos como tales.

Pero como los reporteros destacados en Gaza siguieron con su deber, resultaron muertos al menos 14 de ellos: Rami Rayan, Sameh Aryan, Najla Alhaj, Khaled Hamad, Abdulrahman Abuhen, Izzat Dher, Baha Garib, Ahed Zaqut, Imad Eid, Mohammad Dhaher, Simone Camilli, Mohammed Aldeiri, Adballah Fahjan y Shadi Ayyad.

Hamed Abdullah Mohammed Shihab sobrevivió a un ataque contra su vehículo que portaba un distintivo de “TV” en el techo, y dos periodistas fueron censurados por sus propios medios estadunidenses y retirados de Gaza: Ayman Mohyeldin, de la cadena NBC, porque dio cuenta en Twitter del asesinato de cuatro niños palestinos con los que momentos antes había jugado futbol en una playa, y Diana Magnay, de la CNN, por decir que desde Israel la habían amenazado de muerte “si contaba una palabra equivocada”.

La periodista española Mercedes Arancibia (periodistas-es.com) escribió sobe el caso de Mohyeldin que “conviene no olvidar que en Estados Unidos el lobby judío controla una parte considerable de los medios de comunicación”, mientras que Amy Goodman y Denis Moynihan (argenpress.info) se refirieron al “papel clave que desempeñan los medios masivos de comunicación estadounidenses en mantener el bloqueo informativo”.

A principios de agosto la embajada de Israel en Madrid acusó de “activismo político” en favor de Hamás a Yolanda Álvarez, enviada a Gaza por la Televisión Española. La vocera de la sede diplomática dijo que esa periodista enviaba "crónicas dramatizadas", con abuso de adjetivos y escenas favorables a “los intereses de Hamás". El Consejo de Informativos de la TVE demandó a las autoridades de la televisora que defendieran el trabajo de Álvarez, “como es su obligación”, y exigió a la embajada “una rectificación pública” pues “el derecho a la libertad de expresión no puede amparar acusaciones que rayan el delito”.

En fin, Israel atacó en Gaza a diversos vehículos de prensa, instalaciones de los medios de información y oficinas de corresponsales, incluidos las agencias Efe de España, AP de Estados Unidos y el canal catarí de televisión Al Jazeera, y luego dijo que había sido “por error”, pero advirtió a los periodistas que mejor no se volvieran a acercar.

Y también hubo daños emocionales. Cuando Wael Al-Dadouh informaba para Al Jazeera sobre el drama de la población civil palestina masacrada, fue invadido por el llanto en plena transmisión. Mientras que la periodista chilena de origen palestino Yassna Mussa, tras más de diez horas de interrogatorios fue expulsada de Israel "claramente por razones de racismo y discriminación", según denunció ella misma.

Cuando hicimos el manual de operación y estilo editorial de la agencia mexicana de noticias Notimex (años 90), discutimos acerca de si existe la categoría de ‘corresponsal de guerra’, y concluimos que son simplemente ‘corresponsales’ con la responsabilidad de informar de todo aquello que sea de interés general.

Por eso, tuvo más bien un sentido comercial el título del libro ‘Yo, corresponsal de guerra. Vivencias íntimas de los reporteros en el frente’, que la Editorial Diana publicó en 1982 con los testimonios de mujeres y hombres periodistas de Televisa enviados (y vueltos todos con vida) a lugares de Medio Oriente y América latina donde hubo hechos bélicos.

En la presentación de esa obra, Guillermo Pérez Verduzco, uno de los coautores, comentó que él, “como corresponsal de guerra”, trabajó “con grandes precauciones cuidadosamente envueltas en miedo”.

Muchos otros periodistas mexicanos han sido destacados para reportear cuartelazos, revoluciones y guerras, y han dejado disperso su testimonio. Uno de ellos, Ignacio Rodríguez Terrazas, no concluyó su misión porque fue asesinado en El Salvador (7-VIII-1980), cuando informaba sobre la guerra civil en ese país.

Hay una película, ‘Mil veces buenas noches’, que trata sobre el trabajo de los periodistas “de guerra”, pero la ya citada Mercedes Arancibia, también crítica de cine, opinó que es “un pastiche bastante superficial” que presenta falsas disyuntivas para una fotorreportera que es herida durante la cobertura de un conflicto armado.

Lamentablemente, en la vida real nadie se acuerda después de los periodistas muertos en guerras, que cuando mucho se convierten en una estadística. Aunque, en el caso reciente de Gaza, se trató de numerosos crímenes que no deberían olvidarse, sino castigarse.

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