La mañana se vistió de un cromatismo cálido; colores que contrarrestaban el viento que acariciaba las mejillas, los brazos de los remeros en tropel, cada minuto de sonrisas y voces como murmullos de avispas en derredor del panal. Los arrullos del lago fueron el escenario de danza multicolor, porras, pétalos, voces de historia en caudales de dialectos en un solo canto…
La mirada de los visitantes que plasmaban imágenes con guiños mecánicos, imágenes que un día serán recuerdos vivos. Trajineras de familias completas, amigos, conocidos que coincidieron aprovechando el trafico como en días de trabajo del df, así compartían sonrisas palmo a palmo, compartiendo los gorgoritos de mariachis; norteños, jarochos, marimbas, todos unidos en una sola voz, en muchos oídos; de un lado, "Cruz de olvido", por allá, "Échame a mí la culpa", el "Cielito lindo", Acá entre nos"…
Bajó la lluvia de aquellas nubes que desde muy temprano estaban cargadas de bendiciones, los minutos se escurrían gota a gota de las manos, el andar del tiempo ni tardo ni perezoso… Una a una las trajineras danzaban en los canales dejando a su paso suspiros, ecos de aquellos trajes típicos llenos de historia, la ternura de los capullitos con sonrisas floreadas. Las expectativas frente al triunfo…
El lago se fue aletargando, grises ecos en busca de un rincón en el vasto adiós de muchos corazones llenos de Xochimilco…
El apacible canal demoró el silencio, sus habitantes del fondo nos despidieron con aros brillantes, con los arrullos que te acompañan hasta tu cama, te mecen y te mecerán por días deseando volver, una, otra y otra vez…