La mochería como divisa albiceleste

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Agosto 01, 2015 11:18 hrs.

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Lo suyo siempre ha sido la mochería. En los tiempos prehistóricos de la política mexicana hicieron su aparición como el partido de la gente decente que se oponía al “peladaje.” Como ostensiblemente pregonaban sus muy respetables creencias religiosas, pronto algunos malquerientes los empezaron a identificar como “los mochos.” En cuanto los pusieron cerca de “donde hay,” la careta cayó y mostraron que no eran “mochos” sino expertos en los “moches.” Y esto, contrario a lo que algunos sorprendidos estiman, no es nada nuevo, les viene desde tiempo inmemorial, salvo que los antiguos poseían mayor habilidad para efectuar “los negocios.” Demos un viaje breve a ese pasado “entre azul y buenas noches.”
Nació como organismo político, en 1939, a iniciativa de un personaje de innegables luces intelectuales, Manuel Gómez Morin. Antes de eso, este abogado de profesión habíase sumergido en otras aguas de varia pinta. Nadie podrá negar que su formación profesional se diera en el seno de los gobiernos emanados de la Revolución Mexicana. A ellos sirvió desde 1919 hasta 1928. Primero, en el área de la hacienda pública doméstica. Posteriormente como agente financiero de México en New York durante el gobierno del presidente Álvaro Obregón Salido. Finalmente, en el papel de colaborador del estadista Plutarco Elías Calles en la creación del Banco de México, institución de la que fue, en 1925, el primer Presidente del Consejo de Administración del cual formó parte hasta 1928 cuando por desavenencias sobre un préstamo decidió renunciar. Y en esa pluralidad profesional, Gómez Morin no tuvo empacho en desempeñarse como agente de la embajada soviética en México durante 1927. Sin embargo, su verdadero yo emerge en 1929 al apoyar al gigoló-cobarde-(aun no adicionaba los pendones de sinarquista-nazi) José Vasconcelos, en su campaña presidencial. En 1937, con ese sujeto y otros más, formaría parte de “La Base,” la dirigencia intelectual tras bambalinas de la entonces naciente Unión Nacional Sinarquista (UNS). Dos años más tarde, ya convertido en adalid de la gente “decente,” encabezaría al grupo que decide crear el Partido Acción Nacional (PAN). De acuerdo a lo que aparece en la página oficial de dicho instituto político, “uno de sus primeros objetivos fue formular para México una doctrina congruente y concreta, postulada como norma y guía para alcanzar sus metas. ‘…una acción permanente que, basada en una actitud espiritual dinámica, hiciera valer en la vida pública la convivencia del hombre integral; una postulación de la Moral y del Derecho, como fuente y cauce de la acción política, y ésta, no mero cambio de personas, sino reforma de estructuras políticas y sociales, para gestionar el bien común.’” Esa sería la divisa pública a partir de los años cuarenta.
Apenas entrados en dicha década, los apoyadores económicos de la UNS habían decidido-pactado, con el gobierno entrante del presidente Manuel Ávila Camacho, dejarla sin soporte financiero. Ante ello, el PAN queda como único ente representativo de la derecha política institucionalizada. Sin embargo, las condiciones en el entorno internacional de aquellos años no lucían prometedoras. Se cernían sobre la humanidad la amenaza de la bestia austriaca y sus mozos de estribos, el “Duce” italiano y el “chapatín” ibérico. Ante ello, un partido de derecha no era precisamente la opción política con posibilidades de éxito. Enfrentando este escenario, los miembros del PAN de los cuales una gran cantidad ejercían la abogacía, encontraron una forma de sobrevivir. En el discurso político, se desgañitaban denunciando como los gobiernos emanados de la Revolución estaban integrados por políticos corruptos quienes, al amparo del poder, se hacían de fortunas inmensas. Dado que algunos efectivamente estaban bajo esa situación, entendieron que era necesario recurrir a profesionales que les ayudaran para dar sustento jurídico a dichos asuntos. Y como los mejores abogados vestían de azul y blanco, pues hicieron a un lado desavenencias políticas, después de todo eso eran simplemente bravatas para el consumo de los crédulos. A la hora de los dineros, las ideologías estorbaban y unos y otros fueron lo suficientemente “maduros” para trabajar juntos y mejorar su situación personal. Pero si ya habían pactado con el “diablo,” ni modo que fueran a cometer pecado venial y dejar fuera a Dios. La ayuda providencial que les permitió salvar sus almas provino de lo establecido en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos la cual establecía que ni las organizaciones religiosas, ni los ministros de culto podían poseer bienes en propiedad. Y como la iglesia católica y sus miembros tenían sus guardaditos, pues los abogados albicelestes acabaron, como entes de paja, regenteando un sinfín de negocios, a más de aparecer como propietarios de igual número de terrenos y edificaciones. Todo era perdonado, formaban parte del partido de la gente decente y podían seguir clamando por igualdad política.
