La vergüenza

Carlos Ravelo Galindo

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Octubre 29, 2014 13:02 hrs.

Carlos Ravelo Galindo › diarioalmomento.com

Política Nacional › México Ciudad de México


Así es. Desde la plaza de San Pedro, durante la beatificación del Papa Paulo Sexto, el pontífice Francisco, sin referirse a nadie en particular y sí a todos en lo general, nos hizo sentir la vergüenza, al aseverar: “La mejor forma de buscar la paz es trabajar por la justicia”. Y como corolario la iglesia católica en México urgió un replanteamiento profundo de nuestra moral, de nuestras leyes y de la organización social y política del País. Ambos tienen razón porque sin paz y sin justicia, con impunidad y miseria es inadecuado hablar de un Estado viable. Claro que el Estado, sin vergüenza, es el responsable de la pobreza en la mitad de la población azteca, porque mientras esa situación persista los en miseria seguirán siendo víctimas. El Santo Padre está cierto de que la injusticia incrementa la vulnerabilidad de las personas. Las convierte en víctimas y presas fáciles del Estado, de los narcotraficantes, y de los magros salarios mínimos. La Arquidiócesis mexicana también cuestiona si la crisis de violencia que envuelve al país, no solamente a un estado, es lo peor que nos ha sucedido. Hace hincapié en que otros muchos han sucedido con antelación. Pero nuestra memoria es frágil. Y solo tenemos el presente. Recalca que los discursos oficiales llenos de falsedades e hipocresías solo irritan a la sociedad. Y nos llenan de oprobio, añadiríamos, porque tenemos un conflicto latente en el país, que no se resuelve con renuncias, búsqueda de víctimas desaparecidas o presuntos culpables de crímenes, prófugos. Discursos vacios sobre el Estado de Derecho, que nadie cree. Ni el que los pronuncia. Son vacuos. Debe replantearse, enfatiza el Clero Católico, un cambio profundo de nuestra moral, de nuestras leyes en lo social y política. Y respecto a Guerrero y sus cuarenta y tres normalistas aún desaparecidos no retratan fragmentos de nuestra realidad. Revelan lo peor de nuestras circunstancias. Es cierto que convivir en un estado con desaparecidos cuestiona la salud de nuestros gobiernos y vivifica la afirmación del Papa Francisco de que la mejor forma de buscar la paz es trabajar por la justicia. A esta idea del argentino Jorge Mario Bergoglio agregaría otra el médico Arnoldo Kraus, a la que nos sumamos: Sin valores éticos, justicia y paz, son palabras muertas. Los deudos de normalistas que no aparecen. Y de los cientos de cadáveres encontrados en fosas comunes jamás podrán respetar a las autoridades. Como tampoco los que ensombrecidos lamentamos los hechos sangrientos multiplicados en todo el territorio. Que nos llena de vergüenza, a la que el gobierno, todo, desconoce.
craveloygalindo@yahoo.com.mx

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