Acapulco fue el principal puerto de los territorios en el "Virreinato de la Nueva España"

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Abril 13, 2015 23:13 hrs.

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Immer Arroyo

Durante mas de 350 años -tres siglos y medio- Acapulco fue el principal puerto de los territorios centrales de lo que hoy conocemos como México o, por aquel entonces "Virreinato de la Nueva España". Miles de toneladas de carga llegaban a sus aguas provenientes de China, la India, Japón y las islas de aquella región conocida como Oceanía -donde naciones insulares viven del y entre el océano- donde se obtenían -como aun hoy día- los preciados bienes de la vida común.
Las altas montañas y su forma hicieron de esta bahía una de los puertos más seguros de -por entonces- poco conocido litoral pacífico de América. Cual primitivo centro de intercambio mundial, en ella las razas y algunas de las mas poderosas culturas se combinaron creando entre sus fibras la compleja y florida cultura Universal que hoy alcanza sus mas altas notas en el internet, el mercado corporativo global y una civilización completamente conectada en tiempo real.
Sin embargo, las vueltas del reloj hicieron que Acapulco pasara a convertirse durante un breve tiempo -los últimos 50 años- en un destino turístico que lo catapulto -como al resto de los destinos turísticos nacidos después de el- hacia una mayor prosperidad que rápidamente olvido aquel pasado comercial y se dedicó a servir.
Camas, mesas y transporte fueron el motor que alimento un creciente desarrollo humano y material, que mas que intercambiar bienes manufacturados se dedicó a explotar el bello paisaje y las prístinas aguas que una generación devastada -pero enriquecida- por la mas grande guerra jamás peleada, demandaba para su relajación y hedonismo.
Logrando consolidar durante esas décadas su fama como una bahía y destino de talla mundial, donde el glamour de un continente se daba cita para comer, bañarse y divertirse.
Dos pasados; dos historias. Una bahía que hoy se debate frente a un futuro lleno de niebla. Un mar de incertidumbre entre la pobreza, los muertos y la esperanza de casi un millón de habitantes que sueñan con las glorias de aquellos pasados, mientras sus hijos crecen al calor tropical.

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