El olorímetro

Verónica Nagore

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Agosto 12, 2015 21:54 hrs.

Verónica Nagore › diarioalmomento.com

Cultura Nacional › México Ciudad de México


Preámbulo:
En honor a mis amigas, entrañables compañeras,
juzgadoras implacables
de los olores que en los baños se generan.
Sobre todo para aquellas que se suenan y se suenan,
hacen ruidos con las llaves, mueven bolsas sin parar
para disimular que han sido ellas
las que en plena miada
tremendos pedos se han permitido liberar…

Ni siquiera imaginemos, qué es lo que pasará
cuando es su excremento al que han decidido arrojar
en esas frías letrinas
que muchas nalgas han visto acalambrar…

Lo digo por aquellas que han padecido o padecen en carne
viva lo que significa el ser extremadamente estreñidas,
que por más que pujen y pujen y se pongan a rezar
han pasado hasta dos largas horas sentadas para poder evacuar
esa masa oscura, pastosa, apestosa
que se atora y se atora y del ano no más no puede pasar…

Oh por otras tantas que padecen de almorranas
y una vez que los duros mojones han podido sacar,
suspiran con gran alivio pues sienten que además de su ano,
el alma les ha vuelto a su lugar.

Por todas ellas en lo siguiente me he puesto a meditar…

¿Habrase visto en la vida un baño
público o privado que después de haber sido por nosotras, utilizado, allanado, ultrajado
huela a flores frescas, rosas, menta o pino ?

Noooooooooooooo es mi respuesta,
definitiva.


Así que amigas para empezar les he de aclarar
no se crean eso de que por beber litros de clorofila
su flora intestinal despedirá un aroma celestial…


¿Entonces por qué queridas compañeras, nuestra obcecada insistencia en
querer siempre perfumarlos con sándalo u otras esencias,
¡¿acaso es para despistar a quienes comparten esos espacios sagrados, que
esos aromas nos salen por la vejiga o por el ano?!

¿Por qué seremos pues las mujeres tan necias?
en querer negar que por entre las pompas,
o como las nombran los hombres -por los cachetes bajos-
también expedimos olores harto extraños…

Yo admiro a los varones que sí van solos a los baños,
no necesitan como nosotras de porras, o de un vamos te acompaño…
a ellos les importa poco echarse pedos
y ufanarse de ello como si fuera parte de su encanto,
aún cuando estén delante de extraños.
Y si están entre amigos, olfatean el aire que se despide en ese espacio
y de baño a baño se gritan:
“Ay güey, se nota que te atascaste de
huevos… pizza.. cochinita… longaniza, cacahuates y hasta rábanos.

…Son tan desparpajados
que se echan gases con enjundia, aun cuando están de sus damas abrazados
lo mismo hacen con descaro debajo del cobertor
que cuando uno apenas lo mueve, los olores
ya mezclados de tantos gases que ahí ya han reposado
nos dilatan las pupilas, se atoran en nuestras fosas nasales al momento de inhalarlos y por esa razón
nos dan ganas de vomitarlos..

Yo me pregunto por qué las mujeres decimos que somos de otro planeta
que no hacemos lo mismo que ellos en lo que a la fisiología respecta,
por qué siempre alegamos que en nosotras si hay decencia …
Es acaso que por eso aparecen en nuestros rostros esas inevitables jetas
que denotan nuestro asco y un tremendo desagrado,
apenas si abrimos la puerta de los baños
y abiertamente vociferamos
“aquí huele horrible, que horror que espanto”
a quién se le murió la liebre o quién ha liberado a ese zorrillo que seguramente llevaba semanas o años, años en los intestinos atrapado.

Se nos olvida que todas sin excepción alguna
Seamos santas, beatas o putas,
miamos, cagamos , echamos pedos y eructamos
Oh como decimos muy dulcemente nos pipintamos, popolveamos, liberamos gases, flatulencias y de la boca un halo de aire sacamos.

Después de tantos baños que en mi vida he visitado
créanme que a estas alturas ya lo he comprobado
que no hay mierda propia o ajena que huela bien
que huela a miel, o que en el mejor de los casos
sea inodora como el agua que nos tomamos,

y de los pedos he aprendido,
porque así me lo han contado
que de los silenciosos en definitiva hay que tener mayor cuidado
pues son letales para el olfato.


Tal vez por eso, desde que nacemos deberían enseñarnos
que es imposible evitar percibir los olores, que en nuestro cuerpo
se van gestando
debido al proceso de la buena o mala digestión
más cuando nos enjutimos
tacos, birria, pozole, carnitas, chorizo, frijoles, habas, lentejas y hasta papalo con nopal…
y para mis amigas vegetarianas no crean que por comer sólo frutas y verduras de esos olores ya se han salvado
pues déjenme decirles
que hasta el comer pura papaya
genera en nuestra pancilla ciertos estragos.

Es una injuria espantosa, pues en esencia el negarnos,
negar que todas nosotras cuando estamos en el baño
perdemos la postura y cual zorrillos nos comportamos,
pues por la cola nos salen gases y a las que están al lado nuestro fumigamos.

Así que de nada sirve por nuestra propia naturaleza
el querer instalar cual si fuera poca cosa
olorímetros en el baño
para neutralizar esa mezcla de aromas desagradables
que producimos en los excusados,
mejor hay que hacerle caso a Aristóteles al afirmar
que es por medio del ano, que el cuerpo se ha de purificar..
amigas mías, pues no hay de que asustarnos, ni persignarnos
pues todas a final de cuentas
somos eructonas, cagonas, apestosas, nos echamos pedos y nos miamos.

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