Son ya 24 días de los atroces hechos de Iguala, Guerrero, en los que seis estudiantes de la Normal Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, fueron asesinados y 43 más desaparecidos.

El México bronco amenaza con despertar, la indignación es mucha, pero tal parece que ni al gobierno estatal, ni al federal y menos aún a los partidos políticos, les importe esclarecer el deleznable hecho para evitar que nuestro país sea visto como una nación bárbara, donde la corrupción e impunidad, así como la ley del más fuerte es lo que prevalece.

Van 51 detenidos, entre ellos 36 policías, 22 de Iguala y 14 de Cocula; se han descubierto 24 fosas en las que se encontraron decenas de cadáveres y como si ello no tuviera importancia, los responsables salen a decir: “¡Ah! pero no son los estudiantes”

¿Y eso qué, esas vidas no cuentan?

Innumerables voces exigen la salida inmediata de Ángel Heladio Aguirre Rivero quien se atrevió a solicitar una encuesta para que los mismos guerrerenses decidieran si se quedaba o se iba.

¿Es posible que piense que haya quien quiera que siga destruyendo al otrora hermoso y apacible estado de Guerrero?

El demagogo de Carlos Navarrete Ruiz, recién ungido como presidente del PRD, partido responsable de que el delincuente José Luis Abarca Velázquez haya llegado a alcalde de Iguala, anunció en principio, junto con Alejandro Encinas, otro perredista, que Heladio tenía que dimitir, “por el bien del país”.

Empero, días después, en cantinflesco lenguaje, dijo: “El gobernador tiene que hacer una evaluación personal de la situación de su pueblo y de su gobierno. Pero no consideró que deba dejar el cargo. No se trata de arrinconar a una fuerza política para ver si se atreve a decir que no en un hecho tan lamentable, todos reprochamos los hechos en Guerrero, todos, hay que ver si la salida jurídica es la desaparición de poderes, eso es estrictamente jurídico” (sic).

En calidad de mientras y para suplir al principal responsable de la tragedia, a José Luis Abarca, ya salió el suplente. Se trata de Luis Mazón Alonso, hermano de Lázaro, ex secretario de Salud del Gobierno del Estado, quien fue separado de su cargo, por sus vínculos con Abarca.

El tal Lázaro, era el candidato más fuerte a la próxima gubernatura de Guerrero, aunque considerando la cachaza de los perredistas, no sería remoto que pese a todo, sigan dándole el espaldarazo.

Por lo pronto, el próximo miércoles, Luis Mazón será el nuevo presidente municipal de Iguala.

¡Pobres igualtecos!

Pero si todo ello es escandaloso, por el cinismo y la abulia de quienes deberían solucionar el caso y se hacen, “como la mamá del muerto”, culpándose unos a otros, más graves son las declaraciones del padre Alejandro Solalinde Guerra, quien afirmó que los 43 estudiantes están muertos y a algunos los quemaron vivos.

El sacerdote activista, denunció que el gobierno (federal) sopesa el costo del anuncio y le está dando un manejo político y no de justicia al caso.

Todos están muertos, no hay ninguna esperanza de que aparezcan vivos y algunos fueron quemados vivos, dijo y precisó que ha tenido varios encuentros con testigos presenciales, estudiantes, que sufrieron el primero y segundo ataque.

Pero además asegura tener otras fuentes, que no son estudiantes, que hablan de otro momento. Hablan de que aun estando algunos vivos, heridos, pero vivos, fueron quemados.

No hay esperanzas de que estén vivos. El gobierno sabe muchas cosas y si está reteniendo la verdad es su responsabilidad, reiteró con firmeza el sacerdote.

Advirtió que Aguirre Rivero debe renunciar si aún le queda “una poca de dignidad” y cuestionó al PRD.

¿No sabían que a Ángel Heladio se le imputan decenas de muertes de perredistas?

¡Qué vergüenza! que dolor el de Ayotzinapa con el que sólo hacen rapiña electorera”, remató.

Claro está, el procurador Jesús Murillo Karam, ya dijo que lo va a invitar a la PGR para que diga todo lo que sabe.

¿Y con ello va a aclarar lo que realmente pasó?

¿Qué los aparatos de inteligencia militares y de la PGR no han podido o no han querido averiguar nada?

La impunidad es clara invitación para delinquir. Au revoir.