“No doy tiempo que me falten al respeto;
sólo me dicen: ¡Ay! güerita, regálame tu flor”


Se llama Rocío. “Rocio de la Fregada”
La conocí ayer o desde siempre. No recuerdo la fecha exacta en que la vi por vez primera. Ni tampoco recuerdo si era de día, tarde o noche. Llegó a mi vida como una sorpresa del destino. Es un fenómeno urbano. Un Torbellino.
Llegó sola.
Su bolsa de yute inseparable; no sé si era del “mandado” o donde guarda los recuerdos; toda su historia o su raudal de palabras que fluyen sin detenerse; atropellándose con el viento de su voz. Sin pensar. Así, una tras otra entretegida con su propia finalidad. Sin parar. Girando y girando como una rueda de la fortuna, pero sin detenerse. Inquieta rebelde, canija, rejega, ruda, orgullosa, terca y obstinada, sonriente además, simpática.
Ella misma se hace llamar la Extra –Terrestre, pero conmigo sólo se presentó como: Rocío González del Rosal Madrazo, por parte de madre.
“Orgullosa soy, al grado de no confiar, ni pedirle frías a nadie, aunque esté que me cargue la... pero, también católica, impredecible, desconcertante, pegando duro con tubo con mi filosofía encuerada y aplastadora y por lo mismo realista”.
“Rocío de la Fregada”. Una mujer singular.
La joven que quiere morir de un paro cardiaco, pero no en cualquier parte, sino “en la empresa más noble, la CFE, donde más me han apreciado y donde me han comprado toda mi bola de chácharas y que gracias a todos ellos como y me alimento, tanto en comida como en afecto para jalarles las patas a todos aún después de muerta...”
Mujer especial en todo y muy difícil.
Agresiva, genial, “liebre brava”, sietemesina. “Mamar soya, mas no leche materna... por eso es que relincho peor que yegua... Me temen por que soy muy reventada. Salí tan pilla y tremenda con increíble energía. Sarcástica como nadie. He sabido vengarme a la buena y a la mala dejando cicatrices imborrables y sólo con canciones suaves...”
La Extra – Terrestre. “La gran cábula”.
Siempre a la defensiva, pero abierta y franca, así como claridosa. Caso misterioso. Personaje fuera de serie.
Odiada y admirada. “Carateca” (sic), cantante, compositora, caraja, capricornio, caleidoscópica, contrabandista, “de puras chácharas”, cargadora, controvertida, cariñosa, caprichosa, complicada, calculadora cazadora, cotorra, correlona. Esa es “Rocío de la Fregada”, quien un día llegó y otro día se fue para no volver a verla.
Por ahí ha de andar, con su voz fresca y su mirar franco y siempre risueña.
Por ahí ha de andar cantando y besando a todo mundo, la mujer que me hizo recordar las palabras de Bernard Show, un día que le dije que estaba cansado:
“...El año tiene 365 días de 24 horas, de las cuales 12 están dedicadas a la noche para dormir y hacen un total de 182 días, por tanto, sólo quedan 183 días hábiles, menos 52 domingos, quedan 131 días, menos 52 sábados, restan un total de 79 días de trabajo; pero hay cuatro horas diarias dedicadas al desayuno, comida y cena que suman 60 días, lo que quieren decir que quedan 19 días dedicados a trabajar, pero como usted goza de 15 días de vacaciones, únicamente le quedan cuatro días para trabajar, menos aproximadamente tres días de pedir permiso que usted utiliza para estar enfermo o para hacer sus “cositas”, sólo le queda un solo día para laborar; pero ese es precisamente el “Día del Trabajo” (primero de mayo) que es feriado y por tanto no se trabaja, pues... Entonces de ¿qué estás cansado, papacito?
Y se despide diciendo:
“Por favor les pido que ustedes me juzguen, conforme a su corto o amplio criterio y como a su muy personal o particular punto de vista... Estoy tan acostumbrada al desprecio que cuando me ofrecen cariño sincero, pos’ ya no lo creo”.
Esta es “La Extra-Terrestre”, Rocío Gonzalez del Rosal Madrazo, por parte de madre o simplemente, “Rocío de la Fregada”.
Yo sólo sé que no he cenado.