Amenazas absurdas

Fernando Irala

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Noviembre 23, 2015 12:54 hrs.

Fernando Irala › diarioalmomento.com

Periodismo Nacional › México Ciudad de México


Una joven ciclista muerta al ser atropellada en el Paseo de la Reforma ha llamado la atención pública sobre los riesgos que corren quienes utilizan esa forma de trasladarse, y más en general sobre la irresuelta cuestión del transporte de los capitalinos.
El abandono sufrido por varios lustros en la ampliación de las líneas de Metro; la congestión de calles y avenidas por la invasión de cientos de miles de vehículos de motor; la proliferación de los incómodos microbuses, y la virtual desaparición del autobús, son todas facetas de una problemática que complica y degrada la vida citadina.
En los últimos años, el gobierno capitalino ha impulsado y presumido sucedáneos que no resuelven la cuestión, pero que quieren ser presentados como alternativas: en vez de Metro, metrobús; en vez de auto, bicicleta.
Los camioncitos rojos son absolutamente insuficientes, y las bicicletas un aparato con riesgo de muerte.
La ciudad no fue diseñada nunca para los ciclistas, pero lo fundamental es que el rodaje de esas frágiles piezas requiere de una cultura vial que no se advierte en la mayoría de los usuarios de las calles: escasamente en conductores de autos y camiones, rara vez entre los transeúntes, y prácticamente nunca en el caso de los propios ciclistas.
La falta de diseño se puede corregir y adaptar. Por ejemplo, en Tokio, en algunas avenidas de banquetas anchas, éstas han sido divididas longitudinalmente para dejar una franja a los bicicleteros, de manera que puedan desplazarse sin el riesgo constante de ser embestidos por algún coche.
¿Qué hacer con la educación vial? ¿Cómo hacer entender a los ciclistas que sus imprudencias son un bumerang que los acecha?
El peatón en las calles de la ciudad de México debe cuidarse de conductores imprudentes que no respetan su derecho de paso, y el Reglamento de Tránsito ha debido involucionar para prohibir las vueltas continuas, porque los manejadores se cuidan de los otros automotores, pero de no de quienes cruzan a pie.
Pero el mayor riesgo actual de un peatón es el ciclista imprudente, que circula en sentido contrario, no respeta los semáforos, y cree en cambio que él tiene todas las prioridades viales.
Mientras todo ello no cambie, el tránsito de la capital seguirá siendo un caos, y el ciclismo una amenaza para todos, incluso para quienes lo practican.



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