Invidentes y policías: el humor social

Fernando Irala

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Abril 20, 2015 09:42 hrs.

Fernando Irala › diarioalmomento.com

Periodismo Nacional › México Ciudad de México


El enfrentamiento de comerciantes invidentes y débiles visuales contra policías capitalinos en el Palacio del Ayuntamiento es tan inverosímil que se convierte en metáfora de las cosas que pasan actualmente en nuestra sociedad, y de eso que los expertos llaman el humor social.
El motivo pareciera nimio: las remodelaciones de una de las estaciones del Metro --avejentadas todas por la falta del más elemental mantenimiento en los últimos veinte años--, generó la inconformidad de quienes ahí tienen sus comercios informales, aceptados por la autoridad debido a su privación física, pese a que según la versión oficial se les ofreció otra ubicación similar.
Pero en el país se ha vuelto cultura popular que ninguna demanda social intenta gestionarse, negociarse, resolverse por vías amigables, sino que cualquier cambio o nueva circunstancia es motivo no sólo de movilización y protesta, sino de una escalada agresiva que desemboca en las medidas extremas de moda: intentar ingresar por la fuerza a oficinas públicas, causar destrozos, agredir policías.
La novedad es que ahora lo hagan hasta los invidentes, y que el uso de la violencia en nombre de la defensa de intereses que pueden ser legítimos o no, permee todos los estratos y grupos sociales.
También habla de estructuras gubernamentales en quienes la gente no se reconoce ni les tiene confianza ni aprecio, y de corporaciones policiacas impreparadas y temerosas de actuar, que no atinan siquiera a defenderse, y que son un lastimoso símbolo del deterioro político y social que viven la ciudad y el país.
Eso lo perciben hasta los migrantes centroamericanos, víctimas de una situación económica y general que los expulsa de sus países y objeto en su tránsito de mil abusos, pero que aquí ya se sienten también con el derecho de apalear a los representantes de la autoridad, como solía decírseles el siglo pasado, para llegar adonde quieren.
Pero la historia no ha terminado. Apenas empieza.

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