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Como muchos mexicanos, la joven de 20 años Nestora Salgado emigró de su estado Guerrero a Estados Unidos para tener mejores condiciones de vida y escapar con sus tres hijas de un marido golpeador. En 1991, en el norte, la joven madre hizo trabajo doméstico y sacó adelante a sus hijas Zayra Crystal, Ruby y Grisel. Perseverante, como todos los que creen en sus sueños, Nestora consiguió la ciudadanía estadunidense, dejó de tener preocupaciones económicas, se divorció del mexicano golpeador y encontró a un hombre amoroso, José Luis Ávila. Sus hijas crecieron sanas y fueron a la escuela, a diferencia de miles de niños en México que trabajan para ayudar a sus padres
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