No, no la economía sino los helicópteros. Me refiero a los helicópteros que por millones ya calientan motores para comenzar a volar 24 horas 7 días a la semana sobre las ciudades de todo el planeta para lanzar lluvias de billetes (dinero fíat) sobre la población, tal como propuso Milton Friedman en 1969, en la más pura tradición keynesiana-estatista-dirigista, para “estimular la demanda agregada”. Otro antecedente obvio fue el discurso de Ben Shalom Bernanke de 2002 que le valió su paso de 8 años por la presidencia de la FED: Deflation: Making Sure ‘it’ Doesn’t Happen Here.

RICOS Y POBRES

El objetivo es hacer que la gente gaste más y así se retrase, al menos por un tiempo, la temida deflación (o baja generalizada de precios). ¿Harán esto los mega ricos por buenas gentes, por compasión hacia los pobres, para disminuir al menos un poco nuestras tremendas desigualdades económicas? Claro que no. Eso nos dirán en su campaña de relaciones públicas, pero no es cierto.

Lo harán porque ya no les queda de otra, después de 7 años de intentar con desesperación muchas otras medidas heterodoxas que no son sino patadas de ahogado: ríos de liquidez artificial (Quantitative Easing al infinito), tasas de interés ya no sólo nulas sino ahora hasta negativas, amenazas de bail-ins (rescates bancarios con el dinero de los depositantes) tras descomunales bail-outs (rescates bancarios con dinero del erario) costosísimos para los contribuyentes, controles de capital todavía solapados y parciales, inminentes confiscaciones de fondos de pensión, guerra de divisas, burbujas omnipresentes, mercados amañados, explosión de derivados, déficit públicos universales, endeudamientos insostenibles, represión ilegal de los precios del oro y la plata, etc. Un escenario de locura, pues, al cual se sumará esta nueva locura.

CLAVO ARDIENDO

Recurrirán a esta medida escandalosamente grotesca porque todo lo demás que han intentado desde el 2008 no ha bastado para estabilizar la economía, cimentar una recuperación verdadera y revertir el pavoroso endeudamiento público y privado (ya imposible de pagar, por lo demás). No es la baja de precios al consumidor lo que les aterra (al contrario, a nosotros la raza común no beneficiaría), sino el desplome de los valores financieros (acciones, bonos, títulos) que integran el grueso de sus “fortunas” de papel (puro aire, meros dígitos en estados de cuenta, simples bits en computadoras que se borrarán al primer soplido serio).

LA ORDEN

La revista Foreign Affairs, vocera del poderosísimo Council of Foreign Relations, acaba de transmitir la prescripción de las alturas.

Lo hace, claro, como si fuera un ensayo académico: Print Less but Transfer More: Why Central Banks Should Give Money Directly to the People. Pero no es una mera sugerencia; es una orden. Esa orden es a los bancos centrales: repartir directamente dinero a la población, en especial a los pobres. ¿Porque a los de veras ricototes de papel les duele el corazón ver a los pobres tan jodidos? ¡No, claro! Simplemente porque los pobres tiene mayor propensión al consumo y menos al ahorro. Y precisamente de eso se trata: de que suelten el dinero en cuanto lo reciban, y no lo guarden ni un segundo, para ver si así los precios suben más de lo que ya lo hacen. El artículo de Foreign Affairsserá considerado de aquí en adelante el banderazo de salida de la Operación Helicóptero. En todo caso, prepárate: habrá diluvio universal y no será de agua; será de billetes. ¿Gobiernos populistas los de Echeverría y López Portillo? ¡Olvídalo, no has visto nada aún!

OOOOOOMMMMMM

Recuerda meditar cuanto puedas, cuando puedas

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