“Las Fronteras del Placer”

Verónica Nagore.

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Agosto 01, 2015 22:27 hrs.

Verónica Nagore. › diarioalmomento.com

Cultura Nacional › México Ciudad de México


…Existen artes y técnicas para amar, cada mujer y cada hombre representan una posibilidad distinta de imprimir en ella o en él, una forma única de comunicación. Cada ser es una carta hecha al alma. Mujeres y hombres somos un mapa, un amplio mar de navegación, una geografía -con mares y cielos, relieves y valles, mares y desiertos-, que espera ser descubierta… Somos una geografía en la que no debe haber fronteras.
I- “Los recuerdos”
Ella sin poder evitarlo una y mil veces dibuja en su mente su figura, su rostro… evoca sus gestos, sus diestras manos, su voz y su olor. Le parece increíble que a pesar de que ha transcurrido el tiempo, aún tiene grabado ese sentimiento que con él experimentó…
Cierra los ojos y vuelve al pasado, a esa primera noche y aún puede ver los vidrios empañados, sentir la respiración agitada, las manos como caballos salvajes anhelando una oportunidad más para echar a correr en busca de nuevos caminos…
Recuerda como aquel día vinieron primero las risas, después los silencios… todavía siente como él se acerco a ella mirándole fijamente a los ojos. Ambos temblando y con la sensación de que el corazón les iba a estallar. Aquella noche sintió descargas de electricidad, cuando él le colocaba sus manos detrás de la nuca y luego le acariciaba el cabello enredándolo entre sus dedos…
Todavía al pensarle, experimenta ese sudor que afloro de cada uno de sus poros y le puso la carne viva. Repasa perfectamente lo que sucedió ese día, cómo fue que se acercaron tanto, tanto que fue inevitable unir con desenfrenada pasión sus labios impregnados de un aroma que despertaba su libido y deseo.
Cuando esas imágenes se agolpan en su mente, cae en la cuenta que estando con él, era como si de repente tantos deseos reprimidos tuvieran rienda suelta y su voluntad fuera ajena a ellos.
Aun añora la ternura de esos labios en los suyos y el contacto de sus lenguas… Recuerda como adentro de ese automóvil, él con la nariz le recorría las formas de su rostro deteniéndose de vez en cuando a juguetear con sus ojos, revive la forma en la que ella le besaba el cuello y como él le devolvía los besos en el pliegue de sus pechos y, no sólo eso, pues esos labios carnosos iban hacia todas las direcciones de su anatomía, al norte, al sur, hasta llegar de nueva cuenta a su boca, boca que ahora era una cueva que deseaba ser reconocida en cada recoveco…
Esa noche, ella descubrió que él tras de una aparente timidez escondía unas manos fuertes, grandes, viriles que surgían para aventurarse detalladamente en sus senos, aún siente como esa lengua masculina le humedecía el contorno de sus labios y… como fue que sus cuerpos se acercaron de tal modo que buscaban desesperadamente sentirse y fundirse con frenesí…
Sin embargo a punto de convertirse en un sólo deseo… ella dijo detenté,- al mismo tiempo que pronunciaba esa palabra experimento un espasmo que la hizo estremecer-. Con el corazón a mil y la respiración agitada, trato de calmarse, y luego de unos instantes se miraron con ternura y sin decir palabra alguna sellaron ese, su primer recorrido hacia la intimidad… Él la miro con infinita delicadeza, le beso los ojos, la boca, la frente, luego sonrieron acomodándose cada uno las ropas y el cabello…
Ella suspirando con los recuerdos a cuestas, piensa que de no haber dicho detente, hubieran llegado a más de mil destinos… suspira nuevamente y repasa que en tanto él encendía el carro, ella estaba sorprendida de todo lo que había pasado en una noche de frío invierno, que tomo toda la calidez e intensidad de un verano…

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