Dado que la oposición no era capaz de obtener triunfos electorales, mas por falta de pericia que por carencia de apertura, se buscó una nueva fórmula para hacerlos coparticipes del poder político. Durante el gobierno del presidente Don Adolfo López Mateos, se aprobó la creación de los diputados de partido y así fue como, en 1964, veinte panistas tuvieron acceso a la Cámara de Diputados. Ese sería el inicio del camino que les dio acceso a gubernaturas, presidencias municipales, diputaciones locales, diputaciones federales, senadurías y finalmente a la presidencia de la republica. En todo ese periplo fueron clamando que lo de ellos era la decencia, las buenas costumbres, pero sobre todo la honestidad. Como algunos medios y gacetilleros a sueldo hicieron eco de ello, pues el producto fue comprado como genuino. Quienes conocíamos la historia del PAN y sus miembros, jamás les creímos. El tiempo habría de confirmarnos que estábamos en lo correcto, aquello era pura escenografía de honradez y decencia.
De la mano, el sinarquismo y el panismo, se apoderaron de la presidencia de la republica en el año 2000. Claro, hay que decirlo, quien fue utilizado como la cara visible era la antítesis de quien creara el PAN. Gómez Morin fue considerado uno de los siete sabios de México, mientras que Vicente Fox Quesada se ganó a pulso el título del presidente más iletrado que haya tenido el país a lo largo de toda su historia. Pero dejando a un lado cualidades intelectuales, con su accionar pronto confirmaban los orígenes albicelestes mencionados líneas arriba. Empezaron a mostrar que en eso de hacer “negocios,” en nada se diferenciaban a quienes les antecedieron en los cargos, salvo en la tonalidad la cual en este caso evocaba matices religiosos-sagrados. Pero como no hay primera sin segunda, una vez que otro de ellos, Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa, les permitió, como partido político, repetir en el cargo aquello alcanzó niveles de escándalo que acabó por ayudarlos a ser echados de Los Pinos. Sin embargo, con la experiencia acumulada, encontraron como sobrevivir la derrota.
Negociaron como ser recipiendarios de prebendas a cambio de apoyar las reformas. Sin embargo, eso no era suficiente. Ya eran parte del poder político y como tales compartían la facultad de tomar decisiones. Entonces fueron exhibiéndose uno tras otro como “negociaban” la asignación de presupuestos a los municipios a cambio de un democrático “moche.” Aquel que no aceptara, pues a ver de dónde le llegaban los recursos. Así, la bonanza les fue bendiciendo en singular y plural, mientras clamaban, en ocasiones con razón, que los tricolores se “empachaban,” con cargo al erario. Y como la borrachera del poder los hace a todos iguales, de pronto perdieron las formas y fueron exhibidos dando trato más que gentil a damas de la noche, dejando atrás las lecciones de “decencia.” Eso se hace, les habían inculcado sus ancestros, sin que haya testigos salvo quien desempeñe la función de pareja. Y por estos días vemos como el candidato a la presidencia municipal de Tuxtla Gutiérrez, Francisco Rojas acude a un cuarto de hotel (¿de paso?) para recibir un millón y medio de pesos de un amigo a quien le promete contratos. Al ver las imágenes nos hizo evocar que, en la prehistoria, el entonces presidente del comité ejecutivo nacional del Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM), Carlos Enrique Cantú Rosas iba por el país recogiendo en habitaciones de hostales los “apoyos para la democracia.” O bien, en tiempos más cercanos, el profesor perredista Bejarano se llenaba bolsillos y maletas con billetes para apoyar al demócrata López Obrador. Hasta donde ha llegado el otrora partido de la gente decente que hoy vive la renovación de su dirigencia nacional con un par de candidatos que confirman en donde están.
Ricardo Anaya Cortés y Javier Corral Jurado no son capaces de presentarse ante los electores de sus respectivas entidades. En el caso de Anaya, evitó contender por la candidatura por la gubernatura de Querétaro por temor a que sus paisanos le exhibieran algunas cuentas pecuniarias pendientes que aún no acaba de esclarecer de cuando tuvo cargos públicos por allá. En el caso de Corral, en Chihuahua lo conocen muy bien y a más de que nunca ha podido obtener un triunfo electoral por esos lares, aun no acaba de explicar algunas transacciones no muy claras que por esos rumbos efectuó. Por supuesto que ambos claman que de convertirse en presidente del PAN habrán de comportarse bajo de una honestidad que rechine de limpia. Sin embargo, por su historia personal y la de su partido, nada nuevo debe de esperarse. El PAN a lo largo de la historia ha transitado de ser el partido de los “mochos” al de los “moches.” Ello confirma que la mochería es la divisa albiceleste. vimarisch53@hotmail.com
Añadido: No hay día en que no conozcamos que la proyección de crecimiento del PIB para 2015 tuvo que reducirse. Sin embargo, inmediatamente se nos dice que peor les ira desde Guatemala hasta Chile. ¿Querrán que saltemos de júbilo o es que se apegan a aquella conseja popular de mal de muchos, consuelo de…? RVR

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